En cancha de Racing Club, con más de 25 mil personas en las tribunas, el equipo rojiblanco logró la consagración por su mayor eficacia en los lanzamientos desde el punto del penal, luego de un encuentro que finalizó empatado 0-0 en el período regular.

El club de Parque de los Patricios, que había alcanzado el acceso a Primera en 1919 (allá en el amateurismo del fútbol local), al ganar el torneo de Intermedia, se erige de esta manera en el habitante número 28 de la Liga Profesional de fútbol temporada 2022 (el primer ascenso fue para Tigre).

El conjunto dirigido por el relator deportivo Rodolfo De Paoli, que había perdido la primera final por el ascenso ante Tigre (0-1) en noviembre último, exhibió infalibilidad en los penales.

Por su lado, Quilmes, que buscaba coronar el duodécimo ascenso a la élite del fútbol argentino, lamentó el remate desviado de Rafael Barrios, el único fallado en la serie de diez disparos.

Un arranque frenético en Avellaneda. Los dos equipos intentaron presionar alto y asumir riesgos desde el comienzo. El conjunto cervecero apostó a un planteo más previsible, con el colombiano Machado moviéndose por derecha y Bonetto haciéndolo por izquierda.

A los 22 minutos, la primera jugada polémica, cuando García Basso empujó dentro del área a Albertengo y el árbitro neuquino Darío Herrera evitó sancionar el correspondiente penal. Sesenta segundos más tarde, en el arco contrario, el árbitro asistente Cristian Navarro levantó la bandera por una posición prohibida de Silva en el arranque de la jugada, cuando el colombiano Machado convertía.

El encuentro se animó un poco más y los dirigidos por De Paoli tuvieron una clara, con un cabezazo de Gonzalo Paz que se estrelló en el travesaño. Un córner le permitió a los de Facundo Sava disponer de otra chance nítida, con un frentazo de Pavone que le sacó chispas al parante derecho (36’).

Luego de las conversaciones en vestuarios, el juego no modificó su tónica. Barracas buscó controlar mejor el balón y arribar en forma asociada. Quilmes, por su lado, continuó apostando a un ataque más directo, con volantes y laterales que se lanzaban escalonadamente por las bandas.

Pero el ritmo vertiginoso del primer tiempo trocó en una brisa desprolija con dos protagonistas que empezaron a experimentar cansancio y lo más importante: el miedo a equivocarse feo en un encuentro de esta magnitud. Entonces, el desarrollo se volvió anodino, con demasiadas imprecisiones de un lado y del otro. Naturalmente, la definición se fue para los penales y allí Barracas Central exhibió la templanza justa para la consagración y la alegría absoluta.