La panadería La Colina hace ya 25 años que nació. "Fue el 3 de julio de 1993, a cargo del jefe (cuenta Cintia Fernández, cuando habla de su papá César, quien la escucha y se ríe)". Y enseguida toma la palabra el jefe de la familia para contar que "soy panadero desde el ´53. Nací ya ya vivía al lado de una panadería en un pueblito de acá cerca que se llama La Colina, de los mismos pagos que el piloto de TC Federico Urruti. Mi tío Bernardo era panadero allí. Y con mis padres nos vinimos a Olavarría en 1953, yo tenía tres años, y vivíamos al lado de la panadería Apolo, en Estrada y 25 de Mayo. Así que era catador de alma, porque iba a comer tortas negras todos los días. Después empecé en el comercio, en varios lugares, y en el ´90 arrancamos con la panadería pero por una idea de otro muchacho. Vivíamos cerca de donde estamos ahora (que es en el cruce de las avenidas Urquiza y Sarmiento) y enfrente estaba la panadería de Juan Marti, y él fue el de la idea para poner en este lugar una panadería. Así que compré el terreno y empecé a edificar" explicó don César.

"Así que en el ´92, como Juan se recibió de profesor de educación física y se fue a vivir a Bolívar, tomé la posta la panadería que tenemos hoy, en la edificación que yo hice. En ese momento estaba trabajando con Lucero y Fernández, donde estuve 20 años pero antes pasé por El emporio del juguete, en La isleña, en la tienda San Miguel y en la Femenil, y de acá, en el ´69, pasé con mi hermano y Baby Lucero. Yo era viajante. Pero luego la mano cambió y querían sacar al viajante para poner autoservicio, pero como tenía la posibilidad de probar con la pandería, me dieron unos pesos y terminé de armarla. El lugar ya era mío, compré lo que faltaba y se abrió La Colina" continuó contando, para resaltar que contó con el respaldo de su esposa (Elba Bonifacio) y allí fueron naciendo los cuatro hijos: Micaela (profesora de inglés, la esposa del panadero que tiene Mil Sabores), Rocío, Cintia y Franco (Rocío y Franco son oficiales penitenciarios).

"De a poco fui aprendiendo en la cuadra, pero me ayudó mucho Tato Lezcano, que sabía mucho del trabajo de confitería. Yo de pan, porque de confitería no me gustaba, y con Tato arrancamos. Después se enfermó y falleció. Después lo tuve a Guillermo Galván trabajando por acá, fueron varios, algunos agradecidos y otros no tanto", agregó.

"Yo aparezco en escena en 2010 cuando me hice cargo de la panadería porque papá andaba con algunos problemas de salud, aunque ya trabajaba con él. Antes estuve, desde 2003, en Mil Sabores, en la panadería de 25 de Mayo y Pueyrredón, de mi hermana y mi cuñado. Así que ahora estoy al frente del negocio, atendiendo a los clientes y en atención de proveedores, con un equipo de chicas, y trabajo junto con mi esposo Luis Delpiani que está a cargo de la cuadra con los demás empleados, en la producción. El estaba en camiones y en colectivos, pero se bajó para quedarse conmigo en la panadería. Papá igual siempre está cerca, porque es muy buen consejero, ya que ante cualquier duda que tenemos él nos aconseja muy bien, ya sea en lo laboral o en la vida" explicó Cintia.

"Tenemos una hermosa clientela que supo formar papá y pasan los años y la mantenemos con los años, pero siempre estamos buscando mejorar en todo, que la panadería sea reconocida, porque mis padres hicieron un gran esfuerzo para armar la panadería. Son muchos años. Mi hermano tenía apenas diez meses cuando arrancó con La Colina, así que aprendió a caminar agarrado a los canastos de pan, y las chicas éramos chiquitas, entre 8 y 5 años, así que andábamos comiendo de todo. Como pasa en cualquier negocio, ya sea un kiosco o de helados, pero eso pasa al principio y luego una se cansa un poco -dice Cintia, riéndose-. Pero gracias a Dios, pese a la situación que todos estamos atravesando en todo el país, la panadería va bien" dijo Cintia.

"¿Lo que más se vende?, mucho pan, por supuesto, pero también lo de la confitería. Siempre sumamos un poco más, agregamos algunos productos para no quedarnos solamente con el pan, las facturas y los bizcochos. La gente va pidiendo otras cosas y acá vienen muchos y se sorprenden porque hay variedad. Se llevan el pan, pero también una pizza, unos sandwiches, una gaseosa, una leche, un yogur, un artículo de despensa, por ejemplo. Tenemos algunas cositas anexadas a lo que es la panadería. También pasa mucha gente que se va a pescar y pasan a las 6 de la mañana, y como en la cuadra aún están trabajando entonces les hacemos el favor y les vendemos lo que necesitan", contó.

"También están los que van a trabajar rumbo al Parque Industrial, así que La Colina les queda de pasada y pasan a comprar azúcar, yerba y los bizcochitos o las facturas para el mate, pero siempre sin dejar de lado la panadería, en donde el miñón está a full. Pero también se vende la galleta y la flauta, para los choripanes. El felipe ya no se hace más, pero era el miñón más grande, y el pan francés o flauta también está. Y, por supuesto, tenemos un producto top que es la galleta de campo, que nos sale tostadita, ya que mantenemos el horno de ladrillo con un anexo de gas. Hacemos el pan tostado, que se hace en el piso, y el pan blanco que va en bandeja; los nuevos hornos los hacen en bandeja, pero tenemos buena clientela con esa galleta de antes en la bolsa, que la dejás una semana en la bolsa y siempre está buena" terminó contando Cintia.