Ese mensaje, en sentido estricto, nos propone ir tras una idea concreta, que es la de construir una patria en la que la soberanía política sea una verdad, la independencia económica una bandera irrenunciable, y la justicia social un derecho para todos los ciudadanos.

A cuatro décadas de su desaparición física, traer entonces a la memoria la figura del hombre que levantó el estandarte de un país mejor y para todos, convirtiéndose así en "el hecho maldito del país burgués", tal como lo definiera el platense John William Cooke, es una obligación moral de quienes militamos por la causa nacional y popular para reafirmar y sellar a fuego nuestro compromiso con esos postulados.

Es que se trata del hombre que cambió la política argentina y latinoamericana, concibió la administración y función pública como un instrumento y no como un fin, e impulsó un proceso indiscutible de reconocimiento, ampliación y creación de derechos sociales para proteger a los más necesitados y brindarle la dignidad siempre negada.

Y está claro que encarar este recuerdo y este homenaje en la Argentina de 2014, es mucho más fácil que hasta hace algunas décadas, porque nadie puede seriamente poner en duda que desde el 25 de mayo de 2003, con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia y la continuidad dada en las gestiones de la actual mandataria, Cristina Fernández de Kirchner, la decisión de hacer visible y devolver los derechos negados a la clase trabajadora se expresa una y otra vez a través de medidas de gobierno concretas.

Es que desde el peronismo sabemos que hay una realidad histórica que nos enseña que si el Estado no interviene en materia económica, se liberan las manos de los grupos de poder, y con ello, la solución de la puja distributiva seguirá inclinándose siempre para el mismo lado.

Hoy estamos en presencia de un país que intenta moldearse inspirado en la doctrina justicialista, que ha sentado las bases para lograr el desarrollo cimentado en los tres pilares del peronismo, abriendo el desafío de consolidar las transformaciones profundas logradas en la última década, para acercarnos pronto al objetivo de lograr la felicidad del pueblo.

La muerte de Juan Domingo Perón dejó un vacío político proporcional al tamaño de su figura, un hueco inmenso que hoy, sin embargo, se completa con el profundo sentido ético y humanitario de sus ideas, cabalmente puestas en vigencia.

Guillermo Santellán - Concejal Partido Justicialista