El motivo, que el tiempo calificó como una excusa, fue la construcción de un depósito para locomotoras que jamás abrió sus cimientos. Domingo Colasurdo, ya conducía el club. Había que irse, y el presidente de Ferro imaginó una estadio en los límites de la ciudad; es decir, no muy lejos de la intersección de Pringles y Del Valle, pero siempre cerca de las vías del ferrocarril.

Cuando la avenida Pringles pasando Del Valle se llamaba Avellaneda, y más allá de la Colón recibía el nombre de Pellegrini, Colasurdo pensó en un predio cercano, a sólo dos cuadras de los bordes urbanos. Era la quinta de los Armendano.

La firma del boleto de compraventa fue el 30 de julio de 1929; el 15 de marzo de 1932 se iniciaron las obras, y el 25 de mayo de 1933 fue inaugurado el primer estadio de cemento de la ciudad de Olavarría, con un partido amistoso frente a Racing.

El estadio tenía 88 rieles, de tres metros cincuenta cada uno, en su cerco perimetral. Rieles que hubo que cortar en los talleres de Remedios de Escalada, traerlos en chatas hasta Olavarría, descargarlos a hombro en la calle Balcarce y presentarlos en cada hoyo.

El alambrado (de un solo paño) también fue cedido por el ferrocarril y es de una nobleza tal que, sesenta años después, cuando el estadio pasó por la inspección del Consejo Federal (antes del Torneo del Interior 1990/91) causó asombro entre los visitante. "Y a este alambrado de dónde lo sacaron", preguntaron los visitantes a los dirigentes de Ferro.

Al momento de la inauguración, el estadio "Domingo Colasurdo" contaba con la tribuna principal de cemento y la mitad de la tribuna opuesta, centrada a la misma distancia de los banderines.

Por supuesto, no existían ninguna de las dos cabeceras; se completaron después, pero el estadio terminó de cerrarse en 1976 con la cabecera sur gracias a los fondos que ingresaron al club por la venta de Mario Paternó a Boca Juniors.

Todo el material que se utilizó en la primera parte de la obra fue donado por la empresa Loma Negra. Ese gesto valió el inmediato reconocimiento para don Alfredo Fortabat como socio honorario de Ferro Carril Sud.

Contaba un constructor italiano, de apellido Cepetelli (quien luego, junto con su colega Casadidío levantaron la sede social de Ferro), que antes de la inauguración se llenaron quinientas bolsas con arena fina, se pusieron sobre los escalones para probar la resistencia de la tribuna, y certificaron algo que los años luego se encargarían de confirmar.

Hasta no hace demasiado, todo el cerco del predio que Ferro tiene en el barrio San Vicente estaba formado por ligustros, con cañerías internas para el riego.

Para la inauguración se programó un amistoso entre Ferro Carril Sud y Racing, que los carboneros ganaron 3 a 1. Fue una fiesta multitudinaria en celeste y blanco.

Ferro presentó a Luis "Poroto" Vidali en el arco; Norberto Pascioretti y José "Chicho" Bogliolo; el "Negro" Ernesto Durán, Alberto Lajud, Domingo "Vasquito" Márcico; Amelio Rossi, Héctor "Paleta" Vigo, Manuel "Manolo" Vigo, Alfredo Bartolomé y Remigio Zampatti.

Para aquel partido Amelio Rossi, velocísimo wing derecho de Ferro, llegó a la cancha casi con el último aliento. Como cada sábado, el día anterior a la gran inauguración había salido con su orquesta por los pueblos vecinos.

Debe haber sido en El Luchador, 16 de Julio, Iturregui, o cualquier otro rincón de la campaña.

Ese fin de semana, y durante mucho tiempo, los "Hermanos Rossi" cumplieron con el mismo ritual: cargaban el piano y otros instrumentos a un acopladito, lo enganchaban a un Ford A, se subían y salían a tocar.

Si los caminos rurales siguen siendo ser difíciles de transitar, por entonces eran casi una aventura.

Don Amelio no debe haber regresado a su casa antes de las 7 de la mañana el día del primer partido en el nuevo estadio. Pero si antes no había faltado casi nunca, mucho menos podía hacerlo para la inauguración del estadio... hoy "Domingo Colasurdo".

Fuente: libro "Bolsas de carbón"