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Ponerse en camino es estar "en salida" de uno mismo para ir al encuentro de los otros y sentirnos cercanos. El 6 de enero celebramos a los Reyes Magos, la Fiesta de la Epifanía, la manifestación de Cristo. Ellos nos muestran lo que significa salir y que es posible comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo. "… se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría" (Mateo, 2,1- 12).

Porque se pusieron en camino pudieron llegar y concretar su sueño."Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra" (Mateo, 2,1- 12). "La adoración es un gesto de amor que cambia la vida. Es actuar como los Magos: es traer oro al Señor, para decirle que nada es más precioso que Él; es ofrecerle incienso, para decirle que sólo con Él puede elevarse nuestra vida; es presentarle mirra, con la que se ungían los cuerpos heridos y destrozados, para pedirle a Jesús que socorra a nuestro prójimo que está marginado y sufriendo, porque allí está Él" (Papa Francisco).

En este año 2021 también nosotros nos hemos puesto en camino con sueños, proyectos, deseos de bien, de reencontrarnos. Esta Navidad ha sido ocasión para muchos de cercanía, de presencia, de esperanza y de descubrir que realmente "...Dios no vino de visita, vino a vivir con nosotros, a estar con nosotros porque quiere que compartamos con Él alegrías y penas, deseos y temores, esperanzas y tristezas, personas y situaciones. Abrámosle nuestro corazón, contémosle todo. Detengámonos en silencio ante el belén para saborear la ternura de Dios que se hizo cercano, que se hizo carne. Y sin miedo, invitémosle a nuestra casa, nuestra familia, a nuestras fragilidades. Vendrá y la vida cambiará" (Papa Francisco).

Ponernos en camino, como los Magos es también hacer experiencia de encuentro, de adoración. "Adorar es hacerse pequeño en presencia del Altísimo, descubrir ante Él que la grandeza de la vida no consiste en tener, sino en amar. Adorar es redescubrirnos hermanos y hermanas frente al misterio del amor que supera toda distancia: es obtener el bien de la fuente, es encontrar en el Dios cercano la valentía para aproximarnos a los demás. Adorar es saber guardar silencio ante la Palabra divina, para aprender a decir palabras que no duelen, sino que consuelan. Al adorar, nosotros también descubriremos, como los Magos, el significado de nuestro camino. Y, como los Magos, experimentaremos una ‘inmensa alegría’ (Mt. 2,10)" (Papa Francisco).

(*) Angélica Diez, misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.