Nerina Coria: Estoy en Olavarría desde hace tres meses, pero virtualmente estoy en Buenos Aires trabajando. Me vine con trabajo, no acá pero sí virtual a través de zoom, ya que la telemedicina ha venido durante la pandemia. Se pasa la prestación igualmente, pero atiendo pacientes mareados y es increíble hacer rehabilitación por este sistema. El ingreso se hacía presencial, pero ahora lo hace otro colega y luego me pasa la historia clínica con su evaluación inicial. Pasa que en Buenos Aires las distancias son largas, yo vivía en Pilar y tengo pacientes que viven lejos. Ahora estoy en Olavarría y en las vacaciones fue una opción, ya que se comunicaban desde Tierra del Fuego, Miami o Santa Teresita. Era venir al consultorio o a través del zoom. Después del zoom hablo "personalmente" con el paciente si se necesita algo específico. Y si sospecho que hay algo para evaluar nuevamente, lo mando al consultorio para hacer una consulta presencial. Si está lejos, comunicarse es una alternativa sobre todo ahora con el Covid porque hay gente que tiene miedo a los contagios. Si no se puede hacer por zoom, iba al consultorio.

¿Qué se puede hacer por zoom en kinesiología?

NC: Todo lo que es rehabilitación vestibular, mareos y falta de equilibrio (VPPB: vértigo posicional paroxístico benigno), que es mi especialidad como kinesióloga. Pacientes añosos, con riesgo, que no quieren ir, es por zoom. En tanto que el vértigo agudo se trabaja en el consultorio, aunque durante plena pandemia -que estaba todo cerrado- lo hicimos virtual, hacíamos todas las maniobras que debe realizar el paciente. El consultorio en –Buenos Aires sigue estando, y allí trabajé durante 16 años, y hace tres meses me vine a Olavarría, pero allí quedaron otros profesionales y cuando un paciente debe ir al consultorio lo atiende un colega porque lo derivo. Y si el paciente está en Tierra del Fuego, sino lo resuelvo de manera virtual busco alguien de la zona, un médico por ejemplo, y también lo derivo cuando veo que hay algo que no va bien. Porque tenemos grupos de médicos y neurotólogos, grupos de estudio de la neurotología, para derivar al paciente. Es una forma impensada de atender de la kinesiología, nunca pensé que iba a atender de esa manera. Mientras tanto, sigo perteneciendo al equipo de kinesiólogos en el consultorio de Buenos Aires, y me tengo que acomodar en Olavarría de a poco con las burbujas, los chicos, la pandemia, y pienso arrancar firmemente en mi ciudad. Lo que yo hago es

¿Cuánto y cómo les cambió la forma de trabajar al llegar la pandemia?

Carolina Cohendoz: Fue muchísimo. Para mí al principio fue estresante porque nuestra profesión es de contacto, es imposible mantener la distancia física. Con todo el protocolo, hasta que nos aceptaron para volver a trabajar, fue complicado por los cuidados y la higiene de la superficie, de los aparatos, del paciente, todo eso me generó mucho estrés. A mí me cuesta terminar de acostumbrarme. Ahora atendemos un paciente y a los dos días nos llama porque dio positivo, es complicado. Yo estoy vacunada con las dos dosis, tengo anticuerpos, estoy tranquila, pero aún así hago todo los cuidados. Hay pacientes que han tenido contacto estrecho y me avisaron, pero lo bueno es que podemos tener ventanas abiertas aunque en invierno eso es difícil. Tengo dos boxes, voy intercalando, higienizo permanentemente. Y el tema económico también es difícil porque nuestros honorarios no son buenos, malos en realidad, y trabajamos para las obras sociales y tenemos gastos fijos.

¿Ramiro y Alejandra, ustedes trabajan juntos, cómo hacen con sus pacientes?

Alejandra Perosina: Sí, trabajamos juntos. También tuvimos que rediagramar horarios de consultorios para no compartir la misma franja horaria y para tener más posibilidades de circulación y ventilación, no compartir espacios comunes. Es agotador, sin dudas, por más que los dos estamos vacunados. Está el tema de limpiar, desinfectar, ventilar permanentemente, no mezclar gente. Ramiro hace neurología infantil y yo más traumatología, por lo que hay que mantener una dinámica y pensar cada detalle para el cuidado general de los pacientes y de nuestra familia.

