Silvana Melo

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La experiencia discriminatoria que viven las mujeres en la provincia de Buenos Aires y los ámbitos de padecimiento de las personas con discapacidad fueron ítems de estudio más profundo en el informe inédito del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) sobre discriminación en el territorio bonaerense, al que tuvo acceso en forma exclusiva EL POPULAR y cuya primera parte se publicó en la edición del domingo 29. En ese sentido, surge que 6 de cada 10 mujeres han sentido un trato desigual en diversos ámbitos, pero el principal es el lugar de trabajo. Trece de cada cien fueron discriminadas por ser mujeres. En el mismo ámbito -el laboral-, la mitad de los discapacitados dice haber sido excluido.

Seis de cada diez bonaerenses ha vivido alguna vez una experiencia de discriminación, dato que crece en el interior de la Provincia. Es una experiencia que tiende a ser negada por los mayores y admitida con libertad por los más jóvenes. Las causas son muy amplias: nivel socioeconómico, calidad de migrante, color de piel, aspecto físico, discapacidad y feminidad. El informe del Inadi, justamente, dedica un apartado a la mujer como objeto de discriminación, para analizar experiencias y ámbitos, a una década y media de lanzado el tercer milenio.

La media provincial de mujeres que afirmaron haber sentido discriminación en su camino diario de supervivencia toca el 60%. Pero mientras en el Conurbano el porcentaje cae al 56,1%, en el interior provincial sube hasta el 68%: unos 12 puntos de diferencia en uno de los casos medulares de segregación estructural.

Las principales razones de la exclusión femenina en diversos ámbitos son: obesidad/sobrepeso, un 26,6%; situación/nivel socioeconómico, 15,3%; y por ser mujer, un 13,1%. Las mujeres deben sobrellevar el peso de la imagen (la exigencia de "buena presencia" en los avisos, el rechazo al sobrepeso y la edad, entre otras), pero además cargan con su impronta genética: el acto de menstruar puede arruinarles uno o dos días productivos del mes; quedan embarazadas y cuentan con tres meses de licencia; luego crían a sus hijos, con todos los inconvenientes que suele imponer la vida que crece. En muchos empleos no aceptan mujeres por ser mujeres, justamente. O las despiden al quedar embarazadas. Es decir, por el hecho profundo de ser mujeres.

Está a la vista en el informe del Inadi que el 77% de las mujeres discriminadas lo sufrieron en el ámbito laboral. El 12%, en el educativo.

La diferencia física

Las personas con discapacidad sienten un trato profundamente diferenciado en el territorio bonaerense, en mayor medida cuando se trata del ámbito laboral y del Conurbano. Donde, indudablemente, la competencia en la consecución de un empleo es aguerrida y sin límites. Casi la mitad de los discapacitados que se han sentido discriminados lo han sufrido en el ámbito laboral.

En la escuela, un 30 por ciento, que toca el punto máximo en el interior provincial, a diferencia del terreno del trabajo. Es notoria la diferencia del rechazo en la calle en el Conurbano, donde el anonimato alienta ciertas actitudes (19%) que en la provincia interior (11%). El transporte y los hospitales son también espacios de segregación que muestran su punto máximo en los cordones superpoblados que rodean a la Capital Federal.

El racismo estructural

El concepto de racismo estructural se vincula con la discriminación institucionalizada, determinada casi con naturalidad desde las estructuras del poder, por las mecánica de las instituciones sociales y económicas. Es decir: dentro del mundo empresarial, de las administración pública y del sistema educativo, hay un porcentaje de la población que no tiene lugar. Que no está incluida. Y estas determinaciones se producen a través de mecanismos de enorme sutileza que impiden generar "pruebas" del acto discriminatorio. Aquellos que no tienen acceso a la vivienda digna, no cuentan con la herramienta como para determinar fácilmente que jamás tendrán una casa porque el costo es sustancialmente superior a todos sus ingresos posibles. El acceso a la Justicia, las diferencias de nivel educativo, la posibilidad del acceso a los nutrientes para un crecimiento y una maduración cognitiva que iguale a todos en oportunidades también son tan medulares como imposibles de someter pericias probatorias.

El Inadi midió la importancia del racismo estructural -de ahí la necesidad de aclarar el concepto- para compararla con otros tipos de discriminación sufridos por los bonaerenses.

El 33,9% de los encuestados por el ente nacional dijo estar incluido en esa suerte de discriminación institucional. La mayor parte de quienes se incluyeron a sí mismos en esta segregación constitutiva, la experimentaron fundamentalmente en el ámbito del trabajo.

La comparación entre Conurbano (31%) e interior bonaerense (39%) se profundiza notoriamente si se desagregan otras regiones: el racismo estructural llega a un 46% en La Plata y el Gran La Plata; y al 38 por ciento en el Sur, el Centro y el Norte de la Provincia (donde se incluye a Olavarría).