Modelos en el mundo de reciclado de residuos
Una economía circular es aquella que intercambia el ciclo típico de fabricación, uso y disposición a favor de la mayor reutilización y reciclaje posible. Cuanto más tiempo se usan los materiales y los recursos, más valor se extrae de ellos.
Un informe presentado por la fundación del BBVA dice que el reciclaje plantea una situación doblemente beneficiosa: por una parte, consigue reutilizar una cantidad considerable de desechos que, de otra forma, acabarían en vertederos o en la naturaleza, y por otra permite la generación de materias primas y evita que se continúen derrochando materiales y recursos naturales.
Varios países han conseguido aumentar su tasa de reciclaje en pocos años gracias a la inversión en tecnología, las campañas de concienciación y la introducción de políticas que incentivan a ciudadanos y empresas a reciclar más y mejor.
Los países nórdicos son pioneros en el tratamiento sostenible de residuos urbanos e industriales y en ese ámbito Suecia hace punta en la separación y reutilización de desechos gracias al elevado compromiso de sus ciudadanos, que se involucran en el proceso desde sus propios hogares.
En Suecia es muy común el sistema "Waste to Energy", que aprovecha la incineración de residuos no reciclables para la producción de energía y así abastecer de electricidad a 250.000 hogares del país a la vez que reducen enormemente el volumen de desechos y de emisiones.
La tasa de reciclaje es tan satisfactoria que se necesita importar basura de otros países para mantener sus plantas a pleno rendimiento durante todo el año.
En Japón los vecinos son responsables de la separación de sus propios desechos y son ellos mismos quienes los tratan y separan previamente para después cumplir con un estricto y planificado método de recogida por días.
Por ejemplo, los envases de plástico deben ser depositados lavados y desprovistos de cualquier etiqueta, los ‘bricks’ plegados para ocupar el mínimo espacio o los residuos de gran tamaño etiquetados con los datos del usuario, que se responsabiliza de su correcto tratamiento.
Suiza es uno de los países que mejor han sabido entender la importancia de la economía circular. Sus esfuerzos se han centrado en fomentar la reducción del desecho de elementos no reciclables con medidas como la bolsa única.
Para deshacerse de este tipo de residuos, se deben adquirir unas bolsas de basura "oficiales" con un precio más elevado mientras que reciclar es gratuito.
Con medidas como esta, han conseguido reciclar el 93% de las botellas de vidrio o el 91% de las latas de aluminio, además de ser pioneros en el reciclaje de basura orgánica, que se aprovecha para fabricar compost.
En Corea del Sur han querido poner una solución al despilfarro de comida con un ambicioso plan que combina medidas de disuasión con una potente inversión en tecnología.
Al igual que en Suiza, las bolsas para reciclar desechos orgánicos tienen un precio especial para costear el proceso de reciclado, son biodegradables y, además, se depositan en contenedores que pesan cada deposición y en los que hay que identificarse para después pagar por cada kilo. Por tanto, cuanto más deposita, más paga.
De esta manera, se ha conseguido reducir el desperdicio de comida de 130 kilos anuales por persona a menos de 11. Con el residuo orgánico que se recoge, se produce biogás para combustión, fertilizante para cultivos y alimento para ganadería.
Gales ha pasado de reciclar el 5% de sus residuos domésticos al 64% en tan solo 20 años, convirtiéndose en una de las regiones con la tasa de reciclaje más alta de Europa y con la expectativa de continuar mejorando sus marcas hasta llegar a ser uno de las naciones referente en esta materia a nivel global.
Todo ello lo han conseguido gracias a ambiciosos planes que involucran desde la administración a ciudadanos y empresas.