La posibilidad de combatir o hasta erradicar una enfermedad incluso antes de que llegue a infectar a una persona, es uno de los grandes triunfos de la humanidad. Desde 1796, cuando el inglés Edward Jenner aplicó la primera vacuna de la historia, este invento ha logrado salvar más vidas que cualquier otro. Sólo el acceso a agua potable supera el accionar de las vacunas.

La primera vacuna, creada por Jenner, fue diseñada para combatir la viruela, una enfermedad que hasta ese momento significaba la muerte para una quinta parte de los pacientes. Comprobó que los trabajadores que ordeñaban al ganado vacuno adquirían de él una enfermedad inocua, de síntomas leves, unos simples granitos de pus. Gracias a ella, luego no se contagiaban de viruela en presencia de gente infectada.

Jenner decidió simplemente frotar el pus en la piel de gente sana, para que esta adquiriera dicha enfermedad inocua y al mismo tiempo, se vieran inmunizadas contra la viruela. A este proceso lo llamo "vacunación", palabra derivada del latín "vacca", es decir, vaca.

El procedimiento de Jenner salvó cientos de miles de vidas, pero tenía una limitación muy grande: no todas las enfermedades de los humanos provenían de un animal del cual extraer la forma de contrarrestarla.

Más adelante, entre 1881 y 1885, aparecería un hombre clave de la ciencia y para el desarrollo de las vacunas tal y como las conocemos hoy: el biólogo francés Louis Pasteur. El científico trabajó sobre los avances de otros investigadores como Robert Koch y George Miller Sternberg, y logró demostrar por primera vez que las enfermedades eran causadas por microorganismos: los virus y las bacterias.

A partir de ese descubrimiento, también demostró que exponer a estos microorganismos al oxígeno y al calor lograba debilitarlos sin llegar a matarlos. Gracias a esto, creó la primera vacuna contra la rabia, y también el proceso de esterilización que en la actualidad se conoce como pasteurización.

Gracias a cada uno de estos científicos, la ciencia llegó a una conclusión fundamental para la llegada de las próximas vacunas. Existen dos formas de lograr inmunidad, una es matando al virus o bacteria, pero conservándolo para luego introducirlo al cuerpo humano, y otra es debilitándolo o atenuando sus partes más dañinas, lo suficiente como para que el cuerpo los reconozca la próxima vez que se exponga a ellos.

¿Cómo se crean las vacunas?

Crear una vacuna es un proceso de varias etapas que lleva muchos años de ensayo y error. En el caso del COVID-19, este proceso se debió acelerar y comprimir para que las diferentes vacunas pudieran llegar a la población. Aun así, las investigaciones continúan y las vacunas se perfeccionan día a día.

¿Cómo se desarrolla una vacuna? El proceso está a cargo de laboratorios y compañías médicas. En Occidente, se normalizó un protocolo estándar para crear, probar y regular vacunas:

- Exploración: se identifican los antígenos (desencadenantes de los anticuerpos) que pueden contribuir a prevenir o tratar una enfermedad, los cuales pueden ser virus o bacterias debilitados. Dura varios años.

- Preclínica: se cultivan tejidos o células y se realizan pruebas en animales, habitualmente ratones o primates no humanos, para evaluar su seguridad y eficacia. Dura al menos un año.

- Ensayos en humanos: para determinar posibles efectos secundarios, la dosis adecuada y la seguridad. Primero se realiza en menos de un centenar de personas, generalmente adultas. Luego se expande varios centenares de sujetos, de los cuales un porcentaje recibirá placebos. Más adelante, serán miles de personas las que la recibirán, incluyendo varios placebos.

- Mayor seguridad y otros usos: algunas compañías y laboratorios realizan pruebas extras para continuar comprobando la seguridad de la vacuna antes de que esté a disposición.

- Aprobación: es garantizada por varias organizaciones internacionales dedicadas a la salud en el mundo, además de las particulares de cada país.

Dificultades mundiales

El principal problema de la creación de vacunas es económico. Como varias de las enfermedades que más necesitan una vacuna ya que afectan gravemente a la sociedad, como el sida, la malaria o la tuberculosis, tienen su epicentro en países subdesarrollados, los laboratorios y las compañías no encuentran un incentivo económico para invertir tanto en su desarrollo.

Además, dichos países luego no cuentan con las condiciones para recibir, conservar y administrar las vacunas. Por eso, gran parte del desarrollo de nuevas vacunas en los últimos años ha sido impulsado por gobiernos, ONGs, universidades, y personalidades privadas.

Otra complicación a nivel internacional, es el movimiento anti-vacunas, al cual en 2019 la Organización Mundial de la Salud definió como una de las principales amenazas a la calidad de vida de la humanidad.

El impacto de las vacunas

Las vacunas previenen enfermedades que pueden llegar a ser mortales o incapacitantes, sobre todo en niños y otros grupos de riesgo. La inmunización de la población es una de las políticas públicas más eficientes que existen, sobre todo en términos de costo hacia el sistema de salud. Según la OMS, la inmunización evita por año entre dos y tres millones de muertes.

Actualmente, enfermedades epidémicas y mortales han logrado ser erradicadas (lviruela), están en proceso de erradicación (poliomielitis y sarampión), o han logrado ser controladas (hepatitis B, tétanos, difteria, meningitis meningocócica o tos ferina). Sin la existencia de las vacunas, estas enfermedades circularían por el mundo y causarían millones de muertes cada año.

En el caso de nuestro país, según la Fundación Huésped gracias a la vacuna contra la rubeola congénita, ya no se realizan trasplantes de hígado en niños por hepatitis A desde 2007. La vacunación logró que la rubeola fuera finalmente erradicada de Argentina en 2009.

Argentina es reconocida a nivel mundial como uno de los países con el Calendario de Vacunación gratuito más completo y efectivo del mundo, y varias organizaciones mundiales han reconocido la labor pública detrás de esta realidad que contribuye desde hace años a que los argentinos tengamos una mejor calidad de vida.

Con la incertidumbre de la pandemia y la esperanza de las vacunas como la única forma de ponerle un freno, resulta más importante que nunca que el manejo de su compra, distribución y administración se realice de manera responsable, clara y justa.