Daniel Lovano / 

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Eran otros tiempos.

El 31 de agosto de 1969 la selección argentina se jugaba la clasificación al Mundial de México en la cancha de Boca, frente a Perú, pero por aquí cualquier cosa que pudiera suceder en "La Bombonera" quedaba en un segundísimo plano por un hecho que sacudía a la sociedad olavarriense.

Ese mismo día y a la misma hora, Racing inauguraba una obra fabulosa. La genial creación de don José Buglione Martinese, el dirigente más importante de su historia: un estadio de fútbol de cemento, con capacidad para 5.000 personas, en el ángulo norte del Parque Olavarría.

A nadie se le hubiese ocurrido trasladar ese gran acontecimiento para otra fecha u otro horario por el partido en Buenos Aires.

Estaban muy lejos aún en el tiempo la globalización mediática, el poder de penetración de estas grandes cadenas que invaden el living de cada casa hasta con los eventos más insignificantes del deporte mundial.

Algunos registros que se conservan, y la memoria colectiva, revelan que la idea de un estadio capaz de cobijar la creciente asistencia de espectadores en las canchas del fútbol olavarriense surgió en una comida.

Que en la cena de los campeones de 1963, ante ¡1700 comensales! el flamante presidente de Racing propuso construir un nuevo estadio, a la altura del poder de convocatoria de los chairas.

Ese mismo año, el 1 de enero, don José Buglione dio inicio a la gestión más extensa e importante al frente del club, que se prolongó hasta el 31 de diciembre de 1975, luego de ser derrotado en las elecciones del 26 de abril por el doctor Raúl Monente.

Don José era un hombre de mucho poder económico; de los tantos que por entonces se volcaban a la administración de las instituciones deportivas.

Importante empresario con inversiones en minería y vitivinicultura, tenía espalda suficiente (y también billetera) como para encarar una proyecto de semejante envergadura.

El lugar elegido para el emplazamiento de un estadio que, con el paso de tiempo, sigue siendo el más importante de la Provincia interior, fue en la última porción de tierra en anexarse al Parque Olavarría: entre República del Líbano y la avenida Sarmiento, y desde el arroyo a la calle Cerrito.

La inversión inicial fue de unos 20 millones de pesos moneda nacional. Actualizar este dato queda para un premio Nobel en economía, con la inflación galopante que ha padecido el país a lo largo de este medio siglo.

Enormes movimientos de suelo fueron necesarios para emplazar el anillo de cemento de 400 metros. Para ello se utilizaron maquinarias pertenecientes a las empresas del presidente del club.

Una monstruosa cantidad de hormigón fue necesario volcar.

El proyecto era tan ambicioso que, sobre la tribuna de la calle Cerrito, se pueden observar las salientes para la continuidad de la obra.

La primera etapa contempló la platea techada con capacidad para 464 asientos y una tribuna de cemento con un aforo para 1200 personas sobre el arroyo, y otra de similares características espejada contra la calle Cerrito.

Los moldes para construir las butacas de cemento fueron cedidos por el Club Rosario Puerto Belgrano, de Punta Alta.

Un estadio modelo, que trascendió su época, e incluyó vestuarios azulejados con capacidad para 11 duchas, sala de masajes, bancos y percheros, vestidor para los árbitros y túneles individuales para la salida de los equipos.

El comunicado oficial del club, publicado en los medios los días previos a aquel partido decía que se trataba sólo de una inauguración extraoficial. Que la oficial recién llegaría con la colocación de la iluminación artificial, y eso se produjo recién en el verano de 1975, con un amistoso frente a Newell''s Old Boys de Rosario, uno de los dos campeones argentinos de 1974

La irrupción de Loma Negra en el fútbol profesional volvió a cambiarle la cara al gran estadio del deporte olavarriense.

Se construyeron dos tribunas tubulares sobre la calle Cerrito (que ya no están), los taludes en las cabeceras, nuevos sanitarios, boleterías, las cabinas para la prensa y se colocaron butacas de chapa en las dos tribunas de cemento.

Pero el primer partido es el que da lugar a este recordatorio; en una otoñal tarde cuando el invierno de 1969 empezaba a despedirse.

El duelo 80 en la historia Racing - Estudiantes, y en una jornada definitoria, además: al mismo tiempo el gran "Ferro del 69" goleaba 4-1 a Calera en la Villa Von Bernard y ganaba su primer título en 23 años.

Asistieron al clásico más de 5.000 personas, que pagaron 270 pesos (los caballeros) y 150 pesos (damas y conscriptos) para dejar en las arcas de Racing 854.430 pesos de la moneda nacional que desaparecería apenas cuatro meses después, para darle lugar desde el 1 de enero de 1970 hasta el 1 de junio de 1983 a los Pesos Ley 18188.

El partido arrancó a las 15.15 (después del preliminar ganado por los chairas 4-2), con el arbitraje de Oscar García, de la Asociación del Fútbol Argentino.

El Racing de Vicente Martín y el Estudiantes de Juan Stefanoni ofrecieron un espectáculo chato, con pocas llegadas a los arcos, que el ácido comentarista del diario "Tribuna" no dudó en calificar como "un partido entre solteros y casados".

"Amargo 0 a 0" dirían analistas más contemporáneos.

Sin embargo, en el primero de los dos minutos de tiempo de descuento, un exacto pase del "Potrillo" Piriz encontró a toda la defensa de Racing saliendo, "Cacho" Rogelio Suárez quebró el adelantamiento y con esa zurda exquisita que distinguió toda su carrera definió por encima de la desesperada salida de Jorge Venier, contra el arco que hoy da al Minigimnasio.

Así empezó la vida del templo más importante del fútbol olavarriense.

Agradecimientos: a "Mecha" Zubiría y Gustavo Burgardt por el material suministrado