Ramiro Goyeneche: En neurología infantil, son pacientes pediátricos con patologías neurolocomotoras que les ocasionan una manifestación desde el punto de vista motor. Entonces es un abordaje individual de acuerdo con una evaluación del paciente, ya que son pacientes que tienen un abordaje multidisciplinario, porque generalmente lo ven varios especialistas como los de fonoaudiología, terapia ocupacional, kinesiología, pediatría, neuroortopedista, neurólogo infantil. Y así se elabora un plan de trabajo con objetivos concretos en pos de ir acompañando el crecimiento en edad cronológica y maduración de ese paciente, que tiene las pautas madurativas más lentas, un tanto desfasadas. Así que vamos trabajando en equipo para ir logrando esas pautas que le van generando un déficit en lo nuestro desde lo neurolocomotor. Se abordan de acuerdo con el diagnóstico de base, a la manifestación motriz, a la edad cronológica de ese paciente con objetivos concretos de trabajo para ir cumpliendo. La mitad del día del consultorio lo trabajo con neurología infantil y también estoy en educación especial, ya que hace once años en la Escuela 503 como kinesiólogo fisiatra.

La pandemia ha modificado la vida de todos. ¿Han aparecido patologías nuevas o diferentes ante el cambio de costumbres de la gente?

Ulises Tesone: Lo que ocurrió fue que a partir del encierro, del aislamiento, del cambio de vida, de la falta de expectativas, aparecieron trastornos psicológicos. Así aparecen depresiones en forma de ansiedad, y físicamente hubo cambios. También trastornos de sueño, fatigas crónicas y dolores. Muchas veces, lumbalgias o cervicalgias o vértigo por la inactividad o falta de descanso. Hubo trastornos en la forma de vivir, más allá del Covid que fue la causa. Hubo un cambio de vida. Hay estudios que plantean que hay manifestaciones como dolores crónicos. Pero a la gente le ha pegado muy mal desde el punto de vista psicológico, e inclusive a nosotros que estuvimos cuatro meses sin trabajar y tuvimos que reinventar la profesión y entender de qué se trata ahora. Uno trabaja, pero se pregunta si quizá puede contagiar o uno se puede contagiar. Uno ve diez o quince pacientes y no sabemos dónde estuvieron, y entonces la duda de contagiarse siempre está. En la casa de cada uno también pasa lo mismo. Es agotador todo eso, además de la falta de certezas a largo plazo.

Noelia Portillo: En el consultorio cuando aumentan los casos, automáticamente los pacientes suspenden, se guardan cinco días o una semana, o cuando los visitan hijos de otras ciudades no van directamente. Nosotros somos tres kinesiólogos y dos terapistas ocupacionales, así que hay bastante circulación de gente y coordinamos los horarios. Si bien tratamos de que no haya más de dos profesionales por turno, igualmente tenemos esa incertidumbre como dice Ulises. Uno hace lo mejor posible y los pacientes son conscientes y se resguardan ante una situación de posible contagio. Pero nos falta mucho tiempo para que se termine todo esto, me parece.

Nerina Coria: En mi área, lo que vimos mucho y lo hablamos en encuentros de kinesiología son vértigos posicionales. Son otolitos que se escapan del oído -es carbonato de calcio- y se vio muy afectada la falta de vitamina D debido al encierro. Es una gran patología el vértigo posicional, que se salgan otolitos en personas descalcificadas principalmente, en mujeres, lo que origina el vértigo posicional. Fue un aluvión de vértigos posicionales por la pandemia, porque es algo muy característico del encierro. En la parte emocional, lo que dijo Ulises, se ve mucho. Cuando un paciente está mareado es porque hay un componente psicológico importante. Es una patología que ahora se vio en gran cantidad. También migrañas, en gran cantidad.

