Hablar de salud menstrual
En todo el mundo 1.800 millones de personas menstrúan, pero a 500 millones se les niega el acceso a instalaciones seguras y a los productos sanitarios. La salud menstrual como la relación de la menstruación con distintos factores como economía, salud, igualdad de géner
En todo el mundo 1.800 millones de personas menstrúan, pero a 500 millones se les niega el acceso a instalaciones seguras y a los productos sanitarios que ayudan a manejar sus períodos saludablemente (agua corriente, jabón, toallas sanitarias, analgésicos, etc).
Tan solo en América Latina, el 43% de las alumnas que se encuentran con su período menstrual prefieren no ir a la escuela esos días, de acuerdo con un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), publicado en 2019. Esto convierte a la menstruación en una de las principales causas del ausentismo escolar.
En el caso de Argentina, hay más de 12 millones de personas que menstrúan, y relegar el tema a lo privado solo contribuye a aumentar la brecha de género, social y económica, contribuyendo así a la desinformación y a la vergüenza para las personas que lo transitan.
Cuando hablamos de salud menstrual no nos limitamos a lo que le pase a cada persona individualmente, sino que hablamos de la relación de la menstruación con distintos factores como economía, salud, igualdad de género, educación, y derechos.
Por un lado, tenemos el factor económico que es fundamental: según estimaciones de Ecofeminita, el gasto anual promedio de una persona menstruante en productos de higiene es de $4.890 si se eligen toallitas higiénicas o $5.311 en caso de optar por tampones.
Al respecto, Natalia Haag, Directora de Testeo y Prevención de VIH de AHF Argentina explica: "Quienes no pueden afrontar ese gasto se ausentan de sus trabajos o lugares de estudio y, en muchos casos, adoptan otros métodos de gestión inseguros. De esta forma, la menstruación se vuelve otro factor de desigualdad convirtiéndose en un obstáculo para el pleno desarrollo de las personas".
La escasez y la inflación causadas por el Covid-19 también han hecho que la compra de productos de higiene sea significativamente más difícil en todo el mundo.
Esta situación podría mejorar con la implementación de políticas públicas que garanticen el acceso a los elementos de gestión menstrual, pero no sería suficiente. También es necesario tener acceso a agua potable para mantener la higiene y disponer de un ambiente privado para tal fin, y es fundamental tener información sobre el uso correcto de los distintos elementos.