Cacho Fernández

cfernandez@elpopular.com.ar

El tema del gas disparó otro conflicto entre el oficialismo y la oposición. En un programa televisivo se cruzaron una dirigente sindical docente y un padre. La incomunicación fue elocuente. Mientras el padre se preocupaba porque no se dictaban clases por falta de gas, la gremialista buscaba echarle todas las culpas al gobierno anterior.

Nunca fue tan palmario el conflicto nacional. Uno pretendía que la dirigencia le procurara educación para su hijo y le diera herramientas para construirse un futuro mejor, pero a la dirigente solo le importaba dejar "aclarado" que la responsabilidad central de lo que estaba ocurriendo era de o bien el gobierno anterior, o bien los intendentes, y lo tanto absolver al Gobierno provincial.

El tema es dramático. El padre solo quería que la política resolviera los problemas de la gente pero esta dirigente sindical de Quilmes (creo), pretendía bajar línea sobre su posicionamiento partidario.

Eso es precisamente lo que desalienta y está desalentando a la gente, esto es, que las instituciones gremiales o el poder político como lo hizo luego el Gobernador no ocupen su tiempo en hacer campaña culpando a la oposición sino que le resuelvan los problemas cotidianos, y mucho más a los que tienen que ver con el futuro. ¿Es tan dificil entender eso?. No, solo hay que estar fuera del egoismo, del cinismo y de la mediocridad. Ya no se sabe qué argumentar para responder con política partidaria cuando la gente está demandando soluciones.

Algo parecido hizo Kicillof a la tarde y si no fuese por Macri y por Vidal, no habría explicación alguna sobre lo que está ocurriendo. La misma hipótesis llegó a plasmar un film argentino titulado "La venganza del Beto Sánchez", un personaje de ficción (¿de ficción?) que se dedicó a buscar al culpable de sus desgracias.

El personaje, protagonizado por "Pepe" Soriano transita toda su vida buscando a los responsables de sus penurias, pero no llega a ningún lado. Al final acaba en su madre quien es la causa de su vida desgraciada por haberle parido. El oficialismo incurre en el mismo proceso y si se dedica a continuar eludiendo responsabilidades yendo para atrás en el tiempo acabará en Adán y Eva como el origen de todos los males. 

Digamos de paso, y aunque parezca obvio y remanido, que la educación es la base de todo, el problema es comenzar rezagado la carrera por el prestigio social y el futuro que siempre existe. La advertencia es del pedagogo brasilero, Paulo Freire, quien seguramente tomó algo del pensamiento de Stuart Hall quien habló brillantemente sobre el rol de la educación en la carrera por el ascenso social.

Desencontrados

Una paradoja. Mientras se festejan los 100 años de YPF, muchas escuelas del Conurbano, fundamentalmente, padecen la falta de gas, el gasoil, en el Norte argentino y la tercera parte del país, y la nafta amenaza con irse por las nubes. En casa de herrero...

La no realización de las obras que se debieron hacer y no se hicieron dejaron a los chicos sin calor para poder tener las condiciones adecuadas para el proceso de enseñanza-aprendizaje. La responsabilidad institucional recae sobre la Dirección de Infraestructura, pero la dirigente gremial pugnaba por culpar a los intendentes, entre los cuales o bien responden a Martín Insaurralde, un hombre a quien no reconocen como fuerza propia o bien caía en la volteada o algún macrista o algún radical. En síntesis, cualquier ocasión parece apropiada para hacer política electoral, mientras tanto la gente sigue estando sola y en la espera.

En el acto de YPF Cristina y Alberto se volvieron a juntar después de 94 días de divorcio político, de agresiones y del más absoluto silencio. Fue, como dijo alguien, un encuentro que confirmó el divorcio político de ambos.  

Alimentar a la antipolítica

Uno de los requisitos esenciales de la política es el timing, es decir, la oportunidad o el momento oportuno para llevar a cabo una acción determinada. Por lo tanto, en un momento en el que la clase política o dirigencial está tan cuestionada por sus privilegios, prebendas o lo que fuere, parece inoportuno decidir un aumento de la dieta para determinados dirigentes. En un momento, el ex intendente Helios Eseverri las justificó con la famosa "disponibilidad" y porque era una manera de contrarrestar la seducción que podría ejercer el ámbito privado en gente idónea que requería la función pública. Pero hoy este criterio está muy relativizado por la misma crisis de la economía privada.

El sentido de cada acción está en el contexto. Entonces, en un momento de inflación y de salarios que no alcanzan, parece algo desubicado definir los aumentos como se conocieron ahora en lo público en relación de los que se perciben en la actividad privada.

Puede haber cierta lógica, pero como en el medio está también la política, frente a tales conductas, crece el fenómeno Milei en las encuestas quien ha centralizado su campaña electoral en dos grandes ejes, el status de la casta política y el gasto del Estado a costa del esfuerzo privado. Entonces, cualquier aumento de la dieta, sea de funcionarios del Ejecutivo, conejales, legisladores en general, es de alguna manera escupir para arriba.

El referente libertario crece al compás del desaliento de la gente con su clase política que se nutre de la realidad objetiva y por acción de las redes sociales. El asesor político Jaime Durán Barba sostiene que se va a ir diluyendo es irá cayendo notablemente a medida que nos acerquemos a las elecciones cuando se vaya apagando las emociones negativas de la gente y, parafraseando a Baglini, cuánto más cercano esté el momento de votar.

