No todos viven las fiestas de la misma manera, eso está claro. Sin embargo, para ninguno pasan desapercibidas. Sin dudas, independientemente de lo que cada uno experimente, a todos los invaden las emociones, los sentimientos diversos y también los múltiples significados de lo que representa esta celebración.

Nostalgia, tristeza y angustia, pero también esperanza y expectativas. Las fiestas traen sentimientos contradictorios y reavivan los lazos con el otro. Llega la etapa de los balances, de lo que se consiguió y de lo que todavía no pudo ser. También aparecen los proyectos y las expectativas del año que vendrá. ¿Qué significa la Navidad? ¿Cómo se vive el Año Nuevo? Un análisis desde la psicología que nos invita a mirarnos interiormente.

"Cada fiesta se vive como un duelo y un pacto a la vez", resume la psicóloga Isabel Figueroa al diferenciar una fecha de la otra.

Y compara que "en general, en la Navidad -que es una fiesta más familiar- aparece el duelo por la pérdida, por lo que no se consiguió, por los que no están y el balance que se hace de lo que no se logró conseguir, por eso está más vinculada a la nostalgia. Por otro lado, quizás más en Año Nuevo, hay un pacto que tiene que ver con lo que puede ser posible el año próximo; uno podría pensarlo como esperanzador. Un año que se termina, pero con la posibilidad de que en durante el nuevo año algo va a venir".

Psicoanalista y perito psicólogo, Isabel Figueroa asegura que en las fiestas "hay distintos estados de ánimo. Aparecen la angustias, la fobia y la tristeza; pero en realidad se entienden como consecuencias de otras circunstancias individuales, familiares y sociales que se ponen de relieve en las fiestas".

Es así que "en una noche, en una cena, muchos reactualizan un montón de cosas de la vida que no se ponen de relieve durante el año. La Navidad, para diferenciarla de lo que es el Año Nuevo, apunta más a lo familiar, por lo menos en nuestra sociedad".

¿Por qué aparecen la angustia, los miedos o la fobia? "Esas cosas que uno ve en la clínica y que aparecen más en este momento que es una coyuntura muy particular se dan porque se pone de relieve todo tipo de relación, la relación que uno tiene con el otro. Incluso es una noche en la que en muchos casos uno se junta con gente que no ve en todo el año. Para Navidad uno se junta con familiares que cotidianamente no visita, entonces empiezan los reclamos o reproches. Aparecen las diferencias de quién lleva qué cosa, incluso semanas antes. Y no se trata del vitel toné o la ensalada rusa, sino que se trata de las relaciones humanas que se ponen en evidencia en esas dos noches".

La Navidad "se vive con más melancolía. Es el encuentro con la familia y con los seres queridos". El Año Nuevo, en cambio "es más esperanzador", diferencia la profesional.

Lo que tienen en común ambas fechas "es que se exacerban las emociones" y también, claro está, que nadie las pasa por alto.

Lo impuesto y lo efímero

Las fiestas no solo pueden analizarse desde lo interno, también pueden mirarse desde lo social, aquello que está instalado en lo cultural y de lo que a veces suele ser complejo poder despegarse.

Desde la óptica que ofrece Isabel Figueroa, en estas fechas "también aparece ese imperativo de la felicidad donde uno necesariamente tiene que tener algo para festejar. Y aparece esta cuestión de las compras, el consumo, la comida... Uno tiene que tener algo para festejar y no siempre es así porque en este encontrarse con que el resumen de la vida de cada uno que se pone en juego esa noche, quizás haga que la felicidad no venga como uno espera".

¿Lo impuesto, lo cultural puede llevar a que la persona que no sienta esa alegría de celebrar se sienta mal, como inentendido? "Es que las fiestas se completan con esta felicidad utópica y cuando la gente no siente que tiene que estar feliz por algo o festejar con algo realmente trata de pasar ese momento para no frustrarse. Claro que si uno tiene un pensamiento positivo siempre tiene algo para festejar. Pero lo esperado es que no todas las personas tengan algo para festejar o estar felices en ese momento".

¿Cómo sobrevivir, entonces? "En general la gente suele evitar encontrarse con estos momentos en los que debería festejar algo que no tiene para festejar. Como una veta más esperanzadora, lo que debiera pasar es que cada uno debería transitar ese momento lo mejor que pueda. No imponerse esa suerte de que uno tiene que estar alegre, cuando por ahí está atravesando por una ruptura o por una pérdida, hay darse ese espacio para las emociones, atravesar esas noches. En general, las personas que suelen pasarla solos es para no encontrarse con esto, no encontrarse con este imperativo de que tiene que festejar".

En lo impuesto aparece la celebración, el tener que sentirse alegre, el tener motivos para festejar. Pero también la cuestión "del bienestar a través del consumo y en eso se pone en evidencia la falta de recursos en este momento económico complejo. Este año me parece que va a ser crucial".

En este aspecto, Figueroa plantea que el capitalismo está fuertemente vinculado con el consumo y éste último con la felicidad. Pero de lo que se trata en realidad "es de una satisfacción efímera, que se esfuma rápidamente. Uno podría pensar que la felicidad también es algo efímero y hasta idealizada. Es cierto que en un momento uno puede tener la sensación de felicidad, pero también es verdad que muchas veces esa felicidad es un instante. El ser humano es así, consigue algo que creyó con lo que iba a poder ser feliz e inmediatamente quiere otra cosa, entonces esa felicidad se esfumó".

El amor cobra relevancia

El contexto económico y social también juegan su rol en estas fiestas y el 2018 no ha sido un año fácil en este sentido. Es así que, la Lic. Isabel Figueroa remarca que se nota que la gente llega a fin de año con más stress. Y eso está dado "por la incertidumbre".

Desde su mirada, la especialista plantea que "la incertidumbre genera mucho malestar, esto de no saber qué va a pasar hoy por hoy convoca a más consultas. El que está por recibirse se plantea qué trabajo va a conseguir, el que se recibió por qué no consigue trabajo y el que tiene trabajo cómo lo mantiene".

En las crisis muchas consultas se asocian al factor económico y "muchos no solo hacen foco en la pérdida del ingreso, sino que se replantean toda una vida laboral o profesional", sostiene.

Sin embargo, en la mayor parte de las consultas se pone de relieve "el tema de los lazos sociales, de las emociones. El no poder encontrar una pareja estable o el amor" forman parte de la búsqueda de un profesional que pueda orientar desde su mirada.

"Casi siempre las consultas son por el amor", define Isabel Figueroa. Y cuenta que en la Navidad "es cuando uno va a en busca de esa persona con quien reunirse y se pone en evidencia quién no tiene con quién, quién no tiene familia, quién no tiene pareja o quién no puede relacionarse".

Esta especie de soledad se da en todo ámbito. "Uno puede estar rodeado de gente y estar solo también. El problema del lazo social es un problema muy actual. No está bueno atravesar una situación de crisis económica, pero no es lo mismo estar contenido por sus afectos que pasar por esa realidad y no tener un lazo social que acompañe y aliviane. Puede pasar que estén quienes no tienen problemas económicos, pero también están solos". En definitiva, en las fiestas "lo que más se pone de relieve es el amor, por sobre todo lo demás".