"Aniceto" es la nueva y más original de las películas de Leonardo Favio, un ballet cinematográfico que se estrenó el jueves en Buenos Aires y que además de narrar la tragedia de un hombre que lo pierde todo por un metejón amoroso, traduce su idea de aunar artes como el cine, la pintura, la danza, la música y la escultura. Ocho años después de "Perón, sinfonía de un sentimiento", su apasionado documental sobre el peronismo, y a 15 desde el estreno de "Gatica, el Mono", su última ficción, el célebre cineasta, actor y cantautor volvió a confiar en sus sueños y apostó todo a una obra que desborda belleza y poesía, pero es totalmente atípica en el cine nacional.

"Estoy muy contento, muy cómodo y seguro como nunca de la obra que realicé, y eso es algo que jamás me había pasado", afirmó el cineasta en una entrevista con Télam y señaló: "Logré estéticamente todo lo que había soñado, como filmar en un galpón, crear cielos con telones e imitarlo a Mélies". "Siempre me gustó sacar conejos de la galera", afirmó Favio con relación a su admiración por la magia cinematográfica de Mélies y, especialmente, a su arriesgada decisión de incorporar la danza en su película, ya que para él "el ballet permitía nuclear todos los aspectos de las artes, como la música, la escultura, el cine y la pintura".

"A veces pienso hasta qué punto ésta es una película y no otra cosa, porque abarca una totalidad de las artes", dijo el autor y agregó que quiso "simplemente filmar una obra donde se desplazan estos personajes con sus vivencias. No quise intelectualizar nada, me dejé llevar por la intuición y creo que la emboqué un poco de carambola".

Protagonizado por los bailarines Hernán Piquín, Natalia Pelayo y Alejandra Baldoni, quienes sorprenden con su destreza física y una sólida actuación, el nuevo filme del director de "Crónica de un niño solo" y "Juan Moreira" narra la caída en desgracia de un hombre que lo pierde todo por ambición. Rodada íntegramente en un inmenso hangar en Quilmes, donde se recrearon un poblado, acequias, árboles y cielos diáfanos o de un rojo intenso con telas pintadas, la película describe las vivencias de Aniceto, el dueño de un gallo de riña blanquito y matador, y apela a la danza para transmitir los cambiantes estados de ánimo de los personajes.

En este filme, Piquín ocupa el papel que Federico Luppi tuvo en 1967, cuando Favio rodó en su Mendoza natal "El romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más", basándose en el cuento de su hermano Jorge Zuhair Jury "El cenizo". Y mientras Baldoni encarna a la mujer seductora e irresistible que en aquel inolvidable filme le tocó interpretar a María Vaner, la joven, bella y delicada bailarina Natalia Pelayo ocupa el lugar de Elsa Daniel y personifica a una Francisca sumisa, ingenua y expuesta a la traición.

"¿Le gustan los gallos? Le podría contar muchas cosas de los gallos. Sobre todo de este que es guapo y matador", dice y repite Aniceto en dos momentos claves de la película, una vez a la dulce Francisca, promesa de una vida feliz, cálida y luminosa, y otra a Lucía, cuya belleza pecaminosa lo hace resbalar hasta el fondo del abismo.

Con respecto a la elección de tres bailarines sin formación actoral para los roles protagónicos, Favio se mostró sorprendido y feliz por sus interpretaciones intensas y verosímiles, y arriesgó: "Creo que Dios intervino en todo esto, no lo puedo atribuir a otra cosa. Aunque es cierto que uno tiene que colaborar, porque no se puede dejar todo en sus manos. Verlos bailar es un espectáculo aparte, pero lo sorprendente es su calidad actoral. Tienen una sensibilidad exquisita y unos rostros que la cámara ama. Estoy seguro que serán una sorpresa para muchos", auguró el director, cuya obra podría ser objeto de un homenaje en el próximo Festival de Venecia.

Para Favio, la inclusión de la danza en su film "era una manera de integrar las artes, porque el ballet es una forma que nos estábamos negando en el cine y creo que a partir de acá, por lo menos en mí, comienza una etapa donde la estética de cada uno de los movimientos se van a lograr ver".

Con música de Iván Wyszogrod y de Miguel Angel Estrella, "Aniceto" es quizás la expresión más íntima de Favio y el filme donde -incluso a través del uso de su propia voz para el relato en off- establece un vínculo directo con los espectadores: "En mi pueblo había mucha intimidad y por eso quise hablar directamente con el público", explicó.

El uso preciso de la luz, la perfección de los decorados y la minuciosidad con la que Favio compuso los encuadres o dirigió cada gesto y movimiento de sus actores, forman parte de "una ambición pictórica y de una búsqueda de la belleza, que es una obsesión mía relacionada con tratar de hallar la intensidad en las vivencias humanas", afirmó Favio. "Estoy muy feliz con esta película pero no creo que sea un punto culminante en mi carrera como artista, porque pienso que uno nunca llega a eso y porque además todavía tengo muchos sueños por realizar. Dios mediante dentro de muy poco saldré a cantar por distintos puntos del país", anunció.