Con la pandemia de coronavirus extendida por todo el planeta, la Organización Mundial de la Salud acuñó un neologismo: infodemia, que consiste en desinformar, mal informar, operar mediáticamente o difundir noticias falsas y maliciosas acerca de esta enfermedad que tiene en vilo a la humanidad desde hace un semestre.

Según ha declarado la OMS, el brote de COVID-19 y la respuesta correspondiente han estado acompañados por una infodemia masiva, es decir, por una cantidad excesiva de información -en algunos casos correcta, en otros no- que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna.

En esta situación aparecen en escena la desinformación y los rumores, junto con la manipulación de la información con intenciones dudosas.

También advirtió la OPS (Organización Panamericana de la Salud) que en una pandemia la desinformación puede afectar negativamente a la salud humana.

En ese marco se inoculan los fake news, que generalmente tienen la intencionalidad de provocar un daño a través de noticias falsas.

Lo inédito es que -en una temática de índole absolutamente cientítico- periodistas, políticos, opinólogos, funcionarios salen a la palestra para analizar y también descalificar a epidemiólogos, virólogos, infectólogos, biólogos y otros profesionales que le han dedicado una vida al estudio de la salud.

La problemática llegó a la Sociedad Argentina de Infectología, que el viernes abordó la cuestión.

"Pandemia de fake news: científicos y científicas contra la infodemia" fue el rótulo de la exposición, que tuvo la participación de la doctora Soledad Gori, la doctora Guillermina Caló, ambas del CONICET, y la olavarriense María Victoria Ennis, docente de la Unicén.

"La comunidad científica viene sufriendo con la infodemia, o la epidemia de noticias faltas. Esos debates que aparecen en la opinión pública sin ningún tipo de sustento. Nosotros decimos que es como si reviviera el doctor Favaloro y se hiciera una encuesta en la puerta de una frutería sobre cómo debe hacerse un bypass coronario" comparó Diego Pietrafesa, presentador de la charla.

"Es una situación que los infectólogos padecemos y mucho. En las últimas horas hemos recibido muchas faltas de respeto, ataque de estos que han bautizado la infectadura, y una catarata de opiniones que deforman a la comunidad a través de los medios de comunicación" consideró.

Menciones como que el coronavirus fue creado en un laboratorio; bravuconadas del presidente de los Estados Unidos Donald Trump culpando a China de esta infección y hasta el francés Premio Nobel de medicina Luc Montagnier (descubrir del virus del VIH) diciendo que a este virus le agregaron una secuencia del virus del SIDA; la "gripezinha" de Bolsonaro o la patética "infectadura" vernácula no hicieron más que echar confusión a una realidad dramática.

Drogas milagrosas una semana, descartadas a la siguiente; pacientes entrando y saliendo todo el tiempo de los grupos de riesgo; barbijo sí, barbijo no; mayor letalidad según el grupo sanguíneo.

El coronavirus ocupa muchos espacios y mucho tiempo en los medios, y no siempre se trata de la manera adecuada.

"Sale a la luz la post verdad, que son las circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las referencias a creencias y emociones personales" dijo la doctora Gori.

Las fake news están conformadas con una fórmula eficaz, que consiste en mezclar mentiras con información verdadera.

"La información falsa no tiene intencionalidad, en cambio las fake news sí tienen la intencionalidad de provocar un daño" advirtió, y dijo que las fakes siguen un modus operandi, que resulta de sensibilizar, viralizar y condicionar.

Esas informaciones falsas se cuelan cuando las creencias se imponen a la evidencia, por teorías conspirativas, el negacionismo... "La verdad se echa a un lado, y se prioriza la percepción propia" dijo.

En ese sentido irrumpe el absurdo. Que el coronavirus es falso, que las vacunas vienen con microchips para insertarlas en las personas y que los gobiernos las controlen, o que el virus se transmite por 5G.

"Cuando estas creencias tocan a la salud, ya es un problema" señaló.

El impacto de las fakes news es de tal magnitud que se considera que para 2022 la mayoría de las personas de los países desarrollados van a consumir más noticias falsas que reales.

La influencia de los algoritmos de las redes sociales hacen que aparezcan primeros los posteos que la información de medios de comunicación; si una información llega por muchas vías empuja a pensar que es verdadera, y ciertos medios amplifican las voces más extremas porque los hacen más confiables ante una audiencia que espera que le digan lo que quiere escuchar.

La infodemia se aprovecha de las necesidades, el miedo y la angustia que atraviesan las personas en medio de esta pandemia.

Las noticias falsas viajan 10 veces más rápido y llegan más lejos porque, aún desmentidas, sobreviven en las redes sociales.

A su turno, la doctora Caló consideró que una buena tendencia, en cambio, es que durante la pandemia hay un alto porcentaje de gente que confía en científicos, médicos, expertos, autoridades sanitarias y personal de la salud, lo que significa una revalorización del saber especializado, que no causa controversia.

A su vez, puntualizó algunos peligros ante la presencia de una información. El receptor debe observar si se trata de una información inventada; si se sacan conclusiones apresuradas o es una información manipulada.

El antídoto es chequear siempre las fuentes, buscar en sitios confiables (por ejemplo la Organización Mundial de la Salud), contrastarla con otros medios y revisar las imágenes (recordar los disturbios en Chile de vieja data, que TN atribuyó a una protesta en Villa Azul).

Hay un tipo de información que puede ser sumamente peligrosa, y es la de contenido engañoso: tienen una base científica, pero están totalmente exageradas o malinterpretadas por los medios (por ejemplo, la mayor predisposición a tener COVID-19 en personas con grupo sanguíneo A que aquellas con grupo 0).

Si hay un ámbito que fertiliza a la infodemia es cuando una persona con cierto poder o cierto status divulga una información, entonces es muy difícil desarraigarla (Donald Trump, Luc Montagnier, Jair Bolsonaro, las imprudencias de la ex ministra Patricia Bullrich, el diputado Cornejo, el ex senador Pichetto o el diputado Iglesias).

El cierre de la exposición estuvo a cargo de la olavarriense Victoria Ennis, del Observatorio de Medios de la Universidad Nacional del Centro (Unicen).

"Seis de cada diez noticias en los medios desde marzo fueron de este tema" dijo, al analizar el cuadro de un investigador mendocino.

Hizo alusión a que, de un estudio de la Universidad de Quilmes, se desprende que se registró un 31% de aumento en el encendido de TV, y también se incrementó un 30% la permanencia frente al aparato en este tiempo de pandemia.

"Nunca antes los medios habían prestado tanta atención a la ciencia al mismo tiempo. Esto significa una oportunidad histórica para los que se dedican a la ciencia de hacer visible su trabajo y demostrar su importancia social" subrayó.

Victoria consideró imprescindible encontrar un equilibrio entre la persistencia de la información "que es necesaria" y la "infodemia que nos abruma y nos confunde".

Recomendó a científicos y científicas usar un lenguaje simple y claro, sin tecnicismos, cuando aparezcan en los medios de comunicación, y en lo posible usar imágenes. Incursionar también en redes sociales.

Al público consumidor de informaciones aconsejó la plataforma Confiar de Telam; sugirió desconfiar de las cadenas o anónimos de Whatsapps; de los títulos que generen angustia, preocupación o euforia ("cuando salga una vacuna, hasta por cadena nacional se va a anunciar", graficó); pidió leer toda la noticia antes de compartirla; mirar la fecha de publicación; chequear las fuentes identificables y contradictorias.

Finalmente, casi a modo de ironía, recomendó "no compartir".