Un 2 de abril de 1982 jóvenes con muy poca instrucción militar formaban parte del inicio de una guerra contra uno de los ejércitos más poderosos del mundo en aquella época. En aquel entonces, el olavarriense José Trinchín tenía 22 años y se desempeñaba como Cabo segundo de la Armada.

"La preparación militar que teníamos era lo que habíamos aprendido en la escuela de suboficiales que básicamente eran cuestiones técnicas. Realizábamos todo lo que hacía falta para que el buque navegue. El buque no tiene armas de mano, entonces lo que se hacía era un curso para la dirección de tiro de los cañones y misiles", señaló el ex combatiente.

En este sentido, Trinchín destacó la notoria diferencia en la preparación respecto del ejército británico, un país con una historia bélica de cientos de años: "Eran profesionales, cobraban un sueldo, muchas veces ellos van a la guerra y no saben en qué parte del mundo están peleando porque es su trabajo. Ellos se asombraron mucho del soldado argentino porque nosotros luchamos por valores, por la patria y por cuestiones que tienen más que ver con lo afectivo que con trabajo".

Sin embargo, la diferencia entre ambos ejércitos no sólo radicaba en la preparación de los combatientes sino en que el armamento militar británico era muy superior al de los soldados argentinos: "Los buques con los que contábamos eran muy viejos, con más de 35 ó 40 años de servicio y obsoletos en cuanto a la navegación. Si bien se podía navegar, el buque no desarrollaba la velocidad original. Además, se les pusieron misiles a buques que generalmente no los tenían porque eran de la segunda Guerra Mundial, cuando los misiles no existían", recordó Trinchín.

Pese a esto, los británicos no eran el único enemigo de los combatientes argentinos ya que las bajas temperaturas en las Islas Malvinas y la falta de equipamiento de abrigo convirtieron al frío en una de las principales carencias que debieron padecer: "El frío fue muy intenso ya que utilizábamos ropa de grafa, por lo que cuando salíamos del buque sufrimos muchísimo. De hecho, tengo varios compañeros que volvieron con problemas en los pulmones a causa de las bajas temperaturas que pasamos allá".

Si bien en su escuadrón la comida no fue un inconveniente y no se padeció el hambre, una buena parte de sus compañeros no corrió con la misma suerte: "En mi caso la alimentación era buena, aunque era limitada. En las islas, lo que me han comentado es que en algunos lugares no era tan mala y en otros lugares fallaba la cuestión logística, no había suficientes cocinas de campaña o no llegaban los alimentos en tiempo y forma. En algunas ocasiones el jefe mandaba a matar dos ovejas por día y con eso se comía Sé de otros compañeros que se han metido a campos a matar ovejas para poder comer", aseguró Trinchín.

Ataque al General Belgrano

A un mes de haber iniciado la guerra, el día 2 de mayo, se produjo el hundimiento del crucero ARA General Belgrano a causa de un ataque submarino inglés. El ataque a la embarcación argentina se produjo fuera del área de combate establecido por el Gobierno Británico alrededor de las islas.

El hundimiento del crucero causó la muerte de 323 combatientes argentinos, prácticamente la mitad de los decesos nacionales que se produjeron durante la guerra: "Lo más fuerte que viví fue la recuperación de los náufragos del crucero. Cuando comenzamos a encontrar balsas sobrecargadas de gente con 30 personas cuando tenían capacidad para 20, vi la solidaridad de los que estaban a salvo. Pero también había balsas que tenían 4 ó 5 chicos que estaban todos muertos. O algunas que tenían un único sobreviviente rodeado de muertos", rememoró Trinchín.

Por otro lado, aclaró que "cuando ves a algún herido en combate das cuenta de la dimensión de lo que está pasando. Mientras tanto son explosiones, son disparos, son cosas que pasan de alguna manera, pero cuando ves a los muertos y a los heridos ahí realmente entras en razón de lo que pasa".

Estas situaciones son las que, según relata el Veterano de Guerra, te marcan para el resto de tu vida: "Yo creo que no es posible recuperarse plenamente de la guerra ya que el estrés postraumático es muy fuerte. Las sensaciones que se viven, de tener presente en la memoria a los muertos y el dolor de la pérdida de amigos y compañeros".

El regreso al continente

El 2 de julio se produce el arribo de los combatientes a suelo continental, el dolor de haber perdido la guerra y con ella a cientos de compañeros y amigos se sumaba al destrato por parte de las autoridades. "Cuando llegamos a Puerto Belgrano no nos recibió nadie. Había chicos que tenían a su familia ahí y no les avisaron que iba a entrar el buque después de estar 3 meses navegando cuando tenían la posibilidad de haberlo hecho", aseguró Trinchín.

Una semana después, Trinchín regresó a su vivienda en Loma Negra y el recibimiento y reconocimiento del pueblo argentino fue mejor. "Tengo compañeros que han regresado a su pueblo, han sido esperados y aplaudidos. En mi caso yo vine sin avisar, estuve una semana con mis padres y tuve un acto acá en la iglesia en donde el sacerdote nos nombró y nos regaló un rosario a los que estábamos ahí, pero eso fue todo", señaló.

Una de las grandes dificultades que tuvieron los Veteranos en su regreso fue la reinserción al mundo laboral. Si bien en Olavarría se realizó un acuerdo con grandes empresas para que tomaran a algunos excombatientes, este no fue el caso de Trinchín. "En aquel momento yo vivía en Quilmes y estuve casi 2 años sin poder entrar a trabajar a ningún lado porque donde yo ponía en el currículum que había estado en Malvinas lo veían como algo negativo así que tuve que ocultar mi pasado para poder entrar en una empresa", afirmó.

El reconocimiento en la actualidad

Al día de hoy Trinchín aseguró que el pueblo argentino agradece a los ex combatientes tanto en la calle como en las instituciones: "Desde la sociedad somos reconocidos, por lo menos acá en Olavarría. Hemos podido insertarnos y hemos tenido el acceso a una ley que nos permite trabajar como porteros en las escuelas. En ese sentido fuimos tratados muy bien".

Sin embargo, el reconocimiento para lograr el reconocimiento de las autoridades políticas fue mucho más complejo y requirió de una fuerte lucha. "Costó mucho que las leyes salieran, había mucha oposición, incluso tenemos leyes que todavía están trabadas. El acceso a la jubilación se permite sólo para soldados conscriptos y no a los que hayamos tenido alguna jerarquía, por más que nos hayamos ido de las fuerzas apenas terminada la guerra", señaló Trinchín.

Y, por último, reveló que "contamos con una pensión que nos da el estado. En algunos lugares se ha conseguido una ley para hacer algún barrio, acá en Olavarría se obtuvo en el año 87 el Barrio de Excombatientes que son 10 casas que se entregaron con un crédito que se gestionó a través de la provincia".