Daniel Puertas

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Como si fueran pocas las preocupaciones del Gobierno por las dificultades de la coyuntura económica la versión de que CFK sería candidata presidencial en 2019 por pedido expreso del Papa introdujo un elemento que puede descolocar a los dirigentes peronistas más proclives a acordar con el oficialismo y que se caracterizan por detestar a la ex presidenta.

La versión lanzada por el periodista Horacio Verbitsky, un peronista que siempre fue un crítico feroz del Pontífice, no fue demasiado replicada en los medios y nadie salió a avalarla ni desmentirla, pero en privado desató múltiples especulaciones.

Unos días antes de que Verbistsky, uno de los periodistas que debió resignarse a dirigir un medio digital después de ser eyectado de Página 12 por razones conjeturadas y nunca bien aclaradas, lanzara esa información, Miguel Angel Pichetto y Juan Manuel Urtubey, dos de los más caracterizados "peronistas racionales", según la definición del presidente Muricio Macri, habían asegurado públicamente que Cristina Fernández de Kirchner sería candidata en 2019 sin precisar las razones que los hacen estar seguros de ello.

Sin ninguna alharaca y con la proverbial prudencia que mantuvo El Vaticano a través de la historia, Francisco siempre se ocupó de la política interna de su país natal. Incluso un grupo importante de peronistas de distintas líneas se integraron a los llamados laudatistas -por una de las encíclicas papales-, firmaron un documento y mantuvieron múltiples reuniones.

Entre ellos había más de un crítico de CFK que ahora quizá esté preocupado por la versión del periodista, quien al margen de los odios y los amores que se ha granjeado a lo largo de una extensa trayectoria siempre fue considerado como alguien que maneja muy buena información.

No son pocos los funcionarios del Gobierno que consideran a Francisco un dirigente opositor más, pero seguramente nunca sospecharon que alguna vez podría ser el propio Papa el que le pidiera a CFK que vuelva a ser candidata.

Por supuesto que nadie se imagina a Francisco metiéndose de lleno en la campaña, pero todos saben que hay gestos que pueden ser leídos fácilmente por cualquiera, como ya ha ocurrido. Los rosarios bendecidos regalados a personas denostadas por el oficialismo y acusadas de cualquier delito, como en el caso de Milagro Sala, constituyen hechos que no permiten demasiadas lecturas diferentes.

Pero la diferencia esencial entre Francisco y el Gobierno es, simplemente, la visión del mundo que tiene y defiende cada uno. Francisco es el líder mundial más crítico con el esquema económico que pretenden imponer las potencias centrales a todo el mundo.

Hoy Jorge Bergoglio es un jefe de Estado cuya influencia es importante para centenares de millones de personas y la usa para criticar un modelo económico que considera perverso y profundamente anticristiano.

Por su parte, el Gobierno argentino cree en las bondades del modelo tan criticado por el Papa. Simplemente poir esa razón el kirchnerismo, tan crítico de Bergoglio cuando era el arzobispo de Buenos Aires, se convirtió en un aliado estratégico de El Vaticano apenas Bergoglio se convirtió en Francisco I.

Por eso la preocupación que dificilmente vaya a salir de entre las paredes de despachos o casas particulares pero que va creciendo a medida que se suman las malas noticias, como el desplome de la actividad económica en mayo o el avance de las causas por el caso de los aportantes truchos a las campañas electorales de Cambiemos.

De hecho, ya hay consultoras que han salido a medir directamente a María Eugenia Vidal y a CFK como eventuales contendientes en las presidenciales del año que viene. Y la peor noticia para el oficialismo es que la fotografía de hoy las muestra muy parejas, algo que para muchos era impensable apenas unas pocas semanas atrás.

La Gobernadora bonaerense era prácticamente la carta ganadora de Cambiemos en caso de que los problemas económicos esmerilaran demasiado la imagen presidencial. Sin embargo, aunque en menor medida que Mauricio Macri, María Eugenia Vidal también se vio afectada por el desgaste del Gobierno y, por si fuera poco, le estalló en las manos el caso de los aportes de campaña puestos a nombre de personas que no se habían enterado que pusieron dinero para financiar los gastos electorales de Cambiemos.

Hay un detalle que aumenta la alarma oficialista: aunque todavía falta mucho para las presidenciales, muchos inversores no van a esperar que se confirme en los hechos la posibilidad de que el actual modelo económico sea barrido en las urnas y van a actuar antes.

Por eso no escatiman trucos de comunicación para tratar de convencer a propios y extraños que Macri navega todavía hacia su reelección sin riesgo de naufragar en esta tormenta. Pero es notorio de que esa intención está tropezando día a día con nuevos obstáculos, algunos armados por sus propios errores.