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Desde la cárcel de San Martín Ramón Eliseo "Mono" Castilla Rocha, condenado a prisión perpetua por el asesinato del penalista Marcos Alonso reiteró que pretende declarar como testigo en el juicio contra su hermano Reinaldo Gabriel para exponer públicamente "toda la porquería que hay allá (en Olavarría)" que según sus palabras incluye robo y venta de camiones, narcotráfico y otro tipo de delitos de los que él habría participado.

El año pasado, poco después de la captura de su hermano, al que acusan de haber sido partícipe del crimen del abogado y que debe ser sometido a juicio oral y público por ese hecho, se comunicó con este diario para contar que él podía entregar el arma de la que partieron las balas que segaron la vida de Alonso, además de prometer revelaciones resonantes sobre el costado siniestro de la ciudad.

Pero lo que hubiera sido prueba decisiva de sus afirmaciones, el hallazgo del arma, no se concretó. Castilla Rocha dijo que estaban en un sitio del predio de Trabajadores y La Rioja, pero la búsqueda encabezada por el fiscal Cristian Urlézaga fue infructuosa.

El sicario había declarado por videoconferencia desde la cárcel después de haber anticipado su decisión de hablar a través de las páginas de este diario. Para reforzar sus dichos dijo que señalaría el lugar donde estaba el arma homicida y otras dos, pero evidentemente no dijo la verdad.

Posteriormente dijo a este diario que tenía razones muy fuertes para no haber marcado el sitio exacto, pero sin dar más precisiones. Lo que resulta evidente es que su credibilidad quedó seriamente dañada ante la Justicia, como queda reflejada en la actitud de la defensora oficial Soledad Kelly, quien no acepta citar como testigo al "Mono".

Reinaldo Gabriel, quien estaba al lado de su hermano durante la conversación telefónica, apuntó que la abogada dice que "me va a terminar de hundir" una eventual declaración de Roberto Elíseo Castilla Rocha.

Sin embargo, este insiste en que deben ser citados él y Juan Ramón "Johnny" Ibáñez, el otro condenado por el crimen del abogado, al que también el "Mono" pretende desincriminar, ya que dice que no tuvo que ver con el homicidio, del que él asume toda la responsabilidad, además de admitir haber sido parte de maniobras cuyo objetivo era señalar a Ibáñez como el único asesino.

Ya en la etapa final del juicio donde se lo condenó, Castilla Rocha aceptó prestar declaración, pero en su testimonio se mezclaban cosas verosímiles con otras demasiado fantásticas como para ser aceptadas como reales.

Ahora, después del episodio de las armas que no se hallaron pareciera que no son demasiados los dispuestos a creerle al "Mono".

Sin embargo, él recuerda que "yo me había escapado de la cárcel (en 2004) y después corté los barrotes en la comisaría de Tapalqué ¿a usted le parece que yo podía estar en libertad para la época de la muerte de Alonso?".

Ese argumento es sólido esgrimido por alguien que ha pasado la mitad de su vida en la cárcel por delitos cuya gravedad torna prácticamente imposible que estuviera en libertad, trabajando en una quinta a donde lo fue a buscar un jefe policial que después admitió el encuentro en el juicio oral y público.

"Ahí trabajábamos con los camiones, con los legales y los truchos", dijo ayer en un momento de la charla "yo voy a contar todo, voy a decir más de lo que dije hasta ahora. Lo cuento porque quiero presionar, porque no quieren que yo o Ibáñez seamos testigos. Sí llaman a otros miembros de mi familia y ellos no saben nada".

Enfatizó que "a Alonso no lo mataron donde estaban ellos. Murió en el taller que yo ya señalé".

Al igual que el año, el único elemento que podría transformar al "Mono" en un testigo creíble sería que realmente entregara las armas de que habla, pero hasta ahora nadie parece querer concederla otra oportunidad.

Por lo pronto parece que no hay ningún fiscal encargado de cumplir con la orden del TOC 1 de investigar la multiplicidad de delitos que pudieron vislumbrarse en el juicio, porque de lo contrario al menos aceptaría tomarle declaración para ver si algo de su testimonio podría servir para orientar esas investigaciones.

Durante el juicio por el caso Alonso, un oficial penitenciario admitió su adicción a las drogas y señaló a Castilla Rocha como su proveedor en la cárcel. Nadie puede desempeñar el rol de dealer en una prisión sino cuenta con la protección de jefes, lo que prácticamente probaría algunas de las acusaciones del "Mono" respecto de la complicidad de funcionarios del SPB y policiales con sus actividades.

Desde su celda ahora Castilla Rocha sostiene que "(el fiscal general de Azul Marcelo) Sobrino sabe muy bien lo que yo puedo decir. El fue mi defensor en el juicio y le conté muchas cosas".

Los Castilla Rocha creen que en diez o quince días se definirá la fecha del juicio contra "Gaby", el que podría valerle pasarse el resto de sus días en la cárcel. Para evitar esto por ahora apuestan que el "Mono" y "Johnny" vuelvan a estar ante los jueces, aunque esta vez como simples testigos.