Claudia Rafael

crafael@elpopular.com.ar

Se lo escucha enojado. Y él asiente, sólo que aclara: "pero tranquilo". Fue el impulsor del proyecto que no fue. Es Marcelo Sain, diputado por Nuevo Encuentro. Y con varios laureles en su haber que lo hicieron especialista en temas policiales. Con un detalle que lo marcó desde chico: su padre fue policía de la Federal de la que se retiró en el 79. Hoy define al ministro Alejandro Granados como "el vocero político del comisario Hugo Matzkin". Y asegura -con conocimiento de causa- que la Bonaerense es la madre y el padre de todos los negocios ilegales. "El comisariato es la instancia gerencial de esta financiera" del crimen, asegura. Y sobre la resolución del Gobernador dijo que significará que los intendentes se conviertan en "el pato de la boda", la cara visible de un sistema que no controlarán.

-¿Qué tienen que ver la policía comunal que va a implementar Scioli con la del proyecto legislativo?

-Es algo así como comparar un camión con acoplado con una bicicleta. Pero ése es un problema de la prensa, que termina confundiendo y todo el mundo cree que se trata de lo mismo. Lo que Scioli hace es agarrar 4, 10, 20, 200 comisarías, cambiarles el cartel y decir "éstas son comisarías locales" pero con los mismos policías, los mismos patrulleros.

-Más allá de que la prensa confunda una y otra, creo que no hay que perder de vista la trampa de Scioli que lo está vendiendo también como la policía comunal...

-Está bien. Pero terminamos comparando una ley de 150 artículos con una resolución de 25. Nosotros creamos un sistema policial nuevo, independiente de la Bonaerense y asentado en parámetros completamente distintos. En cuanto a sus funciones, con controles muy severos, pero además, prohibiendo el desempeño de cualquier tarea colateral o ajena, como gestión vehicular, control de tránsito, participación en defensa civil, custodia de establecimientos. Pero con un sistema de conducción policial sobre la base de la conducción política del intendente. Con controles cruzados: con auditorías dependientes del intendente pero también de una auditoría provincial.

-Entonces, ¿cómo definiría lo que hizo Scioli?

-Lo que podía hacer en el marco de sus competencias legales. No podía hacer nada que supusiera crear un sistema nuevo. Nosotros creábamos una policía nueva porque lo hacíamos por ley. Los pibes y pibas iban a ser seleccionados de cero. No podían haber estado antes en la bonaerense e iban a estar en la calle después de un año de formación. Y las unidades de la bonaerense que siguieran funcionando en aquellos municipios que adhirieran a la ley, pasaban a depender también del intendente. Ahí se unificaba el mando. Lo que hizo Scioli es reordenar dentro de la bonaerense y crear un área llamada policía de seguridad preventiva local pero la infraestructura es de la bonaerense, como el personal y el presupuesto. Creó una superintendencia que depende de la subsecretaría de Planificación. Los municipios que adhieran pueden suscribir un convenio y la única facultad del intendente en este escenario es formular un conjunto de parámetros generales de políticas y estrategias de prevención y dárselas a conocer al jefe de la policía local que va a depender del ministro de Seguridad. Y esperar a que las cumpla. Pero no tiene las cuatro características de conducción de la policía: el mando operacional, la ejecución presupuestaria, calificación determinante del personal y control de la policía. Sin esas cuatro atribuciones no conducís a la policía. Podés ejercerlas mal pero sin esas facultades, el intendente la mira de afuera.

-Algo así como la cara visible pero no mucho más.

