Estos brasileños saben recibir bien
BELO HORIZONTE / Daniel Lovano, enviado especial de EL POPULAR
Para Luis Alberto Therisod, arquitecto radicado en Belo Horizonte desde 1976, las cosas acá son como las dijo el Papa en su última visita a Río de Janeiro. Lejos en la distancia, pero pegados a las paredes de su corazón, quedaron sus recuerdos y aquella casa natal de la calle Necochea 422 de Rafaela.
Este país lo recibió, le brindó la posibilidad de llevar adelante una exitosa carrera profesional, le dio una familia que conforman su esposa Leda y sus dos hijas, pero mucho contribuyó el espíritu con que buscó el acercamiento a otra vida y a otra cultura.
"Llegué aquí en octubre de 1976. Me vine primero porque la Argentina no estaba muy bien y porque quería probar algunas cosas nuevas; segundo, que a mí siempre me interesó Brasil, y tercero porque tenía un amigo, que había conocido en mi época de estudiante universitario en Rosario, quien me invitó a venir. Al principio no estaba tan interesado, pero después me decidí, le mandé una carta y viajé justamente a Belo Horizonte porque él estaba aquí, que en esa época no era una ciudad que tuviera grandes atractivos", contó desde su cómodo líving en el piso 12 de un edificio que regala una vista soñada de Belo Horizonte.
"Me adapté bien a la ciudad y al país. Siempre digo que Brasil es un país que recibe bien; siempre digo que ser extranjero en Brasil es más fácil que en cualquier otro país del mundo. No me animó a decir que sea mejor que en la Argentina, pero en cualquier otro país seguro. Inclusive, en algunos momentos, me sentía con privilegios que el propio brasileño no tenía", confesó.
"El brasileño tiene una manera de ser abierta, que a los argentinos pueden incomodarnos un poco, pero cuando uno entiende cómo es la idiosincrasia se da cuenta de que es una cosa agradable, que no es forzada. A mí todo eso me atrajo mucho", resaltó.
Pero Luis aportó una parte no menor para amortiguar el impacto, tanto del desarraigo como de la integración: "Siempre digo a la gente que, si quiere una experiencia en otro país, abra sus corazones y sus mentes. Que se interiorice de la cultura, que trate de entenderla, porque si uno se cierra, nunca se integrará. Esa actitud me ayudó. Cuando conocí a mi esposa, poco tiempo después de llegar aquí, ya estaba preparado, y casi no sentí el choque cultural. Me ayudó que compartíamos esa actitud, y desde entonces no sólo vivimos juntos, sino que con ella hemos viajado a la Argentina como 40 veces, por lo menos una al año".
Su abuelo materno Gabriel Maggi fue intendente de Rafaela y tiene una calle con su nombre en la ciudad; su bisabuelo Luis Maggi fue uno de los fundadores, una de sus tías fue profesora del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti. Admira a Beethoven, se cultivó en la música, pensó en ser profesional, hasta que se inclinó por los tableros de diseño.
"Cuando llegué las cosas eran muy diferentes a lo que se puede ver hoy. Brasil ahora tiene mucho más contacto con el exterior. Más aquí en Belo Horizonte, que por ser una ciudad mediterránea no estaba tan ligada a la Argentina o a Uruguay como San Pablo, Porto Alegre o Río de Janeiro", recordó.
Belo Horizonte lo acogió y le suministró las herramientas para realizarse profesionalmente. "Este país me dio oportunidades que no las hubiera tenido en la Argentina. Así lo creo, al menos. Aunque uno nunca sabe si está en lo cierto cuando dice estas cosas, aquí hice obras importantes en mi profesión, la arquitectura. Yo participé en el equipo de trabajo que proyectó el Aeropuerto ''Tancredo Neves'' de Confins, y otras tantas obras. En Rafaela hubiese sido imposible diseñar una obra de 80 mil metros cuadrados. Brasil, por su tamaño, ofrece una serie de posibilidades que en la Argentina están reservadas para unos pocos privilegiados, y en Buenos Aires", agradeció.
Durante estas semanas en Brasil, mirando sus contrastes, alguien que definió desde adentro como tal vez resultaría complicado hacerlo desde afuera. Brasil sería "Belindia", tiene un poco de Bélgica y mucho de la India.
Luis dio su visión de un país que conoce a esta altura más que al propio: "Brasil siempre fue un país de contrastes. Yo hace 38 años que vivo aquí y siento que en los últimos años tuvo un avance fantástico, pero siguen los contrastes. Nosotros vivimos en este edificio, a cinco cuadras del barrio más exclusivo de Belo Horizonte, y aquí arriba hay una favela, pero esos contrastes se han ido disminuyendo. No totalmente; posiblemente no sea lo ideal, pero ha mejorado la vida de mucha gente que antes no tenía acceso a muchas cosas".
"A mí nunca me faltó nada, porque siempre fui parte de la clase media de Belo Horizonte, con acceso a todas las cosas, salvo algunos lujos reservados para muy pocos. Hoy vivimos un proceso que viene desde la época de la gestión del presidente Fernando Henrique Cardoso, quien impulsó una serie de reformas, que profundizaron los gobiernos trabalhistas de Lula y Dilma" agregó.
En esa metamorfosis, incluyó a su ciudad adoptiva, muy distinta a aquella Rafaela que dejó hace cuatro décadas: "Por otro lado, con ese acceso a otras cosas, Minas Gerais se abrió el mundo, y hoy el mineiro puede conocer Europa, va a la Argentina con más frecuencia que a Manaos. Cambió la mentalidad, entendió otras cosas, y eso contribuyó al acercamiento con los países de los vecinos. Brasil siempre estuvo un poco aislado de sus vecinos, posiblemente por su idioma, su cultura, pero ahora no veo eso".