Es un dato anecdotico entre tantos que dejaron estas dos semanas, antes de que el vacunatorio se traslade a partir de mañana al Territorial Nº 2.

Otra dama fue protagonista de una historia particular.

Ingresó al establecimiento acompañada por su hija, hizo los trámites, y en medio del llanto quedó al borde un ataque de nervios producto de un miedo visceral al pinchazo.

Cuando pasó al SUM estaba aterrorizada.

La abordaron una vacunadora y un estudiante avanzado de la carrera de medicina, se la llevaron a un sector aislado del salón para tratar de tranquilizarla.

Le hablaron mucho, le preguntaron por sus hijos y por sus nietos, las ocupaciones de ellos, se interiorizaron de su historia, le explicaron todo lo que había que explicar y sus miedos se fueron espantando.

Cuando la señora ya había cambiado los nervios iniciales por calma le comentó al médico que estaba dispuesta a recibir la vacuna.

"Bueno, ya estás vacunada. Mi compañera te acaba de aplicar la vacuna" le dijo el joven aspirante a médico.

"Pero no me di cuenta" respondió la señora.

"No te diste cuenta porque no estabas pendiente de la aguja" explicó su confidente.

Alvaro Flores mencionó también "los +70 que vienen con un bollito de plata en sus manos y no hay manera de hacerles entender que esto es público y gratuito".

La llegada de facturas todo el tiempo es la muestra más repetida del agradecimiento de los mayores a estos jóvenes que están portando una renovada esperanza a sus vidas.