-Van a ser el pato de la boda. Pero yo tengo que ser creíble cuando critico y cuando elogio. Daniel Scioli apostó a la construcción de un consenso en el sentido en que lo estamos haciendo en la Legislatura. Y Sergio Massa decide por conveniencia política dejar de apoyar la iniciativa de policías municipales, porque pierde el padrinazgo del proyecto. Porque a él lo que le importa es cómo va a quedar frente a la opinión pública. Porque es un pavo real y lo que quiere es mostrar las plumas. Durante dos años no sólo dijo que era partidario de las policías municipales sino que el mejor proyecto era el de Marcelo Saín. Y gran parte del proyecto kirchnerista en la Cámara de Diputados estaba asentado en bases organizacionales y profesionales que ya estaban establecidas en el proyecto que él elogiaba. Tomó algunos elementos del proyecto del kirchnerismo y lo empezó a criticar, para asumir una posición ante la opinión pública contraria al proyecto. La paridad de fuerzas que él tiene hoy en el Senado hizo que ahora la provincia no tenga ley de policías municipales. Porque Sergio Massa no quiso. Y por supuesto que después en su contenido, tuvo el respaldo del ministro de Seguridad con quien tienen una coincidencia ideológica y de principios porque Massa y Granados son dos exponentes de la derecha bonaerense. Granados se cree que la Legislatura es el Concejo Deliberante de Ezeiza y que él es el intendente. Y que nos iba a llevar a patadas en el traste dónde él quisiera. Eso no sólo es falta de respeto a la legislatura sino que muestra el desatino institucional de este hombre.

-Desde esa mirada que plantea, ¿cómo deja parado a Scioli que un proyecto que él dijo apoyar fracasara por las jugadas de su propio ministro?

-Así, exactamente como lo planteás. El sciolismo de pura cepa jugó al proyecto de policías municipales. Y te doy nombre y apellido: Guido Lorenzino, Alberto De Fazio, Iván Budassi, Martín Cosentino. Vale decir, los principales referentes que responden a Alberto Pérez, jugaron a esto. Y Alejandro Granados, que al principio vino muy crítico de la Bonaerense, muy crítico de Casal y muy municipalista, al mes, no sé por qué razón y habrá que preguntarle a él, se convirtió en vocero de la cúpula policial. Y no quería este proyecto porque creía que así se fracturaba la policía bonaerense y perdían el control de la calle. Realmente, ellos no desean el control de la calle por la seguridad de los bonaerenses sino para seguir manteniendo los negocios que regulan históricamente. Porque la bonaerense se ha convertido en una financiera del crimen desde hace un tiempo largo. Y el vocero político del comisario Hugo Matzkin fue Alejandro Granados.

-¿Cómo posiciona esa jugada a Granados?

-Granados es una circunstancia. Es un ministro ignoto. Cuando deje de estar, al tercer día no vas a recordarlo. Y si lo recordás, va a ser por cosas malas. Pero es un verborrágico. Y tiene un instinto de mano dura muy fuerte.

-¿Es posible imaginar una sociedad en la que los delitos más graves no estén gestionados o no cuenten con la complicidad policial?

-El gran problema que tenemos es que la política cree que esta policía le resulta útil. Porque mantiene a raya a los sectores excluidos, a través de políticas represivas, microsociales o manifiestas. Porque regula el crimen más sofisticado y organizado. Porque impide que se criminalicen los delitos del poder. Esta policía, que es una pieza clave de estas tres funciones, es observada como un dispositivo útil. Cuando la policía no cumple con el precepto de garantizar gobernabilidad, son los momentos críticos donde la política dice "yo rompo el pacto con la policía porque estos tipos no cumplieron". La clase política sabe que emprender un proceso de cambio de la institución policial es mucho más largo que lo que dura una gestión gubernamental.

-¿Cómo fue el camino recorrido hasta la caída del proyecto en la Legislatura?

