Todo esto se prolonga en los individuos hasta el final de los días, independientemente si la mamá vive o no. Obvio que con este antecedente la figura del padre es un poco menos que espectral.

Esto sería un somero enfoque dinámico sobre esta situación.

El varón obeso desde niño tiene una autoimagen corporal poco menos que humillante y vergonzosa para sí mismo,  lo cual es motivo de burlas, en forma manifiesta o velada ya desde la escuela inicial y ni que hablar en el inicio del ciclo secundario; que por suerte, este ciclo lectivo ahora comienza a los 12 años, edad en donde se encuentra con la eclosión hormonal dándole un "clic" psicológicamente y biológicamente hablando.

Algunos por suerte despegan del estado obeso, otros se perpetuán y para estos últimos es una condena al fracaso genital y sexual. Tardan por lo menos de 6 a 10 años en poder tener un encuentro sexual. Los actos masturbatorios pasan, en algunos casos, de escasos a abundantes, según el perfil de personalidad y estado mental (angustia, ansiedad o depresión).

Jerarquizan los encuentros grupales donde predominan el alcohol, las comidas, el tabaco y porque no, algunas veces las drogas. Son muy difíciles en el abordaje terapéutico; por lo general no son sinceros en la terapia, tienen actitudes evasivas, de negación  o de resaltar compensativamente que la vida sexual marcha sobre caminos de jazmines; y no es así.

Si damos un enfoque orgánico, entendiéndose hormonal, testosterona, que es la hormona del deseo, se fija en la grasa, por eso, cuando solicito análisis de los mismos, por lo general tienen bajo nivel de la misma.

Por lo tanto la conjucion sexualmente hablando, vinculo patológico materno-filial, factor personal de auto estima negativa, y más la autoimagen reflejante (espejo), factor social (mito) "gordito bueno pero... con problemas de identidad dudosa".

Recomiendo, terapia psicológica y sexual comprometida, para tener una vida sexual feliz. Aclaro que no es patrimonio ni de los gordos, ni flacos ni de los del medio.

Diciendo esto, apunto a que recapaciten y se pongan en marcha para hacer terapia, y no se aíslen ni se mientan a sí mismos. Tienen derecho a una sexualidad feliz y con voluntad se puede conseguir.