Día Mundial del lavado de manos, una práctica que salva vidas
Más allá de ser una acción cotidiana, simple y económica, se trata de una práctica efectiva que puede salvar vidas.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, el correcto lavado de manos con agua y jabón reduce en un tercio la incidencia de diarreas. Es decir, la frecuente higiene de manos no sólo ayuda a prevenir enfermedades como la COVID-19, sino también otras afecciones respiratorias y diarreicas que cada año se cobran millones de vidas en el mundo.
Así busca destacarlo el Día Mundial del Lavado de Manos, que se celebra cada 15 de octubre y que apunta a reconocer esta acción clave que cada uno de nosotros puede realizar especialmente en determinados momentos, como antes de tocarse la cara, después de toser o estornudar, después de ir al baño, antes y después de cambiar pañales, antes de preparar y comer alimentos, después de tirar la basura y luego de tocar los picaportes de las puertas o cualquier otra superficie que sea muy usada por distintas personas.
Este Día también es una oportunidad para reconocer a los trabajadores de la salud que, como héroes de primera línea, tienen un rol crítico en la prevención de las infecciones, incluida la COVID-19. Los trabajadores sanitarios y la población en general, por igual, pueden desempeñar un papel en la prevención de infecciones mediante la higiene de manos regular y frecuente, la cual debe llevar entre 40 y 60 segundos para hacerlo bien.
El lavado de manos es la base de todas las intervenciones, antes de examinar al paciente, al insertar un dispositivo médico, curar una herida, o al colocar una inyección. Incorporar los momentos específicos para la higiene de las manos en el flujo de trabajo del personal sanitario facilita que se haga lo correcto. La OPS/OMS cuenta con una serie de recomendaciones sobre cada uno de estos momentos para que todo el personal sanitario, cada uno en su rol, sepa cuándo debe hacerlo.
Asimismo, esta jornada también es una oportunidad para hacer un llamado a la acción a los responsables de dictar las políticas en los países, para proporcionar entornos de trabajo seguros para el personal de salud, el acceso a las capacitaciones necesarias para brindar una atención limpia, además de garantizar la provisión de agua segura para la población.
Se trata entonces de una de las acciones más baratas y efectivas que tenemos disponibles para la prevención y que cobra especial importancia en este contexto de pandemia.
Junto con otras prácticas -como toser con el pliegue del codo, no tocarse la cara, limpiar las superficies, mantener el distanciamiento físico, informarse con fuentes confiables y seguir las recomendaciones oficiales- es la llave que cada uno de nosotros tiene para protegerse y proteger a los demás. Tenemos el desafío de convertir estos conceptos en un hábito frecuente e incorporado. Es un compromiso urgente y necesario.
* Por el Dr Enrique Pérez-Gutiérrez, representante interino de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud en Argentina.