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En esta semana, en uno de los programas políticos de la televisión, rescataban aquel trágico 2001 cuando el entonces presidente de la Nación, Fernando De la Rúa prometía incansablemente, y casi como una letanía, que no habría devaluación, que él no guardaba ninguna intención de devaluar y que no se iba a mover de la convertibilidad.

Con algunas diferencias contextuales, hoy el ministro de Economía promete lo mismo y las cosas pueden terminar igual que hace veinte años.

En esos días de diciembre de 2001 regía el "corralito" de Domingo Cavallo por el cual los argentinos podían sacar por cajero hasta mil pesos/dólares mensuales. Detrás acechaban los barones del Conurbano que habían encontrado dos cosas para pegar el zarpazo: tenían el líder de lo que podría llamarse la revuelta, Eduardo Duhalde, un plan de devaluación y con un gobierno debil que no se podía tener en pie y que se bamboleaba en el poder, sin poder mantenerse.

Duhalde había esperado pacientemente para vengarse de su enemigo, Carlos Menem, y lo primero que iría a hacer sería destruir su creatura, la convertibilidad, sin importarle las consecuencias que ello tendría en la vida de los argentinos.

Diciembre de 2001. La calle se iba poblando de gente. Estaban los que temían por sus ahorros, las patotas del Conurbano enviadas por los barones se disponían a terminar con ese gobierno que un par de años antes los había sorprendido con un triunfo inesperado. Duhalde perpetraba un plan de brutal devaluación que se comenzaría a aplicar en febrero haciendo añicos los salarios.

Fueron esos momentos de la historia en los que los idiotas útiles suelen ser arrastrados por los perversos que sí tienen en claro qué hacer y hasta donde avanzar.

El primer golpe ya se lo había dado su vicepresidente, Carlos "Chacho" Alvarez condenando el gobierno a la intemperie y a la faltaa de gobernabilidad. El Presidente cometió el último error, el de declarar el estado de sitio y luego la Policía y su gatillo facil completaría la enorme ineficiencia e incapacidad del régimen para saber salir de ese momento tan crucial. Había ganado las elecciones de 1988 por comprometerse a mantener la convertibilidad que era lo que quería la gente y Duhalde las perdió por ser ambiguo con ese tema. Un par de años más tarde se tomaría la revancha.

Pesificación asimétrica

No se sabe si Duhalde, los barones del conurbano y De Mendiguren sabían con claridad y con certeza los alcances de sus maniobras político-económicas. Es de suponer que si, que oficiaban de grandes gestores de semejante injusticia. Con la primer devaluación ambos gestores le abrieron las puertas a una bestial devaluación del dólar que lo llevó hasta 40 pesos por unidad, dinamitando consecuentemente los salarios.

Lo cierto es que todo un país trabajador estaba perdiendo plata y una minoría se preparaba para concretar pingües negocios. Pero esas maniobras fueron "vendidas" o publicitados, como decíamos, como un operativo de salvación nacional cuando en realidad estaban jugando una timba infame con los salarios y llevaban a las mayorías hasta muy cerca de un abismo que se abría inexorablemente ante sus ojos.

Un paradigma o una teoría no se la derrumba de un plumazo. Por el contrario, como aconseja el filósofo de la ciencia Imre Lakatos, primero hay que trabajar sobre las hipótesis derivadas que se desprenden de las leyes o principios damentales de ese programa e ir progresivamente hacia su mejoramiento. Nada de eso se hizo. Lo primero que atinaron estos cráneos fue a destruir la convertibilidad en vez de modificar gradualmente la paridad cambiaria. Pero es Argentina y así se procede dentro de ese sindrome fundacional de la casta dirigencial que tenemos. Parecen decir: "destruyamos todo, total son los asalariados los que van a pagar las consecuencias". Y eso sucedió, quienes pagaron fueron los sectores de ingresos fijos. Ah, si Lakatos viviera...

El pueblo pagó

Con el "corralón" y la clausura definitiva de los cajeros automáticos. Los dólares prometidos quedaban bien guardados en los bancos y el presidente provisorio, Eduardo Duhalde concretaba su revancha contra Menem y su convertibilidad.

