Daniel Lovano - dlovano@elpopular.com.ar

A una confesión le siguió otra confesión. 

Como disparador operó una frase pronunciada por Rodrigo De Paul en la previa al amistoso premundialista que la selección argentina jugó el viernes con Honduras, en Miami. 

"Siempre digo que no quiero que empiece (Qatar 2022) porque probablemente no lo disfrute. Es mucha presión, competencia, nerviosismo y ansiedad; es muy difícil" es el textual del crack del Atlético del Madrid.

Le preguntaron en una nota televisiva, de este sábado al mediodía, a Agustín Vernice sobre la cuestión, y el fenómeno del deporte olavarriense exteriorizó una situación personal análoga a la comentada por De Paul, vinculada con la cada vez más atendida salud mental en el deporte de alta competencia. 

Sucedió hace unos meses en el que Agustín evaluó ayer como el mejor año de su vida deportiva, durante un alto en la sobremesa familiar para charlar por más de media hora con este Diario. 

Había pasado ya el entrenamiento matutino y el almuerzo en casa de los tíos que compartieron además su mamá y su pareja. 

Fue en la previa de una competencia en Europa esa sensación que Agustín dio a luz ayer.

"Con el paso de los años es normal experimentar algunos cambios, y a mí me sucedió de no encontrarle durante un tiempito el mismo gusto; me parecía que esto ya no me llamaba tanto la atención como antes" contó. 

"Tal vez -aceptó- le estaba escapando a la presión, al hecho de tener que competir, pero sí es cierto que necesitaba asumir que no lo estaba disfrutando para poder encontrarle una solución". 

¿Tal vez "cayó" en lo que se ha convertido para el deporte argentino el flamante abanderado en los Juegos Suramericanos? 

"Siempre fui corriendo detrás de la zanahoria y eso me ha hecho conseguir buenos resultados, pero también me ha hecho disfrutar poco, porque siempre tuve por delante los grandes desafíos" reflexionó. 

"Al día de hoy me cuesta sentarme a pensar en lo que hice. Siento que ya está; lo respeto, lo valoro, pero hasta ahí nomás. Pienso en una medalla olímpica, que es lo que no tengo, y a veces me cuesta disfrutar de lo que conseguí. Lo vivo como una crítica" añadió.  

Es como si se tratara de una montaña rusa, arriba de una canoa que salió del partidor hace más de una década. 

"En esta vorágine de ir siempre en la búsqueda de más y de no poder pensar en lo que hice, de dónde salí, cómo se dieron las cosas, de que hay que estar agradecido pasó esto, y celebro que haya sido así" subrayó Agustín. 

En ese instante llegaron a su memoria uno tras otro los pasos que fue dando hasta afirmarse en la elite mundial del canotaje. 

"Cuando era chico quería ser el mejor de la Argentina y lo logré; después quería obtener alguna medalla en un sudamericano. Gané campeonatos Panamericanos, Juegos Panamericanos, fui campeón mundial Sub 23, finalista mundial en tres ocasiones ya, diploma olímpico y me di cuenta de que eso no es lo que me hace feliz" reveló. 

"La felicidad pasa por otro lado: mi familia, mi pareja, mi entorno, mis amigos. Es otra cosa y uno inocentemente buscaba ciertos resultados para sentirse feliz, e iba en búsqueda de lo próximo porque a mí no me sale llenarme. Tal vez el día que ocurra no tenga la energía para lo que viene" especuló. 

Así llegó ese día previo a una competencia en Europa que hoy tiene tan presente. 

"Puntualmente faltaba una hora para competir. Hacía mucho que no lo disfrutaba y me dije 'voy a terminar esta competencia y tengo miedo de lo que pueda llegar a venir con esta insatisfacción casi constante, de sentir que nunca alcanza por más que los que me rodean quieren mostrarme que el camino está bien'. Eso me provocó una angustia tremenda, porque el motivo por el que yo empecé en este deporte fue porque me hacía feliz, porque la pasaba bien" recordó Agustín.

