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La embestida de La Cámpora para horadar el poder hegemónico en la Cooperativa de Electricidad y construir desde una superentidad dejó perplejos tanto al territorio político como a la relajada Dirigencia Amarilla que ha venido conduciendo sin un mínimo sobresalto -ni saltos de térmica- los últimos años. La agrupación creada por El Hijo K y considerados sus integrantes como hijos por CFK, siente a sus pies el crujido del fin de época y tiene claro que no hay recambio. Y que habrá al menos un período donde gobernará una alteridad opuesta a la liturgia kirchnerista, donde habrá que hacerse fuerte como oposición.

Por eso los mimos a Mauricio, que es Macri pero ahora un poquito menos. De todas maneras, se golpean el pecho porque el elegido de Cristina -aunque más no sea testimonial para que la figura que lleve sus banderas sea incondicional- es Axel Kicillof. El ministro de Economía que se transforma en el Mascherano de la lucha contra los buitres pero presta su apellido a la oposición para el bardeo de ingenio típico: el Kicidefault.

La historia reciente de la Cooperativa -relatada en los últimos veinte años- exhibe una relación fluctuante con el eseverrismo (desde el padre a el hijo) y una construcción de poder superestructural de la mano del curismo. Que, a la vez, armó todo su rompecabezas político - electoral a partir de la conducción en Coopelectric. Sin embargo, no pudieron llegar a la intendencia: ni Mario ni Silly (ambos fueron candidatos) lograron ganarle a un eseverrismo al que, en una época, denunciaron penalmente. Y al que se aliaron luego, por ese típico razonamiento del que ante la imposibilidad de victoria se muda de ejército.

Hoy, cuando tanto José Eseverri como el curismo caminan por la misma senda política, el Intendente se mantiene aparte de la lucha interna de Coopelectric pero no se ahorra dos o tres definiciones que punzan y marcan territorio.

"La verdad es que me sorprendió la decisión de La Cámpora de blanquear su necesidad de buscar un lugar porque reconocen que se están yendo del gobierno y la calle debe estar dura para mantener la estructura que han creado", sostiene ante EL POPULAR, con ese sabor dulzón que tiene la revancha. Siempre le quedó clavado en el estómago el cierre de las listas en 2011, cuando aún su boleta colgaba de la de Cristina, pero no le dejaron meter ni una uña en el armado de la Séptima (todo fue para el purismo K y La Cámpora, es decir Walter Abarca y César Valicenti) y le asestaron una colectora del PJ para restarle masividad y repartir los votos de Cristina.

"Siempre nos opusimos a la política partidaria en la Cooperativa", asegura. "No integramos ninguna lista. Y cualquier intromisión partidaria en la Cooperativa va a ser negativa", define, y se mantiene en silencio acerca de la sociedad coopepartidaria que corrió en tándem en las dos últimas décadas.

Deja en claro lo que piensa de la actual administración, ahora amenazada por "un grupo de pibes con mucho tiempo libre", según el Presidente del Consejo de Administración (pero que les movió las estructuras al punto de desempolvar un aparato barrial que tuvo que recuperar la dinámica de antaño). Dice Eseverri que "dentro de lo que hoy son los condicionantes tarifarios que ha dispuesto la Provincia, la Cooperativa está bien manejada".

El último aumento de la tarifa del agua, apoyado desde el oficialismo municipal, tuvo profundos cuestionamientos de ilegalidad por parte de la oposición. Y define, ese aumento, dónde se para el Municipio a la hora de discutir los reclamos de Coopelectric.

Mientras tanto, desde el PJ santellanista, prefieren no opinar y dejan en soledad a La Cámpora: "no participamos. No es parte de la estrategia electoral del PJ", dicen. Y nada más.

Los martines y las lulis

La incorporación de mediáticos y figuras vacías de sentido en el mundo de la política comenzó con fuerza aluvional en los 90, cuando el vaciamiento fue generalizado: el Estado, los sueños, la política como herramienta de cambio, etc.

En estos días, en los que el lastimoso cómico Miguel del Sel piensa dejar su banca en Diputados para ser Gobernador de Santa Fe, los varones de abultado ego juegan a medirse la masculinidad según la novia elegida. Así, los dos martines han tenido suerte diversa en estos campos de batalla.

