El jefecito
Daniel Lovano / [email protected]
La historia de Luciano Romero remite a la de tantos "Lucianos Romeros" que ayudaron a construir la leyenda del fútbol argentino, y a muchísimos más que se terminaron perdiendo en el anonimato por falta de recursos, por carencia de estructura o porque no apareció ese detector en el momento justo y en el lugar indicado.
El "cinco" que se puso la camiseta de Racing frente a Independiente de San Cayetano y en sus dos primeras intervenciones levantó reacciones de asombro; que después de Alumni dejó la cancha bañado en una ovación, a la edad que todos los chicos que saben jugar a la pelota avanzan en un proceso formativo dentro de las divisiones inferiores, vendía medias, porta retratos y CD''s casa por casa, en los barrios del Conurbano bonaerense.
"Les mando un cinco a los dirigentes ideal para Racing; ya lo vas a ver" anticipó con un whatsapp a principios de enero (cuando se estaban armando los planteles) Mathias Buongiorno, aquel uruguayo que vino para el Argentino "A" 13/14 y formó familia en Olavarría.
"Cuando Mathy llegó a Deportivo Armenio estaba Federico Domínguez como técnico, y se acercó mucho a mí. Yo era muy pibito, recién empezaba, y él siempre me aconsejaba, me daba una mano. Desde ahí quedó una linda amistad" contó "Lucho".
Hasta rastrearlo en Google se hizo complejo, porque sus datos coincidían con los de otro Luciano Romero, que también había jugado en las inferiores de River.
Se formó en la intersección de las calles Tres Marías y Colón, en el Club La Sonia de José C. Paz, cerca del Cruce de Derqui. "Estuve desde los 7 años hasta los 15. Como yo laburaba en la calle, venía medias, portarretratos, ''taper'' y CD''s de música, no tenía tiempo para ir a probarme a los clubes. Un compañero, Ezequiel Boetti, me llevó a una prueba en Deportivo Armenio con casi 17 años. Nunca antes había hecho inferiores. Fui seis meses, pero no quise ir más; me volvieron a llamar y a los tres meses estaba jugando en Primera" relató.
Padres y hermanos muy futboleros, muy hincha de River además, admirador de Ponzio y Mascherano. "En la primera de Armenio estuve casi hasta los 22, entre la B Metro y Primera C. Rescindí contrato por orgulloso, me fui y empecé a laburar de pintor. Por otro amigo, Javier Molina, me fui a Maronese de Neuquén y gracias a Dios me fue muy bien. Jugué todo el campeonato y ganamos el Federal C" recordó.
La propuesta de Mathias Buongiorno lo volvió a sorprender inactivo y en su casa. "Siempre jugué de cinco, aunque a veces también lo hice de volante por la derecha" precisó.
Su trote, el andar en los alrededores del círculo central, hacen acordar mucho a uno de sus grandes referentes. "Es demasiado me parece, je". Tarea para el hogar para que quien aún no lo vio en los dos partidazos que hizo en Olavarría con la camiseta de Racing.
"Siempre le voy a agradecer al ''Uru'' (Buongiorno) que me haya permitido venir a Racing. No me probaron; ni el técnico me conocía, pero me recibieron todos muy bien y después me fui ganando un lugar en los entrenamientos" comentó Luciano.
Tímido, de pocas palabras, reacio a los grabadores. "Me gusta la Ciudad, me gusta el club y sobre todos los compañeros, que me han tratado de la mejor manera" agradeció "Lucho", que comparte departamento a cuatro cuadras de la cancha de Ferro con Hernán Sosa, Nelson Schonberger y Maxi Ortiz.
"No me imaginé que iba a entrar tan rápido en el equipo. Ahora sólo espero que le ganemos a Ferro. ¿Mi mejor partido? Me gustó más el de Alumni que el de Independiente, porque estuve un poco más ordenadito" opinó.
"Estamos más sólidos que en los primeros partidos, se nota. No es el mismo Racing de la primera fecha, y es lógico porque nos conocemos mejor. Llegamos muchos jugadores y eso requiere un tiempo de adaptación" explicó.
El nivel en los tres partidos que jugó envuelve en un halo inexplicable que no esté jugando en una categoría superior, pero no se rinde. "Uno siempre, como futbolista del ascenso, desea que le toque esa barita mágica y pueda pegar el salto" confesó.
Dicen sus compañeros que después del partido con Independiente de San Cayetano le aconsejaron parar un poco porque los 90 minutos pueden hacerse muy largos; también saben que no regala nada, ni en los partidos, ni en los entrenamientos.
Algo que comprobó el tobillo de Matías Ordozgoiti. "No hay problema por eso. Nos damos la mano y se arregla todo. Además a Maty hay que cuidarlo porque es un crack. Ellos ya me conocen y saben que no tengo mala intención" apuntó.