Ese día, a esa hora, estaba entre los cinco mejores del mundo. No era suficiente...

"Yo también soy víctima del resultadismo, de pensar siempre en el resultado" admitió. 

Para el bien de su salud mental, en el canotaje los buitres mediáticos que sobrevuelan otros deportes (sobre todo el fútbol) nunca se inmiscuyeron en los desempeños de sus atletas de elite. 

"Lo angustiante es que era yo, aunque nunca me pasó de boicotearme por la presión, o por los nervios no poder hacerlo bien. Al contrario, cuando más presión sentí, como en los Juegos Olímpicos, fue cuando mejor competí, aunque eso no quiere decir que lo haya disfrutado" marcó. 

"Yo no tengo que lidiar con las duras críticas, no me gustaría estar en el lugar de Rodrigo De Paul o de cualquier deportista expuesto a esas críticas. El problema acá era lo que yo pensaba de mí, no el resto. Tal vez el sueño que uno persigue no era acorde a la realidad de ese momento" sumó. 

Entonces, como cuando la angustia se apoderaba de él en los primeros años del jardín de infantes, acudió a quien siempre le dio todas las respuestas. 

"Quizás habría que preguntarle a mi mamá. Yo no soy una persona muy extrovertida en este tipo de cosas, pero hay situaciones en las que sí y esta fue una" comentó Agustín y destacó que "si bien el resto de mi familia, mi novia Agustina y mis amigos están, mi vieja es especial en este sentido".  

"Es la persona que más cerca estuvo de mí a lo largo de mi carrera, en la que siempre me apoyé, y tenía la necesidad de contarle todo lo que me estaba pasando, de compartirlo con ella" puntualizó. 

El contenido de aquella charla reparadora quedó entre ambos.  

Agustín sintetizó que puso en palabras ante el oído indicado que no la estaba pasando bien y que deseaba volver a disfrutar de la competencia por encima de los resultados. 

Al exteriorizarlo ayer valoró que por fortuna estos temas son cada vez más atendidos en la preparación de un deportista de elite: "Todos pasamos por situaciones así, algunos de forma más periódica que otros".  

"Se puede camouflar o no y mi conclusión no es bajar los brazos sino buscarle la vuelta y en base a eso tratar de aprender y mejorar, porque el deporte es como un ensayo de la vida" agregó. 

Procuró aclarar que "al hacerlo público no pretendo victimizarme, al contrario. Hace poco tiempo que se empezó a prestar más atención a la salud mental en los deportistas profesionales y que hasta uno mismo empezara a escucharse más". 

"No es que en otro momento no pasaba, sino que no sabían cómo exteriorizarlo, pedir ayuda o ayudarse a sí mismos. Crear una coraza o sentirse un súper héroe no es lo indicado" dijo. 

A los pocos meses de esa "crisis", si vale la calificación, llegaron los grandes desafíos deportivos. 

"Creo que este fue uno de mis mejores años, sino el mejor. Post Tokio arranqué más tranquilo, con los Juegos Panamericanos del año que viene y París 2024 como objetivos, y me encontré físicamente muy bien. Como que toda planificación previa a los Juegos Olímpico me ha dado una muy buena capacidad de trabajo" rescató. 

"Ahora puedo pelear más firme y bien las finales de los campeonatos del Mundo" observó el doble medallista dorada en los Panamericanos de Lima 2019.  

"Acabo de ser séptimo en la final del Mundial, que igualó mi mejor actuación en 2017, pero no es el mismo séptimo puedo. A mí me dejó mejores sensaciones: terminé a un segundo y 'algo' del tercero, a medio segundo del cuarto y hasta faltando 200 metros estaba en zona de medallas. Y no caí en la final de casualidad, sino que siento que fui protagonista" reseñó. 

Claramente, los resultados de haber puesto en palabras lo que sentía el ser humano, dentro del fenómeno, terminaron reflejándose sobre el agua. 

"Hoy más allá del deporte me encuentro bien en general, con la vida que estoy llevando y contento con lo que estoy haciendo" cerró.