smelo@elpopular.com.ar

Hace pocos días la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires la condecoró como "Personalidad Destacada en el Ámbito de la Ciencia". Nora Bär es la decana del periodismo científico en la Argentina, ejercido durante más de 40 años como editora de Ciencia y Salud del diario La Nación. Su voz durante la pandemia ha sido esclarecedora, sostén de un equilibrio que se quebró en pedazos en los medios masivos.

Fue maestra, estudió Letras y traductorado de Francés en la UBA, es docente, conferencista, en plena segunda ola dejó La Nación, tiene un programa de radio, es columnista de otros, escribe en El Destape Web y acumula decenas de premios. En julio de 2020, cuando el virus era un enigma mucho mayor que hoy, terminó en terapia intensiva con neumonía bilateral. Supo desde adentro y desde afuera de la tragedia y trató de explicarla lo más claramente posible, para desactivar tanta angustia con lo que más fortalece: la buena información.

-¿Cómo deberíamos prepararnos para vivir en un futuro cercano donde seguirán asediándonos los virus zoonóticos relacionados con la acción humana en el planeta?

-Hay que establecer sistemas de monitoreo muy efectivos, de intervención muy rápidos para actuar inmediatamente cuando surgen estos brotes. Hay una comisión independiente que examinó todo lo actuado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y aconsejó que debería tener una independencia mayor tanto en materia política, para no tener que esperar el permiso de los países, como en lo financiero. Que pudiera intervenir en los países que tuvieran brotes e investigar con sus expertos; en el caso del covid estuvieron muchos meses tratando de ingresar a China para poder analizar de dónde había salido el virus.

-¿Y qué sucede con la relación humana con la naturaleza?

-Después hay algo más filosófico que necesita cambios profundos que es la relación del ser humano y los modos de producción, el uso de la tierra, el avance sobre las áreas de vida silvestre. En este caso se especula con que el traspaso de los animales al ser humano de este virus debe haber sido a través del murciélago. Pero hay otros ejemplos como el ébola, que sí se sabe que pasó del murciélago fructívoro al humano y se cree que fue a través de la caza de monos en Africa. Antes esto no ocurría porque las ciudades eran más pequeñas, estaban más alejadas de las áreas silvestres, no había tanto contacto, pero con el avance de las metrópolis se recluyó a las especies a zonas más limitadas y hay mayor interacción. Lo mismo sucede con la venta de animales silvestres vivos que se da en los mercados en China; es una oportunidad para que los virus de estos animales, que a ellos nos los afectan, cuando pasan a los humanos los perjudiquen porque nuestro sistema inmunológico no está preparado para defenderse de estos microorganismos.

-¿Tenés una mirada crítica de la actuación de la OMS en la pandemia?

-Creo que la OMS en sí misma tiene que replantearse cómo actuar en casos de brotes que amenazan con volverse pandémicos. Antes no existían los vuelos ni se movían mil millones de pasajeros alrededor del globo ni podían llevar un virus de una ciudad a otra en diez horas; entonces va a haber que estudiar otro sistema. La OMS tiene que abrirse a expertos de otras áreas. Hubo varios errores en esta pandemia porque prevalecieron los criterios exclusivamente médicos y no se dio lugar a los análisis científicos de otras áreas de la ciencia como las de la atmósfera, que fueron las que probaron que el virus sí podía mantenerse en el aire durante dos o tres horas. La OMS lo había negado. Cómo utilizar las pruebas diagnósticas lo diseñaron los químicos analíticos, pensaron mejores modos para usar los test de detección del virus. Todo eso venía desde fuera del sistema sanitario. Y todavía el sistema es renuente a invitar a que trabajen codo a codo otras áreas de la ciencia. Está muy encerrado en lo médico y una pandemia como ésta tiene aristas que no son exclusivamente médicas sino que tienen que ver con el comportamiento social, con cuestiones económicas, sociológicas… no es meramente biológico.

