Tandil, un reconocido destino turístico de Argentina, se enfrenta a lo que podría ser su temporada de verano más sombría en los últimos veinte años. La ciudad, que generalmente bulle de actividad durante esta época, está observando una caída alarmante en las reservas y el interés turístico, superando incluso las crisis económicas anteriores.

Referentes de la Asociación de Hoteles y de Cabañas de Tandil han expresado su profunda preocupación. Según Nicolás Funaro y José Baena, voceros de dichas asociaciones, la situación es crítica. Informan que desde las elecciones presidenciales, se ha observado una "caída de consumo estrepitosa", describiendo un panorama desalentador para los próximos meses. Esta tendencia marca un contraste notable con el pasado reciente, donde hasta octubre, la actividad mostraba un nivel de ocupación y consumo saludable, a pesar de la inflación.

El declive en el interés turístico es evidente. Baena señala que, mientras que en octubre las consultas diarias para las cabañas rondaban las 25 a 30, ahora apenas alcanzan 5 o 6. Esta disminución en el interés se refleja en los números: los establecimientos turísticos que normalmente tendrían reservas significativas para estas fechas, ahora enfrentan una realidad donde las ventas para febrero son prácticamente inexistentes.

Este panorama se considera peor que el vivido durante la crisis de 2001 y otras situaciones económicas adversas en el país. Incluso comparándolo con el período de la pandemia, donde la crisis fue generalizada, la situación actual de Tandil se percibe como excepcionalmente grave.

Esta realidad representa un duro golpe para la economía local de Tandil, que depende en gran medida del turismo. La disminución en el turismo no solo afecta a los hoteles y cabañas, sino también a una amplia gama de negocios y servicios que prosperan gracias a los visitantes. En resumen, Tandil se prepara para afrontar una de sus temporadas más difíciles, con implicaciones profundas para su economía y comunidad​​.