Silvana Melo

smelo@elpopular.com.ar

La necesidad de marcar agenda todo el tiempo para lograr una permanencia mediática constante pondrá al massismo al borde del agotamiento, si es que está pautado que la estrategia se extienda hasta la propia campaña 2015. Sólo en este contexto de protagonismo persistente se explica que el diputado Sergio Massa insista en el revulsivo proyecto de limitar las reelecciones de intendentes en un proyecto político que, justamente, se alimenta de los poderes territoriales. Porque aun cuando la no retroactividad de las leyes les dé la posibilidad de un período más con límite y todo, habrá una postura ética que a alguno (se supone) le producirá un malestar a la hora de volver a candidatearse.

La incomodidad sembrada en los jefes municipales sumados al Frente Renovador es manifiesta. Si no en público, en privado. Donde, por ejemplo, José Eseverri le ha dejado bien claro a Sergio y sus adláteres que, para él, no es bueno limitar el reinado de los líderes en sus territorios. Porque dejan la primacía en aquellos que sí son poderes permanentes: la Justicia y los medios. La frase, publicada en varios portales bonaerenses, es un José Básico. Si él no la pronunció, quien la dibujó lo conoce muy bien.

La iniciativa massista no tiene ninguna arista discutible: junto con los sindicalistas, los intendentes son émulos de emperadores; vitalicios -sólo los derrota la muerte o el aburrimiento-, en muchos casos terminan fantaseando con la escrituración de las municipalidades a su nombre. Tal vez Manuel Quindimil (PJ - Lanús) es uno de los intendentes que ostenta una plusmarca prácticamente imbatible: fue propietario de la ciudad entre 1973 y 1976 y regresó en 1983 para irse en 2007, derrotado por un kirchnerista, cuando ya estaba añoso y enfermo: murió en 2008 a los 84 años. Gobernó 27 años.

Los adalides Julio Pereyra (Florencio Varela), Hugo Curto (Tres de Febrero), Raúl Othacehé (Merlo), todos en alguna vertiente ocasional del peronismo, y Carlos Gorosito, el eterno radical de Saladillo, van a cerrar 24 años de gobierno en 2015. Nadie lo emparda a Manolo.

Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas) son los que pueden empatar el reinado de Helios Eseverri en Olavarría: veinte años totalizarán en 2015. Y aunque gardelianamente no sean nada, dos décadas para un hombre en un municipio son bastante más que un exceso. Y la tentación de asumir la propiedad veinteañal de la ciudad.

José Eseverri lleva apenas dos mandatos. Pero si se considera la hegemonía del apellido, serán 28 años en 2015. Más que Quindimil. Y cuando -por razones desconocidas- su nombre fue corrido de las especulaciones para la Gobernación o la Vice, él sigue sosteniendo que su lugar está en la ciudad. A la que de ninguna manera quiere "dejársela a la oposición, porque la choca". En este contexto, el coto a las reelecciones lo dejaría fuera de juego. Si tuviera que ser legislador, lo sería con el mismo ánimo que asumió la Intendencia en 2007: por obligación. Porque ahora lo suyo está en otra parte, como la vida para Kundera: el Ejecutivo y nada más.

Sin embargo, ninguna ley es retroactiva. Y las disposiciones legales siempre dejan una ventana para entrar o salir de los encierros. En el caso de Eseverri -como el de tantos otros- si la ley se aprueba en el transcurso del presente mandato, éste será considerado el primero. Por lo tanto, habrá una chance más para todos. No se deja a 68 intendentes afuera como determinó La Nación en su edición de ayer.

La letra

Un repaso por la legalidad actual encuentra en la Constitución Provincial el artículo 191 que determina que será la Legislatura la que deslindará atribuciones y responsabilidades. Y en el inciso 5 sostiene que "el ciudadano a cargo del Departamento Ejecutivo durará cuatro años en sus funciones". Las leyes subsiguientes (avaladas por el artículo 191) abrieron las puertas a la eternidad en los cargos.

El artículo 8 del proyecto massista comienza: "quedan prohibidas las reelecciones indefinidas". Y sigue: "el intendente y los concejales serán electos por medio del voto popular por la cantidad de períodos que determine cada carta orgánica municipal, que en ningún caso superará los dos mandatos consecutivos". Desde el propio Frente Renovador apareció un par de sugerencias para sumar: por un lado, un plazo máximo de períodos alternados. Es decir: no podrán suceder a los intendentes familiares hasta el tercer grado de consanguinidad o afinidad. Otra de las sugerencias, ésta sí tomada en cuenta de inmediato por Massa, fue el límite a la gestión de los legisladores bonaerenses. Algunos olavarrienses que también supieron escriturar sus bancas no hubieran podido, al menos, estar más de ocho años seguidos en la misma Cámara.