-¿Cuál es el origen de esa renuencia?

-Es una tradición; la epidemiología es la que siempre se dedicó a analizar una pandemia, pero hay muchas herramientas de análisis de estos brotes que probaron ser más ajustadas y que vienen de otras ciencias. Por cultura el sistema sanitario lo pensó todo simplemente como una estrategia sanitaria y la pandemia lo desbordó. Había que aceptar que otras áreas de la ciencia que no tienen que ver con la medicina podían aportar grandes opciones. En los médicos hubo equivocaciones notorias y muchas soluciones vinieron desde más allá de la institución médica. Tomás Pueyo, uno de los gurúes de la pandemia, dice que uno de los errores es no saber a quién preguntar. Y se refería a los gobiernos. Se han manejado por los títulos, por las trayectorias, pero en realidad hemos visto en la televisión muchos médicos opinando y diciendo cosas muy erradas. Dice Pueyo que hay que ver quién acierta más. Y yo como periodista científica llegué a la misma conclusión. Vi médicos y especialistas de gran renombre en los que una confiaba, pero las recomendaciones que hacían no eran las más correctas. Y otros que no venían de la medicina tenían aciertos y pronósticos mucho más ajustados que los infectólogos. En Gran Bretaña hubo epidemiólogos que hablaron de la inmunidad del rebaño, que había que dejar que todo el mundo se contagiara y tuvieron que dar una vuelta de timón porque la cosa se les iba de las manos.

-¿Cómo afecta a la ciudadanía, virgen de conocimiento científico, cuando en los medios masivos se opina en forma generalizada e irresponsable?

-Afecta mal, muy mal. Lamentablemente cuando fue el día del infectólogo, uno de ellos puso en Twitter "feliz día a los economistas, neurólogos, comentaristas de política, abogados…", porque en la pandemia todos éramos infectólogos. Se escucha y se lee tal sarta de desvaríos que una se agarra la cabeza. La influencia que tienen todas esas personas tan reconocidas que ocupan lugares relevantes en los medios y especialmente en la tele, puede tener consecuencias muy graves. Lo vimos con el momento en que una conductora de televisión tomó un trago de lo que decía que era dióxido de cloro y tres días más tarde murió un chiquito al que le habían dado dióxido de cloro siguiendo el consejo.

-¿Te preocupa la resistencia a vacunarse de mucha gente, a partir del miedo que se genera?

-Los medios y especialmente la televisión son los que crean el sentido común; cuando se escucha repetir tantas veces que las vacunas hacen mal, que no tomen este veneno, o que las vacunas no protegen con una sola dosis, sin ningún basamento científico, se puede hacer mucho daño. Una como periodista científica tiene una enorme responsabilidad en todos lo temas, de ser veraz y rigurosa. Pero especialmente en temas de salud. Si una se equivoca en una nota sobre un agujero negro será un bochorno. Pero si se equivoca en un consejo de salud puede hacer un daño enorme.

-Cuando la grieta política atraviesa los medios –vos has trabajado en medios de ideología antagónica- ¿incide negativamente en la emergencia sanitaria?

-Es muy nocivo. Para tratar de denostar al que está del otro lado, se sesga la balanza para mostrar solamente lo malo. O se encuentran datos negativos en hechos que no lo son, prevalecen las interpretaciones de que hay cosas sospechosas, y se contribuye a generar entre la población dudas respecto a los tratamientos con mala información. Del otro lado, al contrario, por respaldar al sector al que uno prefiere, se dejan de ver aspectos negativos. Todos podemos equivocarnos. Yo personalmente considero que en el manejo de la pandemia hubo cosas buenas y también errores. Como periodista una se debe a la verdad o al menos a la honestidad intelectual.

