Monte Viggiano y la devoción a la Virgen que llegó con los inmigrantes italianos
Abarca una importante cantidad de zonas y barrios. De hecho, la comunidad parroquial Nuestra Señora de Monte Viggiano está integrada por ocho capillas en nuestra ciudad. Está a cargo de los franciscanos desde los años ´40 y hoy la integran 3 frailes, además de una comunidad laica comprometida con variadas actividades.
"La devoción a la Virgen llegó con los inmigrantes italianos", cuenta el administrador parroquial de la comunidad de Monte Viggiano, fray Pablo Bajuk.
El culto a la Virgen de Monte Viggiano -reina y patrona de Lucania- es originario de la provincia italiana de Potenza, en la región de Basilicata, y la tradición cuenta que entre los siglos VIII y XIX, durante las invasiones de los musulmanes, los pobladores temerosos que entraran al pueblo y le destruyeran la imagen se la llevaron para ocultarla en la cima del Monte Viggiano. Años más tarde, pastores observaron extraños resplandores en el monte y así hallaron una escultura de madera bruñida en oro con la imagen de la Virgen, la cual comenzó a ser adorada.
La historia cuenta que la primera imagen de la Virgen de Monte Viggiano fue traída a Olavarría desde Italia en 1885 por María Capuano, cuando la ciudad de Olavarría contaba con 18 años desde su fundación llegó desde la región napolitana de su Italia natal, con esta estatuita.
El primer lugar donde se comenzó a venerarse dicha Virgen de Monte Viggiano fue en el domicilio de Rosario Goseglia de Visconti, en la calle Sargento Cabral casi Lavalle. Allí comenzaron a reunirse algunas familias, en especial de inmigrantes italianos, la mayoría de ellas de condición humilde. En el lugar se rezaba el santo rosario y se hacía alguna que otra fiesta en honor a la Virgen.
"Con el correr del tiempo, entre las mujeres surgió la idea de levantar una capillita para la Virgen, y con ese fin se formó una comisión, asesorada por el párroco de la iglesia San José, que en aquel entonces era el presbítero Antonio Bertolini. Consiguieron el terreno y de a poco fueron construyendo la ansiada capilla que se inauguró el primer domingo de septiembre de 1911, día de las fiestas patronales, en el salón que actualmente se utiliza como salón de Cáritas Monte Viggiano.
"No pasaron muchos años, cuando ya la capilla resultaba chica para albergar a tantos fieles que concurrían, especialmente para las fiestas patronales; algunos de ellos llegaban desde las ciudades vecinas, especialmente de Azul. Atraía tanto público que se pensó en la construcción de un templo más grande".
Así, el 6 de septiembre 1936 se inauguró el actual santuario y en 1919 llegaría la construcción del templo San Francisco (sede parroquial). Más adelante, en una zona que "era campo", otro templo de iguales dimensiones comenzó a levantarse: Nuestra Señora de la Esperanza, en Mitre y Ayacucho. Con los años y el impulso de los sucesivos grupos religiosos, se sumarían la capilla Santa Isabel, en Buchardo y Pourtalé; Inmaculada Concepción, en Necochea y calle 17; Nuestra Señora de Lourdes, en Grimaldi y 17; Nuestra Señora de Guadalupe, en San Lorenzo y calle 14 de La Candela y la más reciente, Virgen Niña, en Cerrito 4545, entre Fassina y Trabajadores.
La comunidad de Monte Viggiano, "abarca una importante cantidad de zonas y barrios". La más alejada se ubica en el barrio La Candela y es la de Guadalupe, mientras que en el otro extremo está la de Lourdes que funciona en el barrio que lleva el mismo nombre, en cercanías de la Escuela 6.
Muchas de ellas tienen adquieren el nombre con advocación mariana, y "la más conocida quizás sea la capilla de la Virgen de la Loma, con fray Romeo Musaragno. Es como una especie de centro donde mucha gente va a pasar el día, es un punto de referencia para gente que viaja. Y fray Romero se hizo muy famoso también por su ayuda y su enorme trabajo en Cáritas", describe Pablo Bajuk, quien regresó a Olavarría luego de 20 años. Hizo toda su etapa de formación en Córdoba y después estuvo en el partido de San Martín, "en una zona del Conurbano llamada José León Suárez", una experiencia que describe la misión de los franciscanos: estar en aquellos sitios más pobres donde la gente más necesita.
"Que nos conmueva el corazón"
"Que esta Navidad nos conmueva el corazón para compartir y llevar paz a tantos corazones que necesitan", dice fray Pablo Bajuk.
Después de dos años de pandemia, con todas sus secuelas, gente que ha perdido su empleo y personas que sufrieron la pérdida de familiares, "hay que pensar esta Navidad para celebrarla juntos, tratando de superar barreras y distancias que nos han separado, ya sea por la pandemia o cualquier otra situación. Todo esto nos hace estar más encerrados, mirarnos más a nosotros mismos entonces necesitamos salir y compartir, mirar la necesidad del otro".
Para Bajuk, "necesitamos recobrar la celebración de la Navidad centrados en Jesús porque Navidad es Jesús".