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A un año y medio de la irrupción del covid 19 en el país, el número de nacimientos en Olavarría se encuentra en el punto más bajo de los últimos 12 años. Y en esa curva hay mucho de los efectos pandémicos (para los meses de 2021) y otro tanto de crisis socioeconómicas que fueron incidiendo en la decisión de traer o no un bebé al mundo. En lo que va de 2021 y hasta el 19 de julio pasado se registraron en la ciudad 606 nacimientos. Durante todo 2020, sumaron 1330 mientras que, si se viaja a registros de 2010, se había llegado a un total de 1914 nacimientos.

Patricio Zalabardo, director del Registro Provincial de las Personas, habla de la baja creciente y sostenida a partir de 2016. Aunque recuerda el particular fenómeno que se produjo puntualmente en 2012, resultado de una economía crítica durante el año anterior. "Ya en 2013 se volvió a repuntar. Es claro que cuando hay cambios de gobierno o situaciones económicas críticas se produce una incertidumbre en la población sobre lo que va a venir. Obviamente que durante la pandemia los números fueron más contundentes porque una familia piensa mucho antes de tomar una decisión tan importante como la de tener una hija o un hijo", dijo a EL POPULAR.

Esa baja que menciona Zalabardo en 2012 se ve reflejada en los números: fueron 1657 las certificaciones en la ciudad. 300 menos que en 2011. Y todo empieza a repuntar en los años 2013, 2014 y 2015 hasta que, en 2016 se inicia un descenso del que la ciudad no volvió a recuperarse.

Los meses de mayor número de nacimientos suelen ser los del primer semestre de cada año. De hecho, de enero a junio de 2019 fueron 796 contra 649 de julio a diciembre. Y en 2020 fueron 710 en la primera etapa del año y 620 en el segundo semestre. Este año entre enero y junio se anotaron 574 nacimientos y si, al igual que en los dos años precedentes, las cifras de julio a diciembre descienden el total anual 2021 sería marcadamente bajo.

Si se toman los nacimientos contabilizados por el Registro de las Personas en toda la provincia fueron 92.209 desde el 1 de enero al 19 de julio de 2021. En todo 2020 sumaron 179.370. Sin embargo, para tener noción real de subas y bajas hay que ir más atrás en el tiempo. Entre 2007 y 2011 hubo una suba constante hasta llegar en ese año a casi 250.000 nacimientos. Pero en 2012 el bajón implicó casi 14.000 menos. La curva se recuperó al año siguiente y en 2015 se llegó a 251.000. Pero a partir de 2016 la baja fue constante y Zalabardo adjudica claramente esta problemática a las secuelas de las políticas socioeconómicas de exclusión de ese período.

Quienes analizaron las cifras provinciales desde el inicio de la pandemia hasta la actualidad cayeron en muchos casos en el error de adjudicar esa notoria baja exclusivamente a este tiempo histórico cargado de imposibilidades y nutrido de incertidumbres. Si bien hay un claro descenso ya la curva era descendente desde mucho antes.

Caída pronunciada

La baja en las tasas de natalidad y las de fecundidad no es un fenómeno nuevo por más que haya por este tiempo numerosos análisis acerca de la incidencia de la pandemia en el número de nacimientos. La tasa de fecundidad -que mide el número promedio de hijos que se pronostica tendrá una mujer durante su edad reproductiva- fue en el país de 3,3 hacia 1980; de 2,4 hijos en 2010 y de 1,8 hijos por mujer en 2019. Hay proyecciones que hoy analizan que hacia la mitad de este nuevo siglo el número de muertes podrá superar al de los nacimientos.

De todos modos, el fenómeno no es exclusivo de Olavarría ni de la provincia de Buenos Aires. Ni es siquiera una problemática argentina. Estados Unidos está atravesando el período con la tasa de fecundidad más baja de las últimas cuatro décadas. Para comparar: este año ronda 1,6 hijos por mujer mientras que en 1950 era de 3. En países como India y México la tasa está cayendo a 2,1 y en Europa se estima que para 2050 la cuarta parte de la población va a ser mayor de 65 años. Una realidad diametralmente opuesta a la que se vive en muchos países africanos en los que las tasas de natalidad van en ascenso, en medio de hambrunas pronunciadas. La tasa de fecundidad está por arriba de 4 y de 5 hijos promedio para las mujeres en edad fértil.

Muchas mujeres recuerdan hoy cómo sus madres y sus abuelas tenían más hermanos y hermanas de los que ellas tuvieron. "Mi mamá tenía 10 hermanos pero ella, que trabajó toda la vida, tuvo sólo dos hijos y es algo que se repite con muchas mujeres que salieron a trabajar en los años 60 y 70", recuerda una olavarriense cercana a los 60 años.

Más allá de la pandemia

La demógrafa Gladys Massé, al frente del área de Estadísticas Sociales y de Población del INDEC, planteó en un artículo publicado en el New York Times que a lo largo de la historia de las últimas décadas "la tendencia a la disminución del número de nacimientos tiene que ver con los cambios en el rol de la mujer, pero también con la urbanización, la cultura más hedonista o individualista. También se relaciona con una mayor autonomía y libertad de las que gozan actualmente las mujeres, desde el punto de vista de poder planificar cuántos hijos se quieren tener y en qué momento, evaluando postergar la concepción hasta una determinada instancia, priorizando tal vez otros objetivos, como por ejemplo los educativos o laborales". Obviamente –y Massé lo aclara- son datos referidos a mujeres de sectores medios y urbanos. Una situación muy ajena a la de los sectores populares en donde las mujeres suelen tener menos certezas en su vida diaria y tasas de fecundidad más elevadas.

Si ya las estadísticas provinciales y locales del Registro de las Personas evidencian la caída sin freno de la curva de nacimientos es dable imaginar que este diciembre puede brindar una cifra que en la ciudad no llegue siguiera al millar.

"Con mi pareja hacía como dos años, antes del inicio de la pandemia, que veníamos pensando en tener un bebé. No quiero ahora. Me da mucho miedo pensar en el futuro y me parece súper egoísta tener un hijo en este momento. Hasta que algo no cambie, no me siento capaz", dijo una joven de 27 años que vive con su novio desde los 21.

Hay muchos elementos para sumar al análisis más allá de la incertidumbre, la falta de horizonte y los efectos adversos de políticas neoliberales.

El rol de la mujer como ama de casa dedicada exclusivamente a la organización de la vida familiar es una historia anclada en el tiempo que tuvo fecha de vencimiento hace rato. El trabajo, la educación, la determinación de tener o no hijos y el momento de la vida para asumir esa responsabilidad y ese deseo incidieron fuertemente en las curvas de las tasas de natalidad y de fecundidad.

Y si bien hay –y desde hace rato- políticas tendientes a revertir las bajas tasas de natalidad en los países privilegiados del primer mundo (China amplió recientemente la posibilidad de tener hasta 3 hijos), con beneficios impositivos, ampliación de licencias por maternidad y por paternidad, subsidios y becas de sostén a cada recién nacido, nada es tan simple. Y los resultados aún no aparecen en el horizonte.