-Cuando los medios masivos hablan del problema insoluble que es la falta de la segunda dosis de la Sputnik, vos publicás en Twitter que hay muy buenas noticias para la producción inmediata de la segunda dosis acá. ¿Cómo se hace para elegir a dónde poner el crédito?

-Tomás Pueyo dice que hay que seguir a los que tienen más aciertos. A lo largo de la pandemia, quiénes fueron los que informaron verazmente y quiénes se equivocaron todo el tiempo. Yo me puedo equivocar, pero soy muy cuidadosa con la información que doy. La información de la que hablás la publiqué porque me llegó de una fuente inmejorable y me pareció que había que difundirla. Tanta fue la prédica del componente dos de la Sputnik, que me pareció importante difundir, cuando me enteré de una fuente que me merece la mayor de las confianzas, que el lunes llegan 500 litros y la otra semana 500 litros más que permiten hacer 1.600.000 dosis del componente dos. Había que difundirlo ante tanta angustia. Estamos viendo que los casos bajan, las hospitalizaciones, las terapias intensivas están menos presionadas, la mortalidad baja, y hay un ritmo muy sostenido de vacunación. Tratemos de no enloquecer a la gente.

-Ante este panorama optimista, ¿qué posibilidad hay de una tercera ola a partir de la variante Delta?

-Hay un esfuerzo denonado para que no entre la variante Delta. El coronavirus llegó por Ezeiza. Y la variante Delta está ingresando por Ezeiza. Recién Salud dio a conocer que detectaron 7 casos más de viajeros positivos. Suman 29. Por suerte los detectaron al ingreso. El tema es que se logre que no tenga circulación comunitaria. Está llegando de Europa, de América, de más de cien países. Que nos dé tiempo a vacunar a mucha gente, porque nadie puede decir seriamente que no va a llegar. En el Reino Unido subió un cien por ciento el número de casos porque es el doble de transmisible pero no subieron tanto las hospitalizaciones ni la letalidad.

-¿Rescatás la estrategia de vacunación masiva con primera dosis?

-Sí, es lo que hizo el Reino Unido con muy buenos efectos. Me parece que acá estamos viendo los resultados, cómo están bajando los casos. La segunda ola tuvo un avance tan impresionante que si no se hubiera cerrado todo se habría desbordado todo el sistema sanitario. Se evitaron miles de muertes.

Directores de orquesta

-¿Cómo se desactiva tanta angustia por la segunda dosis?

-Hay mucha gente preocupada y no debería estarlo. Porque no es que la inmunidad se desvanece de un día para el otro si no recibimos la segunda dosis, que lo único que hace es agregar un poco más de efectividad a la que recibimos primero. Por un lado está la rama de anticuerpos del sistema inmunológico que se generan, que crecen -son las inmunoglobulinas, unas proteínas-, y luego se van desvaneciendo lentamente. Pero después hay otro aspecto que es el que está analizando ahora (el bioquímico) Gabriel Rabinovich y su equipo de la Plataforma Covid T. Ellos pueden medir si se activan los linfocitos T que son como los directores de orquesta del sistema inmunológico. Son los linfocitos de memoria, es la parte que dura mucho más tiempo. En el análisis de un brote de 2002, los linfocitos T podían durar en un paciente once años. Con una dosis de Sputnik o una de Sinopharm la mayoría de las personas tiene gran activación de los linfocitos T y si no se recibe la segunda dosis a los tres meses, los anticuerpos se pueden ir desvaneciendo pero puede tener la protección de los linfocitos T.

-¿Qué te aportó en lo personal y en lo profesional haber tenido covid tempranamente?

-Fue ver un poco desde adentro lo que le pasaba a la gente. A mí me ocurrió al principio, en julio de 2020. Si bien estuve internada en terapia con neumonía bilateral, no necesité oxígeno. Era una época cuando no se sabía cómo tratarlo. Me dieron antibióticos, cuando era un virus. Pero todas las neumonías se trataban con antibióticos… Ahora de ninguna manera lo darían.