Francisco Ferrari - fferrari@elpopular.com.ar

La primera vez que la escuché cantar fue hace ya algún tiempo, en un encuentro de bandas de los que organiza Libertas en el Teatro Municipal. Estaba la sala llena, muy llena. De chicos y adolescentes ansiosos, muy ansiosos. Ella subió con su banda, justo la que yo había ido a ver, se plantó bien al frente del escenario con una postura y una voz que no eran de una principiante tímida ni temblorosa. No fue mucho, habrán sido dos temas, suficientes para meterse a todos en el bolsillo bien rápido y cambiar los murmullos por atención, primero, y ovación, después.

Algo había, evidentemente, lo confirmé cada vez que volví a escucharla. Y lo reafirmo en cada uno de los últimos pasos de su crecimiento, que ahora sigo por las redes. Ya lanzó tema propio, está en Youtube y se viene Spotify, porque como canta Spinetta en Cantata de Puentes Amarillos, mañana es mejor. Mucho más todavía si tenés 18 años, el mundo por delante, una voz así y esas ganas de ir por más.

¿Quién era la chica que cantaba?, pregunté en casa, a la vuelta de aquella mañana en el Teatro lleno, al pianista de la banda que yo había ido a ver. "Cami Pereyra se llama, es de la Enape", me contestó mi hijo. Me quedó grabado y a partir de ahí, volví a escucharla una vez más en Radio Universidad y creo que otra más en el Teatro. No mucho más, pero suficiente para repetirme cada vez que la casualidad me topaba con ella que evidentemente hay algo.

Si el tango exagera que veinte años no son nada, trece mucho menos todavía... Sin embargo, para ella son la mayor parte de su vida porque tiene 18 y entró al mundo de la música con apenas 5, cuando empezó a estudiar guitarra. Eran días de jugar, aprender y esperar el límite de los 8, que parecía inmensamente lejano, para poder ingresar al Conservatorio. En su núcleo familiar más directo no había músicos, pero sí algunos primos que incursionaron en el arte, la música y que seguramente sirvieron de espejo en los primeros pasos.

Siempre se lo tomó en serio y tuvo claro que no se trataba tan solo de un hobbie. "No es poca cosa hacer algo y lograr transmitir a los demás. Yo creo que me di cuenta de la importancia y de lo complejo que era en el momento que canté por primera vez en público y obtuve la primera respuesta de los espectadores. Saber que les llegué, que no solo me escucharon sino que logré hacerles sentir algo, eso fue lo que me hizo hacer el click de que esto iba en serio". Contesta y me doy cuenta que lo mismo que le pasó a ella arriba del escenario nos pasó a nosotros abajo.

La necesidad de encasillar a un artista en un estilo o género determinados es un viejo vicio de críticos y periodistas, que pocas veces preocupa a los músicos o cantantes. Uno, casi siempre esquemático, pregunta para simplificar, para ubicarla en algún lado. Pero ella se escapa rápido. "Mi estilo es muy cambiante. Al momento de interpretar tengo un estilo propio, que lo logro con mi guitarra. Lo fui formando con el paso del tiempo. Pasé por todos los géneros musicales y en un momento dado hice una pausa para adecuarme en el que más cómodo me sentía. De todas maneras, sigue siendo variante, ahora que produzco mis canciones, cuando las paso a computadora y dejan de sonar en acústico, el estilo varía mucho pero le sigo dando mi toque personal".

A medida que avanza y define estilo, a mi me suena un poco a la española Bebe o a la uruguaya Ana Prada. Pero no digo nada, es verdad que las comparaciones son odiosas y Camila no tiene referentes ni influencias marcadas. Sin nada de prejuicios, de oídos abiertos, lo que escucha depende de sus estados de ánimo. Sí hay una cuestión de respeto que no se negocia: le gusta apreciar cada canción desde el principio hasta que termina. "Al fin y al cabo es una obra única e irrepetible de una persona común y corriente, y claramente es algo muy valioso", dice.

El caminito ha sido casi lógico. Muestras del Conservatorio, tocar para la familia, animarse allá por los diez a subir un primer video cantando a Facebook. "De a poquito iba rompiendo el hielo de la vergüenza", se acuerda. Instagram fue una puerta, o más que una puerta una ventana para mostrarse, probar y probarse. Cuando esa red social empezó a marcar tendencias, Cami decidió correr sus límites unos centímetros más y se animó a subir videos ya no solo cantando, sino también tocando la guitarra. "Me grababa sin mostrar la cara, los publicaba esperando con muchas ansias los comentarios de quienes lo veían. Me sentía cómoda porque, bueno... quienes me seguían eran personas conocidas y sabía que nunca  me iban a comentar algo de manera ofensiva".