Alejandra Perusina: Hay muchos temas posturales también y lesiones a nivel de pie, que a veces pasa por usar un calzado inadecuado, inclusive al estar tanto tiempo en la casa. Lo vi mucho en el consultorio.

Andrea Dilascio: También aparecieron otras patologías como lesiones osteoarticulares, por hacer clases de gimnasia por zoom, que muchos que antes nunca hicieron nada de eso y se prendían a hacer ejercicio en clases grupales, porque estaban encerrados y se largaron a hacer eso.

¿La pandemia se quedó en su casa más tiempo y se tiraba en la cama, y las posturas corporales trajeron otros problemas como en cervicales?

Ramiro Goyeneche: No sólo en la cama sino mucho tiempo sentado en un sillón, en mala posición; mirando televisión o en la computadora, y eso lleva a que posturalmente esté enviciado a corto plazo y a mediano plazo ocasiona consecuencias osteoarticulares o musculares, por ejemplo.

Sofía Dilascio: Yo me dedico a lo que neurorehabilitación y hay pacientes crónicos que realizan tratamientos y lo suspendieron por miedo, así que hay una vuelta para atrás. Frenaron la rehabilitación porque hay una patología de base, y se quedaron quietos por la pandemia por lo que para ellos se fue complicando su situación ya que necesitan estar siempre en rehabilitación y no quedarse quietos. Y los adultos mayores han tenido problemas de trastornos de equilibrio por estar quietos; el encierro ha potenciado lo que es trastorno multisensorial del adulto mayor que tiene en la zona del equilibrio por varias causas. Lo que trae como problema la pandemia psicológicamente, la inactividad física ha potenciado ese problema.

Alejandra Perusina: Lo que vi mucho en mi consultorio son pacientes con disfunción de ATM (Articulación TémporoMandibular), todo relacionado con este tema, por la tensión y dormir mal durante la noche. Especialmente se vio en adultos entre 35 y 55 años, con muchas disfunciones en ese aspecto.

Carolina Cohendoz: Tengo pacientes que estaban ya rehabilitados con cirugías de rodilla o cadera, que estaban perfectos, volvieron sin poder caminar, con edemas en las piernas, por no caminar o estar quietos, sentados. Yo hago más flebología, tipo vascular, drenaje linfático. En la tercera edad se ha sentido mucho esto. Quizá porque nos asustaron tanto al principio que los adultos mayores no salían a ningún lado.

Nerina Coria: Con esos pacientes también armamos zoom, como una forma de contenerlos. Desde el primer día. Y hacíamos brazos, piernas, abdominales, como una forma de moverlos desde la casa, y contener a ese neuro adulto que podía moverse obviamente. Y lo sigo haciendo actualmente con aquellos que no van al consultorio, y les armo un plan aeróbico inclusive. Para que se muevan un poco al menos, depende de los casos por supuesto. Son formas de reivindicarnos durante la pandemia y también de reinventarse.

Andrea Dilascio: A eso lo hice con pacientes con un grupo de EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), aunque no por zoom sino por whatsapp. Que inclusive usan oxígeno, que son población de riesgo para salir, y les enviaba ejercicios. También recorrí casa por casa, explicándoles desde la vereda, y así transcurrimos la pandemia. Para que no se queden quietos, porque lo que habían logrado antes lo podían perder. Y cuando nos reencontramos no estaban tan retrasados con su estado físico, pero fue porque los pude guiar y ellos se adaptaron. Con los más chiquititos, que tienen acompañante terapéutico, he trabajado con videos buscando actividades de yoga para niños por ejemplo, adaptándonos junto con los pacientes. Aunque no es lo mismo estar con los pacientes.

Alejandra Perusina: Con muchos pacientes post quirúrgicos grabábamos videos todas las semanas con las rutinas que debían seguir haciendo, y cuando podíamos verlos los reincorporamos al consultorio.

¿Marcos, cómo fue tu trabajo entre lo privado y el Hospital?

