Ingeniería analiza el agua del Impenetrable Chaqueño
El análisis del agua del Impenetrable Chaqueño surgió luego de que la docente de la Facultad de Ingeniería, Julia Tasca, conozca a Amanda Ormazábal, integrante de la Asociación Guías Argentinas.
En la región chaqueña del Impenetrable vive una de las mayores poblaciones de aborígenes del país, integrada por wichis, tobas y mocovíes. La gran mayoría de las viviendas son de adobe y pajas, por lo que la vinchuca anida y provoca el Mal de Chagas en los habitantes. También hay muchos casos de tuberculosis, lo que sumado a la mala alimentación son factores que inciden en una alta tasa de mortalidad infantil.
Si bien la producción es mayormente vacuna y caprina, las escasas lluvias en determinadas épocas dificultan el proceso productivo y se vuelve muy difícil la supervivencia de los seres vivos.
Frente a la escasez de agua para consumo, distintas agrupaciones y empresas hicieron y siguen haciendo en la zona varios pozos para abastecer a los habitantes. El grupo que integra Amanda Ormazábal, a partir de los lazos con la Facultad, la convocó para realizar el análisis fisicoquímico de varios de esos suministros.
Uno de los análisis se hizo para determinar la calidad del agua de red de la pequeña localidad Misión Nuestra Pompeya, en el corazón del Impenetrable. Otro, en un pozo recientemente perforado en una escuela secundaria del Paraje Los Suris. Además, de esos dos lugares y de otro pozo ubicado en una escuela del paraje Bajo Hondo, se realizaron análisis para determinar nivel de arsénico, que estuvieron a cargo de especialistas de la Universidad del Sur, todo sin costo alguno.
Ingeniería tiene antecedentes de este tipo de estudios, con el proyecto de voluntariado universitario "Agua que no has de beber". El objetivo es analizar el agua de consumo en determinados barrios de Olavarría que no poseen servicio de red, y una vez que se conoce la calidad del agua que se consume, asesorar en relación con los recaudos a tener en cuenta al momento del uso. Para esta iniciativa en Chaco, la intención es la misma.
En este sentido se inició el proceso para verificar la calidad del agua que las Guías habían acercado a los chaqueños. "Amanda sabía por estudios de la provincia que en esa zona hay contenido de arsénico, así que suponía y esperaba hacer las medidas, previendo en un futuro lejano poder hacer algún tratamiento del agua con niveles adecuadas para el consumo", explicó la ingeniera Julia Tasca, que vinculó a las Guías con la directora del proyecto "Agua que no has de beber", la ingeniera Viviana Colasurdo.
En Chaco, el 76,5% de la población provincial tiene agua potable y alrededor de 150.000 personas se encuentran afectadas por la falta de acceso a este recurso, de acuerdo a un informe de la Universidad Nacional del Noroeste. Esto influye directamente en el consumo de agua y alimentos asépticos, en la salud y en la higiene personal.
El arsénico es una sustancia cancerígena, que consumido en grandes cantidades o prolongadamente en el tiempo produce enfermedades en todos los sistemas del cuerpo humano. De todas maneras, hay tratamientos económicos y accesibles para disminuir sus niveles en el agua pero no directamente en el pozo, sino una vez que se capta el recurso. En algunas ciudades de la provincia de Buenos Aires con difícil acceso al servicio, se han instalado sistemas de tanques que en el fondo tienen arcilla absorbente de arsénico, y una vez que el nivel de arsénico baja, el agua pasa a un tanque cisterna que suministra el agua apta para el consumo a la población.
Una vez que se den a conocer los resultados de los análisis, las Guías Argentinas informarán a la población sobre los datos obtenidos y en caso de que los niveles sean dañinos, asesorarán de los recaudos que se deben tomar para poder consumir el agua.