Martín Redrado, aquel niño dorado, joven gold de la época neoliberal e hijo dilecto de Tiempo Nuevo, serio y ortodoxo, se enamoró de Luli Salazar y comenzaron los problemas. En primer lugar, se le cayó al piso la credibilidad: su imagen de asiento contable no se condecía con el romance con una mediática que lo llevaría, inexorablemente, a ser pasto de Intrusos. Con la piedad que suelen exhibir Luis Ventura o Jorge Rial en estas cosas.

Porque lo más terrible de estos amores es el día en que llega el final. Y los trapos sucios no se lavan en casa y en familia, sino en los programas de chimentos, en las redes sociales y en la Pronto o la Caras. Cuando Luciana Salazar lo acusó de "maltrato" luego de la separación, Sergio Massa tuvo plantada en los oídos una música que no sabe si es la más maravillosa, pero sí es sensata: la voz de Malena Galmarini, su esposa, que en Tigre sostiene campañas contra la violencia de género. En síntesis, Massa borró a Redrado de cualquier candidatura, cuando había considerado que el perfil estético e intelectual de Martín I daba para pelear la ciudad al macrismo.

Martín II

Por su lado, Martín II, es decir Insaurralde, se jugó por el amor con Jesica Cirio en las puertas de las elecciones de 2013. El ex intendente de Lomas, a pesar de haber sido derrotado por Sergio Massa, quedó perfiladísimo para próximas luchas políticas. Y como le encanta medirse -como a todos…- profundiza la relación con Jesica porque le ha dado excelentes resultados: la pantalla hot de Marcelo Tinelli, los medios en todas sus expresiones y la bienvenida de ciertos sectores consumistas de cholulismo.

Entonces se siente empoderado desde varios lados y juega con ese divismo modesto de quien fue intendente de uno de los municipios pobres y violentos del sur del conurbano pero conquistó a una linda chica de la tele.

Es así que juega a dos puntas como para asegurarse un lugar en la construcción del poder que viene: todo el tiempo deshoja la margarita entre Scioli y Massa. Y encarga encuestas con el pragmatismo de los tiempos: la idea es saber dónde lo quiere la gente. Si con el Gobernador o con el tigrense. Y a partir de ahí, decidir. En una demostración cabal de compromiso ideológico partidario…

Tanta alevosía puso Insaurralde en su oscilación, que logró enojar públicamente a Daniel Scioli: "En los próximos días voy a tomar un café con él, tranquilo, y vamos a hablar con mucha madurez y con mucha responsabilidad este tema", dijo cuando le preguntaron por los coqueteos de Insaurralde. El problema -para todos- es que Martín II, a pesar de ser un derrotado en 2013, muestra la mejor intención de voto para la gobernación en 2015. Y está claro que si algo falta son candidatos a gobernar la Provincia, esa picadora de carne dirigencial. Sin embargo, dentro del sciolismo están dispuestos a apretarlo para que se defina. No toleran más doble discurso, como la foto en Tigre después de las elecciones, junto a Cirio, Massa y Galmarini. O el discurso de la inseguridad para mudarse a Puerto Madero con su pareja.

En el massismo también es dura la reacción. El ex intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, dijo que pega el portazo si llega Insaurralde. Es que Giustozzi llegó al Frente Renovador con la promesa de Massa de ser candidato a gobernador. El cándido Darío todavía cree en ciertas promesas escritas en las tumultuosas aguas de la política. Felipe Solá, otro se anotó para un cargo en el que tiene fuerte experiencia, acaba de protagonizar un escándalo que lo dejó colgado de un hilo: él y sus custodios armados irrumpieron en una exhibición privada de Citroën en General Rodríguez, porque el ruido de los motores de competición molestaban a sus yeguas. Que podían llegar a no tener cría.

Entre el capricho de Giustozzi y el papelón de Solá, ("yo tengo más bolas que ustedes y por eso hago lo que quiero") todos están jugando para Insaurralde.

En estos días Martín y Jesica se comprometieron y piensan casarse en noviembre. Es que la experiencia de Redrado ha sido pedagógica. Hay que formalizar antes de pasarse al massismo porque Malena y Sergio manejan la moral de campaña.