El fenómeno de la serie "El juego del calamar", que se convirtió -casi sin estrategia de difusión- en la serie más vista en la historia de Netflix no hizo más que visibilizar una industria cultural, fruto de una iniciativa en la que el gobierno de Corea del Sur viene trabajando desde hace décadas para colocar sus producciones en el plano internacional, una movida que tiene su correlato en el cine, la literatura, la música -con el K Pop- y las artes visuales.

No hubo prácticamente estrategia de marketing y difusión para anunciar el desembarco de la surcoreana "Squid Game" ("El juego del calamar"), creada y dirigida por Hwang Dong-hyuk: nueve episodios de una hora cada uno, excesivamente violentos y sangrientos -una suerte de pulp coreano-, en el que 456 personas con problemas de dinero compiten en juegos infantiles por un millonario premio. Tarde descubren que, en este juego de supervivencia, el precio de perder es la muerte.

Según algunos medios estadounidenses, la serie de taquilla en la plataforma de 200 millones de suscriptores en el mundo "ha puesto en marcha un nuevo juego puertas adentro de Hollywood que consiste en tratar de explicar cómo (o realmente, adivinar por qué) un drama surcoreano que llegó prácticamente sin fanfarria se ha convertido en el mayor programa de la historia". Porque además es la clase de fenómeno que primero explotó entre el público, y en redes sociales, y luego los medios de comunicación, no pudieron ignorarlo.

"Esto no salió de un repollo: Corea viene trabajando muy fuerte, desde hace casi tres décadas, en su industria cultural. Lo que estamos viendo es fruto de años de trabajo del gobierno coreano y del sector privado por desarrollar su industria cultural", explica a Télam Gabriel Pressello, gestor cultural del Centro Cultural de la Embajada de Corea en Argentina, y enumera otros fenómenos como el filme "Parasite" de Bong Joon-ho, la banda de K-Pop BTS, e incluso mirando un poco más atrás, cuando un desconocido llamado PSY puso al mundo a bailar al ritmo del "Gangnam Style", la canción más reproducida en la historia de YouTube.

Una anécdota refiere que en los años noventa, un asesor le alcanza un informe con estadísticas al entonces presidente de Corea, Kim Young-sam, donde le muestran que "Jurassic Park" (1993), la película de Steven Spielberg, había generado ganancias en el exterior iguales a las ganancias generadas por la principal automotriz coreana, en el mismo periodo. La comparación entre una inmensa industria y un solo filme fue tajante. "Ahí se dieron cuenta que era una economía de escala fascinante que podía generar toda una industria además de dar a conocer Corea. Y el Estado apunta todos sus cañones a desarrollar su industria cultural. Entonces, se acuñó el término ‘hallyu’, que significa ola coreana, lo que se empezó a ver primero en los países vecinos y, en Occidente en el último tiempo", detalla Pressello.

El descubrimiento por parte de Corea del Sur del potencial de la industria coincidió además con el regreso a la democracia después de décadas de dictadura, "lo que habilitó una apertura cultural mucho más amplia. Además también habían consolidado cierto desarrollo económico en lo tecnológico: eso sentaba las bases para que la sociedad pudiera empezar a tener más tiempo de ocio, más confort como para acceder a otros consumos culturales", detalla el gestor cultural del centro cultural que funciona en Argentina desde el 2006; el primero en toda América Latina.