-Todos los sectores progresistas, algunos insertos en partidos de la oposición y otros dentro del propio Frente para la Victoria, durante todo este proceso vieron con una mirada muy crítica el proyecto de policías municipales. Porque dijeron que se trataba de una forma de convalidación de ejércitos privados para los barones del conurbano y para los intendentes que no queríamos. Pero no me pueden explicar muy bien en estos días, por qué fueron los barones del conurbano, el Frente Renovador y Alejandro Granados los que tiraron al diablo este proyecto, si eso los beneficiaba. Como siempre, el progresismo diagnostica mal las cosas. Las diagnostica mal porque no tiene una mirada de poder. Este proyecto era una cuña al sistema tradicional de policía. Era fragmentar la institución y atarla a la legitimidad de los intendentes, buenos y malos. Con lo cual hubiera repercutido en la votación de los vecinos frente al intendente que hiciera las cosas bien o mal. Y como ellos vieron eso, tanto la bonaerense como sus representantes políticos -Sergio Massa, Alejandro Granados, los barones del conurbano- que sí saben leer las cosas políticamente, dijeron "a este proyecto no lo queremos".

-Si en cambio, se hubiera podido avanzar ¿cómo hubiera sido la convivencia entre la bonaerense y la nueva, para evitar contaminación?

-Cualquier proceso de cambio conlleva esa incertidumbre y ese peligro. Y eso es gestión política. Avances, retrocesos, como en cualquier cambio institucional. Pero en este caso, si estas policías se formaban en 20 distritos y sólo hubieran funcionado adecuadamente en 3 ó 4, rompíamos el espinal de la bonaerense. Y ellos, que son mucho más expertos que los progresistas, lo vieron. Sin dejar de lado que muchos progresistas no participaron del debate para no apoyar a otros, porque ellos no eran los protagonistas centrales de la trama. Sólo van al teatro cuando actúan ellos.

-Causas como Candela o Pomar dejaron al desnudo el funcionamiento de la bonaerense. Pero además, en lo cotidiano, persisten los casos de apremios ilegales y torturas ¿Cómo se sale de ese entramado?

-El resultado final de esta película es que quien sigue gestionando la seguridad pública en la provincia es la Bonaerense. Y el problema del progresismo es decir "no nos gusta el proyecto de la policía municipal porque preferimos la policía sueca". Pero las condiciones reales nos dicen que la alternativa a la policía municipal era la bonaerense, no la sueca. Por eso soy tan crítico de la derecha conservadora como de la izquierda progresista.

-Está muy enojado...

-Absolutamente. Tranquilo, pero enojado. Porque yo tengo espalda para poder bancar esto. Porque armé una policía con un escarbadientes y dos alambres. Y yo entiendo la lógica de Scioli, sólo que la alternativa no es la solución del problema. Desde el punto de vista político lo que está diciendo Scioli es que "es un tema que no se lo voy a entregar a un especulador, a un embustero como Sergio Massa". Entonces, como decisión política, yo lo banco. Sólo que sigo creyendo que no resuelve absolutamente nada que se haga a través de la financiera del crimen. Pero si Scioli no emitía esta resolución quedaba con Sergio Massa como gran extorsionador de la Legislatura y como el hombre que marca la cancha al gobierno bonaerense, manejando apenas 20 senadores y 20 diputados.

-Scioli plantea esto pero al mismo tiempo no tiene archivo como para cuestionar. Fue el responsable político de la bonaerense durante todos estos años...

-Es que el desmadre de la bonaerense ha sido profundizado por el autogobierno policial. Ha sido un error otorgarle todo el poder a esta policía pensando que era una policía seria y en realidad era corrupta. Las reformas se dan en el contexto que se dan. Hay condiciones situacionales que te permiten avanzar en determinadas reformas. Y yo observé las condiciones situacionales, no observé la historia de cada uno. Yo también tengo un pasado institucional que es absolutamente repudiable por ellos. Pero se sentaron a la mesa.

Hijo de policía

-Su padre era policía. En este contexto ¿cuál sería la conversación entre los dos?

