Con el tiempo muchas personas dejaron de creer en la posibilidad de tener algo mejor. Dejaron de creer en las obras que les habían prometido para dejar de inundarse y en las calles asfaltadas. La confianza en los dirigentes también se fue perdiendo. Para muchos los políticos iban a ser siempre los mismos y parte de la policía iba a seguir siendo corrupta, las mafias iban a continuar en los barrios y la pobreza iba a seguir siendo un problema del gobierno de turno sin soluciones a largo plazo. Nada iba a cambiar.

Sin embargo, hace tres años los bonaerenses hicieron su acto de fe más grande y le dijeron basta a esa manera de hacer las cosas. Con más esperanza que certezas se animaron a creer una vez más.

Juntos empezamos una transformación profunda para tener la Provincia que nos merecemos. Por primera vez en mucho tiempo empezamos a ocuparnos del futuro, de trabajar para que nuestros hijos y nietos tengan una vida mucho mejor, aun sabiendo que no iba a ser fácil y que 70 años de parches y atajos no se iban a resolver en un mandato, pero convencidos de que el esfuerzo que hacemos todos los días valía la pena.

Desde el Gobierno establecimos tres prioridades para dar respuestas concretas: hacer las obras para que los vecinos que se esfuerzan vivan en mejores condiciones, desarrollar políticas de inclusión para acompañar a los que más lo necesitan y pelear contras las mafias y la corrupción.

Así, en la Provincia donde se prometían obras que nunca se empezaban, se inauguraban rutas que después se rompían y no se hacían las obras para dejar de inundarnos, hoy tenemos 1.800 obras terminadas que se traducen en mejoras en el día a día de los vecinos y puestos de trabajo de calidad.

En 3 años rehabilitamos más kilómetros que en 8 años de la gestión pasada. Son caminos rurales para que los productores puedan transportar su mercadería y rutas que se esperan hace años, como la 51 y la 88. Además terminamos 300 obras hidráulicas y estamos trabajando en las 5 cuencas más importantes. Muchas no se van a terminar en este mandato pero después de años de haberlas esperado hoy están empezadas.

En la Provincia del abandono, donde se negaba la pobreza y se decidía mirar para otro lado, empezamos a llevar los servicios estatales a los barrios más vulnerables para estar cerca de quienes más lo necesitan. Pusimos oficinas del Estado en las villas, sacamos a los punteros, y estamos ahí para decirles a los bonaerenses que ya no están más solos.

En la Provincia en la que si te pasaba algo en la calle no tenías a quién llamar, hicimos realidad el SAME, algo que para muchos parecía imposible hoy funciona en 89 municipios y además estamos mejorando las guardias de todos los hospitales provinciales.

Empezamos a dar peleas profundas para llevar más seguridad a los vecinos. Derribamos búnkers, decomisamos cifras históricas de drogas y separamos a los policías que hacían las cosas mal. También acompañamos a los que tienen vocación de servicio, los equipamos y los reentrenamos para que puedan dar respuestas. Con todas estas medidas en el último año logramos bajar un 22% los homicidios y 42% los secuestros.

Pero sabemos que ninguna de estas iniciativas es suficiente si no nos enfocamos en la principal herramienta para que una persona, sea de donde sea, pueda salir adelante: la educación. Estamos trabajando en una reforma integral y en tres años casi medio millón de adultos volvieron a la escuela, dando un ejemplo a sus hijos y a todos nosotros.

Muchos de los bonaerenses que eligieron dejar atrás años de desidia también votaron un cambio porque estaban cansados de las injusticias y de representantes con privilegios que se beneficiaban de la política. Si queremos dirigentes distintos primero tenemos que dar el ejemplo y demostrar con hechos que no todos somos lo mismo. Por eso hicimos públicas las Declaraciones Juradas para que los vecinos sepan cómo y de qué vivimos todos los funcionarios porque no tenemos nada que ocultar. Dijimos basta a las reelecciones indefinidas para que no siempre sean los mismos en el poder y terminar con el privilegio de los intendentes.

No es solo cuidar a los bonaerenses sino también apostar a valores centrales en nuestra sociedad como la honestidad y la transparencia.

Sabemos que para tener la Provincia que queremos todavía falta, pero cada una de estas cosas que estamos haciendo nos muestran que el cambio empezó y que lo estamos haciendo juntos. No es una Gobernadora, un ministro o un intendente. Somos todos, los trabajadores de las obras que no descansan hasta verla terminada, los que se levantan temprano y hacen un esfuerzo para darle lo mejor a sus familias y las organizaciones sociales que están cerca y ayudan a otros a salir adelante.

Entre todos estamos dejando atrás la Provincia de los imposibles y les empezamos a demostrar a aquellos que nos decían que no se podía transformar, que sí se puede. Tenemos todo lo que se necesita para lograr el lugar que nos merecemos.