El economista Gonzalo Chávez ha realizado un análisis exhaustivo de las recientes proyecciones económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI), destacando los serios desafíos que enfrenta la economía boliviana en los próximos años. Según el FMI, Bolivia crecería solo un 1.6% en 2024, una cifra alarmante que coincide con las proyecciones del Banco Mundial y la Cepal, que también sitúan el crecimiento por debajo del 1.5%. Estas estimaciones contrastan de manera significativa con el optimismo del Gobierno boliviano, que en su presupuesto general del Estado había proyectado un crecimiento del 3.7%.

Chávez advirtió que “el bajo crecimiento proyectado para Bolivia revela una desaceleración preocupante de la economía”, y agregó que el panorama para 2025 tampoco es alentador, con el FMI pronosticando un crecimiento de solo 2.2%. Además, el economista destacó que las estimaciones sobre la inflación también son inquietantes, ya que el FMI prevé una inflación del 6% para finales de este año, aunque algunos organismos internacionales sugieren que podría alcanzar entre un 7% y un 8%. “Incluso existe la posibilidad de que la inflación entre en los dos dígitos”, alertó.

Uno de los aspectos más preocupantes, según Chávez, es el déficit en la balanza de cuenta corriente, que el FMI proyecta en 2.600 millones de dólares para este año y 2.800 millones para 2025. “Esto muestra una gran fragilidad en el sector externo de Bolivia y podría agravar la escasez de dólares”, subrayó el economista.

En ese sentido, también hizo hincapié en el déficit fiscal, que ha persistido durante más de una década. “El FMI estima que el déficit público se mantendrá en torno al 10% del PIB tanto este año como el próximo, lo que refleja un desbalance grave en las finanzas del Estado”, explicó. El economista advirtió que el endeudamiento total, que incluye la deuda interna y externa, ya alcanza el 93% del PIB, lo que coloca a Bolivia en una situación de alto riesgo económico.

El análisis de Chávez concluye que la economía boliviana se enfrenta a una situación de “estanflación”, un fenómeno que combina desaceleración económica e inflación persistente. Además, señaló que la crisis económica no podrá resolverse sin abordar la creciente inestabilidad política en el país. “El equilibrio político es fundamental para que cualquier política económica tenga éxito”, afirmó.

Tras este panorama, se pone en evidencia los serios retos que enfrenta Bolivia en su camino hacia la recuperación económica y la necesidad urgente de medidas estructurales que puedan revertir estas tendencias negativas.