El desierto y sus fantasmas
Las historia de un bandido y un santo se entrecruzan en la narración oral de un pequeño pueblo. Ambos le dan vida al mito que alimenta la vida de los habitantes del lugar. "El cantar del profeta y el bandido", de Héctor Tizón, publicado por Alfaguara. Rodrigo Fernández / [email protected]
"Uno es joven, pura esperanza; uno es viejo, puro recuerdo, uno es mediano y los recuerdos y las esperanzas le bailan mezclados en la cabeza" dice Rosendo López, contraventor, que pasa sus días entre las calles y la cárcel de Ramayoc, el escenario de "El cantar del profeta y el bandido", la reciente reeditada novela del fallecido Héctor Tizón.
Ramayoc es un pequeño punto en la geografía del altiplano donde las historias alcanzan alturas de mito y "el tiempo es lo que está flotando entre las cosas". Poco queda ya del pueblo que vio crecer animales, plantas y hombres por igual. ahora es casi un pedazo de tierra olvidada por Dios. Lo único grandioso que queda en pie es la gran nave de la iglesia donde conviven toda clase de alimañas. Como será inabarcable el silencia que hasta el cura ha decidido irse. Pero antes deberá escuchar la historia de cuando en el pueblo era todo felicidad y porvenir. Cuando la tierra era fértil y los hombres no habían decidido aún marcharse.
"Dicen que la felicidad es un escozor que dura poco; que sólo los muy viejos pueden ser felices de verdad, y los niños, en esas dos edades el provenir es misterioso" dice el Comisionado Municipal mientras le cuenta al cura lo que sucedió con Don Pelayo, santo curandero, y la fe que brotó de los corazones de los habitantes de Ramayoc.
Pero a su vez Rosendo González referirá la historia de Ubenceslado Corimayo, el bandido de Coranzulí, quien asolaba la zona hasta su fatídica muerte. Hombre sorprendido por la mala suerte y dispuesto a vengarse de ella, enfrentando su destino de desterrado. Así la historia del profeta y el bandido van dándole forma al origen y al final del pueblo. Un pueblo que desvaído y triste espera desaparecer.
En "El cantar del profeta y el bandido", que fue publicada originalmente en 1972, Héctor Tizón consigue narrar una historia compuesta de dos voces distintas que sin embargo buscan la misma explicación: saber por qué la suerte se ha ensañado con Ramayoc. Y así de la misma manera que un santo, con algo de bandido, influye en la vida de un pueblo también una bandido, con algo de santo, será capaz de dejar una huella en la vida de los hombres.
Una novela, que con influencia del boom latinoamericano, que busca demostrar que el destino es injusto con los hombres. Los puede llevar a la gloria o al olvido absoluto con la misma fuerza.