Cosechó tanta devoción como resistencia. Su figura se agiganta con el paso del tiempo, y el religioso va cediendo su lugar para ingresar en la categoría de santo para sus defensores, y loco y rebelde para quienes lo denostaron. Eso sí: su pequeña figura, en los últimos tiempos tocada con un gorro estrafalario, jamás generó indiferencias.

"El era un santo por las calles de Olavarría. Era un ser tan especial, tan humano, tan generoso", asegura a veinte años de su desaparición física quien lo acompañara durante varios lustros, Noemí Schulmeister.

Un hombre piadoso, un alma caritativa, un corazón generoso, un loco lindo... A fray Romeo Musaragno se lo conoce de muchas formas en Olavarría y es uno de los pocos hombres que pueden llevar todas esas distinciones juntas. A veinte años exactos de su muerte, su figura continúa presente en nuestra ciudad.

Legalmente, Romeo Musaragno nació un 2 de marzo de la segunda década del siglo XX en un pueblito del Maerne italiano, pero siempre se dijo que había visto la luz un 29 de febrero, en el seno de una familia que unía a un noble con una descendiente de la primera reina de Hungría.

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