El paso siguiente ya fue un paso de quiebre. Uno de los que divide a los aficionados de los que deciden ser músicos, apostar de lleno. Los covers dejaron de ser su mundo entero y comenzó a producir y publicar canciones compuestas por ella. Hermosas canciones, pero eso no le dice ella. Lo digo yo y un montón de seguidores que se han ido sumando en el camino y, con bastante ansiedad, esperamos siempre el video que viene, la canción que está cocinando, casi con la convicción que en cada entrega vamos a ser más, y más.

Cuando me cuenta que ahora ya se animó un poco más y empezó a sentir que puede llevar su música más allá de la frontera de sus cuentas. "Ahora publico videos en Youtube y cuando tenga varias producciones ya terminadas voy en camino de abrir Spotify". Entonces se me viene otra vez a la mente el mañana es mejor de Spinetta. Y vuelvo a decir, por tercera vez creo ya en la nota, que evidentemente algo hay.

Apoyos y alientos

Por ahora, en tiempos pandémicos, deberemos conformarnos con escucharla en redes sociales. Seguro que esto pasará y vendrán algunos conciertos en vivo, en algunos bares primero, en algún lugar más grande después. Pero no seamos ansiosos. Hasta esa necesidad de los viejos canales de comunicación entre los artistas y el público es nuestra. No la hagamos cargo. Ella forma parte de la generación que nació con las redes sociales. Todo es natural. Ahí está su escenario. Ahí se alimenta. Ahí le sigue ganando a la vergüenza, ahí se anima, ahí crece. "Las redes sociales son un medio muy importante para que uno pueda mostrar lo que hace. El apoyo de los demás, el hecho de que un usuario comparta un video mío a sus seguidores, o me manden mensajes de apoyo, es impresionante la seguridad que te da para seguir haciendo lo que a uno le gusta". También es clave un apoyo familiar que es "incondicional", como el de sus amigos, su pareja, sus vínculos más cercanos, "que me incentivan todos los días a que siga, a que nunca deje de hacerlo".

En ese entorno directo, lo que en política llaman la mesa chica, están los privilegiados primeros oyentes de las canciones que produce. "Me ayudan y aconsejan para lograr que todo suene mejor. Siempre voy a estar agradecida de ellos y de todo aquel que se toma un tiempito para escuchar lo que hago. Hay quienes me siguen hace mucho y hay quienes recién me están descubriendo, pero sin embargo todos ellos me escriben con mucho amor, me comentan que les gusta, que lo sintieron, y eso es lo que impulsa a seguir".

En las redes

Para conocerla, descubrirla o volver a escucharla, la pueden encontrar en Instagram cómo @camii.pereyra09, con covers de un minuto de duración, y de ahí se van al Youtube, la ubican como Camii Pereyra y van a encontrar su canción "Si me dices" completa y su versión acústica.

Planes paralelos

Si por un lado, las redes sociales la llevan a tener cada vez más seguidores y repercusión; por otro, la obligan a marcarse algunos límites. "Proponerse subir contenido de manera constante lleva mucho tiempo, no es algo fácil. La rutina y las responsabilidades diarias se quedan en el medio y uno tiene que priorizar. En mi caso, se me junta con el estudio": cursa su ingreso a la carrera de Musicoterapia en la UBA.

Aunque el tiempo y el encierro le sirvieron para encarar nuevas producciones, la pandemia la afecta, como a todos. "En esta circunstancia de cuarentena, el estudio virtual se hace tedioso. Estar todo el día frente a pantallas genera mucho desgaste, así que es muy importante que uno tenga un segundo plan, una alternativa,  para poder lograr un equilibrio y mantener relajada un poco la mente. Trato de acomodarme y hacer ambas cosas, que son importantes para mi. Pero como consejo, siempre hay que priorizar el estudio, y hacerlo no significa que uno tenga que descartar su segundo plan", analiza con una madurez que nos frena las ganas de decirle que no se le vaya a ocurrir dejar la música por el estudio.