Una nueva suba que no sorprende a los clientes pero pone en jaque a las estaciones de servicio
Alberto Abrigo, co titular de una estación de servicio de YPF, planteó que se trata del octavo aumento desde el 16 de diciembre. En total, el ajuste sufrido en los dos últimos meses ronda el 13 por ciento.
Con una temporada de verano atípica por el coronavirus, la suba de alrededor de un peso en promedio aplicada a todos los combustibles por la empresa petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) a primera hora del domingo ya no sorprendió a los estacioneros debido a que se trata del octavo incremento de precios enhebrado desde mediados de diciembre.
En ese sentido, pese a que la rutina de carga en los clientes es la habitual y aceptan con "resignación" los aumentos, al invertir siempre un monto similar es inexorable la caída de los volúmenes de ventas, en baja desde 2019. Sin embargo, hoy esa pérdida se ve atenuada en parte por el bajo porcentaje de vecinos que habrían optado por salir de vacaciones hacia los centros turísticos veraniegos.
La octava
En nuestra ciudad, Alberto Abrigo, co titular de una estación de servicio céntrica con bandera de YPF, reconoció que por octava vez desde diciembre pasado el combustible "aumentó el domingo otra vez. Ya hemos perdido el control de los aumentos. Hubo aumento el 16 de diciembre, el 27 de diciembre, el 5 de enero, el 6 de enero, el 16 de enero, el 21 de enero, el 1 de febrero y el 7 de febrero", enumeró.
De ese modo, señaló que la suba aplicada desde mediados de diciembre de 2020 asciende ya al 13 por ciento. "Cuando empezaron los aumentos, el precio de la nafta súper estaba en 73,50 pesos y hoy el litro vale 83,10 pesos, es decir aumentó un poco menos de 10 pesos. La Infinia ahora está ahora en 94,80 pesos y al 16 de diciembre estaba en 83,60 pesos".
Aunque se había difundido desde el gobierno nacional que no habría más incrementos hasta el mes de marzo, el empresario aseguró que "nunca sabemos cuándo va a aumentar, ni el inspector lo sabe. Nosotros nos enteramos a la mañana porque el surtidor el surtidor lo marca y los chicos, cuando van a abrir el turno a las 6 -porque cerramos de 22 a 6 pero queda un sereno que puede atender en caso de una emergencia- les aparece en la pantalla del servidor, que es de YPF y está en red, y ahí aparecen las modificaciones de los precios".
Frente a los continuos aumentos de los dos últimos meses, "la gente ya está resignada. Esto es como cuando vas al supermercado y decís ‘compré lo mismo y ayer gasté 3.000 y hoy gasté 3.500’. Esto es lo mismo, la gente viene, carga una cantidad fija, donde algunos ni se enteran o ni preguntan, ni miran el precio, como cuando vas a la carnicería. Vienen cargan un monto de plata justa y cargan menos litros".
"Un termómetro"
Abrigo recordó otras épocas, cuando ante el anuncio de futuros aumentos las estaciones de servicio recibían una demanda anticipada. "Eso era terrible porque se hacían colas interminables de autos y esto siguió pasando hasta no hace mucho. Pero cuando se hablaba de un aumento del 3 o del 5 por ciento la gente y venía a llenar el tanque, pero era como una psicosis, porque capaz que cargaban 10 litros, estaban esperando más de media hora y se ahorraban 20 o 30 pesos", describió.
En la actualidad, como contracara, debido a la situación económica "ahora somos cada vez menos optimistas porque no sabemos si va a haber clases, entonces es una situación muy complicada porque los valores del combustible son cada vez más inaccesibles, y eso después repercute en todo, en el transporte, tarifas y precios porque todo es una cadena y el combustible es un termómetro para esas cosas", refirió Abrigo.
"Hoy nos preocupan mucho los costos operativos, la parte impositiva que es brutal porque tenemos retenciones, percepciones y hoy se maneja todo con las tarjetas, con las aplicaciones, pero con cualquier cosa que se opere para vender un poco más te asfixian con los impuestos, entonces es difícil aguantar, muy difícil. Realmente uno tiene la incertidumbre de saber cómo vamos a terminar y cuántos vamos a poder aguantar y cuántos no".
Las ventas
Una particularidad de la venta de combustible es que el flujo no es uniforme sino que varía en forma estacional. De ese modo, en las estaciones de servicio de ciudad las ventas son sostenidas desde el inicio de clases pero sufren un quiebre con la llegada del verano, cuando por efecto de las vacaciones se trasladan transitoriamente a las estaciones de servicio de ruta.
Sin embargo, ese movimiento cíclico se vio alterado en 2020 por la pandemia, como lo confirmó Alberto Abrigo: "Por los estacioneros de ruta con que he hablado, tienen pocas ventas. En la temporada es el fuerte de ellos, que es cuando más trabajan, pero este verano es muy atípico porque la gente no salió tanto, nada comparado con lo que es habitual, entonces les ha mermado mucho".
Pese a esas limitaciones, un sector se mantuvo a flote, "aquellas estaciones ruteras que les venden a camiones o al agro porque esos más o menos se han ido manteniendo, más que nada en la medida en que el campo ha podido trabajar. Pero en lo que es turista, esa actividad ha quedado muy pinchada", diferenció el empresario.
Como contracara, a esa baja transitoria de cada verano "hoy no la hemos notado tanto en las estaciones de ciudad porque enero y febrero eran meses que nos bajaban las ventas pero este año se ha ido manteniendo lo que tuvimos en noviembre y diciembre. Siempre esperábamos a que llegara marzo porque con el inicio de clases teníamos una levantada" pero este año existen muchas dudas al respecto en el sector.
El coronavirus
Ante el cierre empujado por la cuarentena a fines de marzo, como el conjunto de la actividad económica, los movimientos en las estaciones de servicio se vieron muy limitados, a tal punto que aún no se han logrado alcanzar los niveles pre pandemia.
Alberto Abrigo especificó que "cuando empezó la cuarentena, el mes de abril fue tremendo porque habremos llegado al 10 o al 12 por ciento de las ventas. Después fue aumentando de a poco, en la medida en que se fueron abriendo las actividades y la gente podía salir un poco más; un 30, un 40, después un 50 por ciento, y llegamos a fin de año, noviembre y diciembre, que estábamos en un 60 al 65 por ciento".
Pese a una habitual baja estacional en verano, durante el desarrollo del distanciamiento social, preventivo y obligatorio (dispo), las ventas "se han ido manteniendo en enero y estimamos que en febrero también. Pero es una merma muy importante porque los costos operativos que tenemos, más que nada por la inflación, se han ido por las nubes. Hemos tenido aumentos de montones de cosas e incluso los sueldos", advirtió el empresario.
Sin embargo, "el problema es que las empresas se encuentran cada vez más imposibilitadas de pagar por las mermas que han tenido en las ventas, y lo mismo les pasa a los comercios".