El cincuentón, que intentó revitalizarse en un gimnasio, estuvo fascinado los tres primeros días con la escultural Nadia, la personal trainer que le asignaron.

Estamos en el cuarto día de prácticas y así sigue contando su experiencia:

"Día 4: Nadia me estaba esperando con sus jodidos ojos verdes clavándomelos como un puñal y su burlona sonrisita al estilo Jack Nicholson en Batman.

"No pude evitar llegar media hora tarde: fue el tiempo que me llevó acordonarme las zapatillas. La muy cabrona me puso a trabajar con las mancuernas, pero, cuando se distrajo, salí corriendo a esconderme en el baño.

"Mandó a otro entrenador a buscarme y como castigo, me puso a trabajar en la máquina de remar y... se me escapó un pedo que escuchó todo el gimnasio. Nunca pasé tanta vergüenza en mi vida.

"Día 5: Odio a Nadia más que a cualquier otro ser humano en el mundo. Anémica de porquería, con esos labios con colágeno, platinada sin cerebro. Si hubiese una parte de mi cuerpo que pudiese mover la molería a patadas en el traste, guacha de porquería. Quiso que trabajara en mis tríceps. ¡YO NO TENGO TRÍCEPS! Y si no quiere que rompa el piso del gimnasio, que no me pase las jodidas barras o cualquier otra cosa que pese más que un sándwich...

"La bicicleta fija me hizo desmayar y me desperté en la cama de una nutricionista, otra flaca estúpida que me dio una cátedra de alimentación sana. La desgraciada no tiene la más remota idea de lo que es tener hambre.

"¿Por qué no me pudo tocar alguien más tranquilo, como un maestro de costura o un estilista?

"Día 6: La muy retorcida de Nadia me dejó un mensaje en el contestador con su vocecita preguntándome por qué no fui hoy.

"De sólo escucharla tiré el teléfono al inodoro, pero luego no tenía la fuerza suficiente ni para recuperarlo, ni para levantar el control remoto de la tele, así que me aguanté 11 horas seguidas viendo un solo canal de cable.

"¡Maldito National Geographic!, me tuve que aguantar una de pajaritos apareándose y yo que hace 6 días que... ¡nada!

"Día 7: Le pedí al chofer de la camioneta de la Iglesia que me viniera a recoger para ir a misa y agradecerle a Dios que esta semana haya terminado.

"También recé para que el año que viene la empresa me mande a algo un poco más divertido: una endodoncia, un cateterismo, un análisis de próstata...

"Querido diario, un día de éstos retomaré mis escritos. Cuando recupere un poco de aliento, y mis manos respondan a los mandos del cerebro".