El país se disponía a cerrar una etapa de larga estabilidad que no se supo preservar tocándole solamente alguna variable y nada más. Hacia delante se podía entrever la incertidumbre angustiante de una aventura devaluatoria implementada por un político y un economista quien hoy todavía insiste que habían salvado la productividad rebajando los sueldos en un 40 por ciento y sin ningún plan racional.

Se estaba timbeando con el futuro de los argentinos pero una parte de la sociedad, los poderosos de siempre, incluidos los políticos, claro, devolvian sus préstamos bancarios con una paridad cambiaria que ya había fenecido. El pueblo argentino subsidiaría una vez más las ganancias de estos poderosos mientras los trabajadores y jubilados veían con impotencia como se les recortaban sus haberes por causa de una devaluación demencial.

Por estas paradojas de la historia nacional, hoy los artífices de aquellas maniobras perversas o equivocadas o ambas cosas, se pavonean por los medios como héroes o salvadores del país. El remate de aquellos momentos sería aquella ley de lemas trucha para una elección sin que el resto de los sublemas le sumaran al ganador. Duhalde completaba su revancha contra Menem.

¿Lo que se viene?

Hoy, el ministro de Economía, Martín Guzmán también reitera incansablemente que no habrá devaluación y nos recuerda a aquel De la Rúa de diciembre de 2001 cuando se veía venir el golpe institucional de Duhalde y sus aliados. Un contexto similar al de veinte años atrás se cierne sobre el futuro de los argentinos. Los trabajadores tiemblan tanto como cuando el coronavirus comenzó a circular por las calles desiertas por la cuarentena eterna mientras el Presidente, tan debil como De la Rúa trataba de distraerse con fiestitas clandestinas en la Quinta de Olivos.

También De Mendiguren, esta vez con un libro en el que hace una mirada retrospectiva de aquel verano siniestro de 2001/02, vuelve con el mismo discurso productivista nacionalista mientras no sabe como explicar los porqués tiene, sin embargo, un celular importado, "el de la manzanita", bromea el otro economista. A su lado, Roberto Cachanosky, un liberal ortodoxo e insostenible como Espert y Milei, intenta explicar como salir de la crisis pero dejando a la intemperie a toda una población sumergida en la pobreza mientras, y ese mismo programa de TV el "Vasco" De Mendiguren vierte en la discusión sus argumentos de 2001 que quedan descontextualizados de la realidad económica generada por su propio y actual gobierno, el que manejan Aberto y Cristina con inoperancia supina.

Volver

No existe duda que en algunos casos se puede seguir pregonando que Dios es argentino. Al final, el Presidente Alberto Fernández le pudo empatar a Suecia y a otros países nórdicos el partido del Covid 19. La ola que azota al norte de Europa parece haberle ayudado a Alberto a descontar y lo ha puesto cerca del empate.

En donde se sigue jugando el partido de antes sin atender a los cambios sería en Fanazul, en donde, pese a las recomendaciones que seguramente habrá del FMI, igualmente, el ministro de Defensa, Oscar Taiana, de "la Corriente", que aquí representa Liliana Schwindt, y La Cámpora, se disponen a volver no atendiendo al costo político que sufrieron en la última elección y acabaron terceros.

Ofrecimientos

En tanto "Bali" Bucca debería dejar atrás sus movimientos erráticos de antes si es que pretende crecer. Como decía Perón, la estabilidad política es dinámica, esto es, lo que no crece, decrece. Y, debe aprender a "armar", que es el primer paso en política, y dejar atrás esa tendencia a buscar amiguitos aislados y según su conveniencia personal y coynntural.

Los movimientos del bolivarense son los de preservar amistades aisladas sin darles ninguna organicidad. Posiblemente solo le importe en la vida buscar un grupo de amigos en cada ciudad y no una estructura política, que es otra cosa, mientras tanto se preocupa solo por su propio futuro pero sin incluir a nadie más en su proyecto. Ya construyó "amistades" con Milesi y Puppio (Azul), y al menos uno de ellos ya tuvo una propuesta de integrarse a una estructura peronista alternativa ¿de Juntos como la habría recibido Facundo Moyano del Jefe de la Caba?.

Es que Juntos no descuida el objetivo de sumar más peronismo del institucionalista o republicano a su coalición. En lo local ya incorporaron al curismo-pinochettismo que ya cuenta con dos bancas en el Concejo.