-La tengo re clara. Mi viejo fue un policía muy honesto. Mi viejo tiene una moralidad que hoy es arqueológica en cualquier policía argentina: o sos delincuente o sos policía. A mi viejo le cuesta mucho entender el escenario. El se retiró en el 79 de la Federal y, si bien el tema drogas prácticamente no existía, veía una licuación de esa moralidad que a él le inculcaron. Años después, fue el primer jefe de seguridad de Carrefour cuando se instaló en Argentina en el 82 u 83. Ya se usaban sistemas de cámaras y un día ven a un tipo que llena un carrito, otro y otro más, repleto de raquetas de tenis. La cajera no se dio cuenta y cuando pasó, lo estaban esperando. Lo llevan a una salita y era un comisario de la bonaerense. Mi viejo decía: "lo saqué esposado delante de todos y las piernitas iban colgando". "No me apretés los ganchos", gritaba el tipo. Y ésa es la moralidad que tengo yo. Mi viejo no es de izquierda, él es azul. Y los hijos le salieron los dos libertarios. Y mi viejo lo que te hubiera dicho de esto es "está todo podrido" y particularmente, lo único que hoy le preocupa es que no me pase nada a mí. Pero él con esa cultura machista no dice nada y la manda a mi vieja a boquear: "papá está preocupado por tal cosa que dijiste". Es que mi viejo siempre fue binario. Y él execraba a los policías que delinquían.

Cuestión de negocios

-¿Cómo fue mutando el negocio histórico de la bonaerense y cuál es hoy el preponderante?

-Todos. Toda actividad irregular o criminal que tenga alguna relevancia en el espacio controlado por la policía, que es la única instancia estatal con presencia microcapilar en el conjunto de la sociedad, es objeto de regulación, de protección, de permisión, de habilitación por parte de la bonaerense. Esto, a cambio de que esa actividad se mantenga en un grado de invisibilidad o de no escandalización política y a cambio de apropiarse de una parte de la rentabilidad del negocio. En el interior de la provincia es notable la recaudación ilegal de fondos por juego clandestino. Que no es un delito de sangre y por lo tanto, se siente menos. Pero todo el mundo sabe muy bien que el juego clandestino mueve enorme cantidad de dinero. Se había limitado en los últimos años pero ahora, con las máquinas de juego clandestino, con los casinos e hipódromos clandestinos, tuvo una relevancia enorme. Y sabemos que es una de las principales actividades ilegales aceptadas masivamente de manera social en el interior de la provincia, y produce una enorme cantidad de dinero. Además de los mercados más desarrollados como el narcotráfico, la trata de personas para explotación sexual que también tiene un enorme nivel de aceptación y complicidad social, mercados de cosas robadas -tanto de mercancías como de autopartes-, y actividades criminales al por mayor. Yo diría que hoy lo principal en la policía bonaerense es esto, el sistema recaudatorio de fondos. El comisariato es la instancia gerencial de esta financiera. Todos aquellos que acceden a ser comisarios saben que participan de este dispositivo. Si no, no pueden serlo. Estén o no de acuerdo. Estén forzados algunos de ellos inclusive, a contramarcha de lo que en la intimidad creen, pero es la única alternativa que tienen para escalar a las jerarquías superiores. Esta es una policía que está muy poco dedicada a la problemática criminal; de hecho, no tiene ningún tipo de circuito de producción de conocimiento sobre el crimen. Es como si tuvieras un hospital sin un sistema de radiografías y de análisis médico. Un hospital donde por intuición gerenciás la salud. La maldita policía era mejor policía que ésta, porque tenía control de la institución y control de la calle, y en todo caso, los negocios regulados por esa policía eran mucho más acotados y había un orden interno muy importante. Hubo grandes bandas desarticuladas que fueron objeto de investigación de la bonaerense. Una parte la regulaba, una parte la desarticulaba. Hoy esta policía sólo está para regular negocios ilegales. Esta crisis institucional es la que lleva a que haya una demanda enorme de la gente hacia el primer escalón del gobierno político en favor de mayor protección y mayor protagonismo de los intendentes en materia de gestión de la seguridad pública.