Marcos Seveso: Al Hospital nunca dejé de ir. Personalmente, en lo privado es lo que dijeron todos, era reinventarse y le hicimos saber al paciente que estábamos presente. Desde su consultorio cada uno lo manejó de la manera que le pareció mejor. Lo degenerativo se agudizó al quedarse quieto y al no estar, pero la gente debe valorar lo que es la salud y la kinesiología. En Hospital, desde hace un año, se siente mucho estrés. Primero porque no sabíamos lo que venía. Luego se cerró todo y nos organizamos en grupos para cubrir zonas críticas de Covid y otro tipo de internación que no era Covid. Como responsable de servicio sentí miedo que les pasara algo a los profesionales. José Elsztein estuvo a la cabeza, él tiene la formación de la Asociación de Terapia Intensiva de Argentina. Cuando nos relajamos explotó todo en mayo y vino el caos, pero cubrimos toda la demanda. Luego nos calmamos. De todos los casos que hubo, nadie reportó contagiarse en un consultorio médico, de kinesiología o en el hospital, fue en la parte social. Esta pandemia nos unió mucho, somos una gran familia en el Hospital, hay compañerismo. Ahora se viene otra ola de Covid y estamos preparados, pero también más maduros y tranquilos para afrontar lo que viene, porque tenemos las herramientas y eso nos da tranquilidad. Hasta junio/julio fue estresante, sin dudas, porque estábamos en la trinchera y no sabía qué se venía. Eso en lo público, y en lo privado es similar al resto. Creo que estamos todos iguales, pero le damos tranquilidad al paciente porque se hace los controles, se higieniza y la gente sabe que es difícil contagiarse en un lugar de salud. Lo principal fue el miedo, que paralizó a todos y eso fue destructivo.

¿El contacto físico con los pacientes en muchos casos es inevitable?

Ramiro Goyeneche: Sí, por supuesto. Desde el punto de vista pediátrico hay más contacto, pero uno se apoya mucho en la figura de la familia directa o en el acompañante externo en educación o terapéutico en salud, que es la persona que tiene un contacto estrecho en la casa o en distintos ámbitos. Hay cosas que sí o sí, por primera vez, hay que hacerlo y luego todo se facilita con el apoyo de la familia o ese acompañamiento. Se logran cosas y ahora hubo que usar la plasticidad, reinventarse, ver por dónde se le puede llegar al paciente. Estructuras de antes en la forma de trabajar hubo que cambiarlas y actualizarlas, por lo que es un desafío personal muy interesante. Hubo que salir de la comodidad de cada uno en su organización laboral y reinventarse con nuevas metodologías, y muchas de ellas vinieron para quedarse porque son estrategias de trabajo válidas que son enriquecedoras.

Carolina Cohendoz: Nuestra profesión es de las pocas con contacto estrecho. Estamos hasta 40 minutos con un paciente. Ahora siento que tocar a alguien tiene más valor emocional, y lo hacemos con todos los recaudos, y más. Es una nueva forma de trabajar y hay cosas que se implementaron y llegaron para quedarse, más allá de la pandemia.

Andrea Dilascio: Con los bebés, es muy difícil trabajar a distancia, es imposible. Hay que estar sí o sí. Al adulto se le puede dar una orientación o directiva a través de zoom o a dos metros de distancia, pero al bebé hay que tocarlo porque entra todo por sensopercepción. Hay que manipularlo y trabajarlo en equilibrio o en cambios de postura. Ahí, es donde más nos exponemos los que hacemos pediatría, pero hay que hacerlo igual aunque estemos en pandemia, más allá de que tomamos todos los recaudos sanitarios y respetamos el protocolo.

Nerina Coria: Quiero rescatar algo en esta pandemia. Como profesionales de la salud, hubo un cambio en la formación porque los cursos y capacitaciones cambiaron porque antes había que viajar y ahora se pueden bajar por Internet o encontrarse con otros kinesiólogos en congresos por zoom. Vino esto para cambiar porque nos metemos en una charla en cualquier lugar del mundo para formarse junto con otros profesionales, o intercambiar información, o dar clase, lo cual fue muy positivo y enriquecedor. La pandemia fue horrible laboralmente pero para la parte formativa fue excelente, y también esto vino para quedarse.