En líneas generales, los abrazos:

• Aportan seguridad: el ser humano es muy frágil por naturaleza, sobre todo cuando somos bebés, así que una buena dosis de abrazos nos ayuda a sentirnos seguros y confiados. Es una manera de transmitir cariño, sabernos queridos y que hay alguien que se preocupa por nosotros.

• Provocan placer: cada vez que abrazamos a alguien o nos abrazan nuestro cerebro segrega dos sustancias que son la dopamina y la serotonina, ambas reducen el estrés y juntas proporcionan calma, tranquilidad y sosiego.

• Cubren nuestras necesidades afectivas: una persona necesita diariamente 14 abrazos para sentirse plenamente querido. Las personas que no muestran afecto sufren de algo que en psicología se conoce como hambre de piel y no es más que la necesidad de contacto humano.

• Permiten funcionar de mejor manera: cada abrazo nos ayuda a centrarnos y mantenernos felices y funcionales cada día.

• La mejor cura contra la timidez: permite a las personas tímidas entrar en confianza, ser más abiertos, espontáneos y seguros de sí mismos.

• Disminuyen la presión arterial: las personas que no tienen mucho contacto físico poseen una frecuencia cardíaca y una presión arterial mucho más alta que las personas que reciben abrazos de manera frecuente.