Hace unos veinte años el Diario tenía una sección de personajes que se publicaban en la contratapa de cada edición. Una especie de homenaje en vida, de reconocimiento, a figuras por algún motivo salientes de la comunidad. Por aquellos días, la encontré como tantas otras veces donde siempre la encontraba: en el gimnasio del club. No había tarde o noche que llegara a cubrir algún partido y ella se no acercara para saludarme, ofrecerme un mate, un pedazo de torta. Un saludo, una charla, un comentario. Algo, siempre tenía algo para dar.

¿Le puedo hacer una nota, Elsa? "¿Y a mí por qué? ¿Yo que te puedo llegar a decir?", se atajó enseguida. Le expliqué la idea y aunque no estaba nada convencida creo que aceptó más por mí que por ella. Para no decirme que no, para que no volviera a la Redacción sin mi contratapa de esa semana.

Hoy cuando me topé con la noticia de su muerte fui enseguida al archivo para buscarla. "Cuesta imaginarse a Racing sin ella. O a ella sin Racing. Sin pedir cargos, sin figurar ni esperar nada a cambio, Elsa Iriarte siempre está. Madre colectiva, tía cariñosa o abuela postiza, ella protege y acompaña a los chicos que defienden sus colores más amados", así empezaba aquella nota.

En la entrevista me contó, recuerdo ahora, que se había iniciado como cocinera de los equipos de fútbol y que de ahí saltó al básquet. Que ya a esa altura había perdido la cuenta de la cantidad de inviernos, partidos, entrenamientos y jugadores que había visto pasar por ese gimnasio, que no era su casa, pero que se parecía bastante a eso.

Como una especie de mujer orquesta, incansable y voluntariosa que atendía el kiosco, pero también podía transformarse en utilera, consejera, acompañante de cada viaje, un poco de psicóloga y bastante de abuela.

Cuando a los 15 años se vino del campo a la ciudad consiguió trabajo con una familia que era de Estudiantes y casi por obligación, en aquella época nació su simpatía por el club que más tarde pasaría a ser su rival eterno. "Sí, casi nadie lo sabe, pero cuando llegué a Olavarría me hice de Estudiantes", me confió con una sonrisa pícara aquella tarde, como revelando un secreto que tenía bien escondido.

Pero su destino estaba marcado y sus amigas Mecha Zubiría y Perla Maletta la convencieron de cuál sería su amor para siempre: el Racing Atletic Club.

Elsa Iriarte era una mujer entrañable, imposible de no querer. De esas personas con el don de hacer sentir bien al que pasara por su lado.

Ayer falleció y la verdad es que la noticia me dio muchísima tristeza.

A nadie que sienta amor por un club, el que sea, tendré que explicarle esa sensación.

Bien sabemos que los clubes no son nada sin su gente.

Y que aunque cada club está por encima de cualquier nombre, no nos vamos a hacer los distraídos y a decir que todos los nombres son iguales. Se te va a extrañar Elsa, que en paz descanses.

Elsa Gladys Iriarte falleció ayer a los 91 años. Sus restos serán velados en día y horario a confirmar en España 2942, departamento D, y sus restos serán cremados en Pinos de Paz.