La pandemia global causó estragos en la economía de casi todos los países del mundo y fue devastadora en términos sanitarios, pero también trajo consigo cambios positivos para la sociedad. Uno de ellos fue el auge del teletrabajo, que permitió a millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo dejar a un lado las largas horas de trayecto hacia y desde la oficina, y les dio la oportunidad de desempeñar sus tareas desde casa.

El teletrabajo presenta enormes beneficios desde múltiples puntos de vista. El más claro es el del personal que teletrabaja, porque les permite disfrutar de más tiempo libre –el que se ahorran en transporte– y, además, les da la opción de conciliar mucho mejor su vida familiar con su vida laboral. Esto se traduce también en un ahorro en combustible e, incluso, en la renta del hogar, porque les permite vivir más lejos del centro y con mayor confort.

Para las empresas también supone una oportunidad, porque pueden reducir el tamaño de sus oficinas, con el consecuente ahorro que conlleva. Y, además, también les abre la posibilidad de contratar talento en otras ciudades del país o, incluso, en el extranjero. Los beneficios se extienden hasta el medio ambiente, porque se reducen las emisiones de CO2 del personal que trabaja de forma remota, y se desahoga el tráfico de las grandes ciudades.

Pero entonces, ¿por qué las compañías están tratando de forzar una vuelta a la oficina?

Las grandes empresas tratan de revocar los permisos de teletrabajo Parece que, desde la perspectiva de las compañías, no todo luce tan bien. Las empresas de Elon Musk, por ejemplo, comenzaron a llamar a filas a todo el personal que trabajaba de forma remota en cuanto pasaron los peores meses de la pandemia, y muchas otras siguieron su senda. Según Musk, no se podían hacer “grandes cosas” trabajando desde casa, porque la productividad y la comunicación entre el personal se ven resentidas.

Algo de cierto habrá en este punto de vista, porque hoy por son miles las empresas que están tratando de prescindir del teletrabajo. De un modo u otro, las compañías sienten que consiguen una mayor productividad cuando su personal está en las oficinas, pero ahora se encuentran con la resistencia de los teletrabajadores y teletrabajadoras, que, lógicamente, no quieren renunciar a los privilegios que tanto les había costado conseguir.

En múltiples empresas se están abriendo procesos de negociación para tratar de conciliar ambas posturas. Algunas opciones intermedias pasan por permitir el teletrabajo solo algunos días de la semana, o exigir un mínimo de horas trabajadas desde la oficina. Otras, simplemente permiten o no el teletrabajo en función de las tareas que sea necesario desempeñar, con lo que algunos empleados pueden disfrutarlo siempre que quieran, y otros, en cambio, no.

Los problemas para las empresas no son solo de productividad El problema no es solo de productividad y de gestión, sin embargo. El teletrabajo implica serios desafíos para garantizar la seguridad digital de las compañías. Resulta mucho más difícil prevenir hackeos o filtraciones cuando los dispositivos de la empresa se encuentran repartidos por toda la ciudad, o, peor aún, por todo el país. En este aspecto, el personal que aboga por el teletrabajo tiene pocos argumentos a su favor, si bien el problema no es irresoluble.

Incluso si no se tienen conocimientos técnicos, resulta evidente para cualquiera que al departamento de informática de una empresa le resulta mucho más sencillo proteger

sus sistemas cuando están confinados a una sola oficina. Crear intranets desconectadas de

internet, instalar sistemas anti-malware e impedir el uso de dispositivos USB externos a la oficina es mucho más fácil en un entorno físico acotado y controlado.

Sin embargo, la tecnología actual ofrece soluciones que permiten la protección de los dispositivos remotos con una eficacia muy similar. El cifrado de una VPN puede encargarse de la protección de las comunicaciones de los trabajadores remotos desde cualquier lugar, y, con los cupones NordVPN, resulta todavía más económico y accesible. Además, la formación del personal puede ayudar a prevenir malos hábitos online y minimizar los riesgos digitales.

La solución ideal seguramente pase por un punto de equilibrio No es posible –ni razonable– pasar por alto los enormes beneficios que el teletrabajo ofrece tanto para el personal como para las compañías, e incluso para el medio ambiente. Además, un personal satisfecho es capaz de ofrecer a las empresas un rendimiento muy superior. Sin embargo, las empresas también tienen buenas razones para limitar el teletrabajo, tanto en el ámbito productivo como en cuanto a la ciberseguridad.

La solución, entonces, está pasando cada vez más por un punto intermedio donde es posible conceder bastantes horas de teletrabajo al personal, dentro de un marco donde también es necesario trabajar de forma presencial durante cierto tiempo, o en ciertos contextos. De este modo se pueden conciliar los beneficios de ambas perspectivas, limitando además sus puntos negativos. Y, además, tanto empresa como personal pueden ahorrar bastante dinero.

En cuanto a la ciberseguridad, la combinación de sistemas de protección digital en la oficina y en los dispositivos de los teletrabajadores puede verse reforzada por una estrategia que limite la exposición de los datos confidenciales en el exterior de la oficina. Algunos proyectos, o ciertos departamentos, pueden mantenerse restringidos a las instalaciones de la empresa. Para el resto, la formación específica del personal remoto basta y sobra.