El 70% del uso de combustibles fósiles se utilizan para la producción de la energía que se usa para cocinar, iluminar, calentar y enfriar las viviendas, el traslado y para producir todo lo que se consume, desde los teléfonos inteligentes hasta la ropa que vestimos, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

El resto de las emisiones provienen de las actividades agrícolas y ganaderas que producen alimentos, y de la deforestación asociada a estas actividades.

En Argentina, la situación es más repartida: el 53% de las emisiones de GEI provienen de la explotación y uso de combustibles fósiles, mientras que el 37% son generadas por la actividad ganadera, la agricultura basada en agroquímicos, y la deforestación de bosques nativos asociada a estas actividades.

Algunos procesos industriales y el manejo de los residuos generan el resto, según datos nacionales. Esto ha permitido que la producción de bienes y servicios se hayan "divorciado" de los ciclos naturales del planeta. Podemos comer tomate todo el año, o tener pollos listos para el mercado en la mitad del tiempo, simulando luz de día a pesar de la noche.