Javier Milei y su crítica a los políticos incluye el código de la red social, el de los llamados "odiadores" que pretenden seducir a través del odio y la descalificación, pero tampoco los políticos ayudan a contrarestar esto.

La antipolítica se fue instalando y basta ver a Podemos en España, a Boric, en Chile, a Bolsonaro en Brasil y hasta el mismo Trump en los Estados Unidos. Fenómenos, todos ellos, riesgosos en un mundo en donde las instituciones no alcancen a contrapesar ese mesianismo tan peligroso para los sistemas republicanos. Por eso, cualquier conducta irritante contribuye a alimentar aventuras que pueden ser difíciles de revertir.

Autonomías municipales

Esta semana visitó Olavarría uno de los candidatos presidenciales por JxC, Miguel Angel Pichetto, la pata peronista de dicha coalición. Reafirmó su posición en contra del kirchnerismo diferenciándolo claramente del peronismo tanto por su doctrina como también por su praxis política. Pichetto prefiere la unidad, pero necesita juntar todo el peronismo que pueda pero no por una tercera vía sino dentro de la coalición opositora.

El massismo local largó con su Escuela de Políticas Públicas "Proyectar" del Frente Renovador, pero no parece haber tenido el acompañamiento kirchnerista que esperaba recibir. No lo acompañó su bloque pese a que Eduardo Rodríguez, dirigente máximo del massismo local y candidato a intendente siempre acompaña los eventos que organiza su bancada del FDT. Es decir, es una coalición con diversidad, sí, pero con una clara falta de integración.

En tanto, el radicalismo bonaerense procura a través de un proyecto las autonomías municipales como la base para "promover esta idea que tiene como único propósito dar respuesta a las esenciales demandas de la sociedad. Autonomía municipal significa mejor salud, mejor seguridad y más soluciones para los bonaerenses de los 135 municipios", coincidieron los legisladores UCR de la Séptima Sección, Alejandra Lorden y Alejandro Cellillo quienes presentaron dicha propuesta ante dirigentes radicales de la Séptima Sección Electoral.

Acto fellinesco

La Vicepresidenta le sugirió, u ordenó, al Presidente, y con tono de marcado reproche, que "usara la lapicera". "Ya te dije que vos la tenías", acentuó como si manifestara su deseo de mandar pero a la vez su impotencia. Fue una manera de pedirle la reforma de la Corte que es quizás lo único que la preocupa.

Hasta ahora Cristina viene perdiendo todas las batallas con su elegido. No pudo echar a Martín Guzmán, tampoco a Cafiero quien pese a su falta de idoneidad sigue vivito y coleando, y todavía no pudo voltear el acuerdo con el FMI que la condiciona absolutamente. Sin plata y sin el plan platita, la Vice parece no tener ningún rol protagónico. 

No dieron ninguna explicación de la ruptura y recomenzaron formalmente la relación como si no hubiese pasado nada, pese a que la fractura en el seno del poder había tenido al país en vilo, sin liderazgos claros y con una inflación que amenaza hoy, según Miguel Angel Pichetto y otros analistas, rondaría algo más del 70 por ciento en el año. Total, el que termina pagando estos desencuentros es el pueblo y no ellos.

El acto de los 100 años de YPF rozó la mediocridad. Cristina le pasó facturas al Presidente porque no usa la lapicera y lo trató con irreverencia. En tanto, Alberto Fernández, en vez de reseñar la historia y la relevancia de una empresa señera y estratégica, se hizo el hippón citando a Spinetta mientras la Vice hacía indisimulables pero también razonables muecas de un disgusto (¿desprecio?) irreductible. El pasaje del acto fue realmente patético y fellinesco.

¿No es demasiado?

De pronto, y en su deseo de manejar la Justicia, el Presidente y todo el Gobierno pretende hacer de la Corte Suprema un Senado paralelo. Con una absoluta falta de inteligencia y de capacidad política, Alberto Fernández quiere que cada provincia cuente con un magistrado en el Tribunal Supremo. su desessperación por ganarse a los gobernadores para empardar el poder de Cristina lo conduce a ridiculeces institucionales como el de construir una Corte con 24 miembros, uno por cada provincia.

Casi una multitud para impartir justicia con fallos a medida. Sin duda que Argentina, un país que supo ser diferente en América Latina, ahora se ha latinoamericano y se acerca al adjetivo descalificante de "bananero". El Presidente se esperanza con que ampliando la Corte lograría la unidad con Cristina, pero está cayendo en el rídiculo más grande de la historia nacional, mucho peor que el Olivosgate o la contracumbre de Los Angeles. En síntesis, un grotesco solo comparable al de la Alianza y a aquel divorcio imprevisto entre Chacho Alvarez y De la Rúa.

La pelea presidencial ha ido alimentando una carencia de conducción política que devino en un aumento constante de la inflación hasta asomarse a la conocida hiper. Los tres dígitos ya se avisoran en el horizonte como una amenaza cada vez más cercana y el acuerdo con el FMI se va alejando como el Pacto de San Nicolás o cualquier otro remoto acuerdo. Cristina lo quería así, y con astucia política lo está logrando. El problema es que su propia estrategia se la lleva puesta. Alberto pretendía constituir junto con el organismo multilateral financiero un verdero regulador a las apetencias insaciables de la Vice, pero está a punto de perder esa herramienta.