Villeres puntualizó que este caso individual, pero de tanta resonancia y tanta visibilidad, "debería servir para reformular la lógica de búsqueda que vienen teniendo los organismos de derechos humanos para buscar las personas que fueron apropiadas durante la dictadura".

Primero destacó que "se haya trabajado en Olavarría con tanta particularidad para que después de tanto tiempo haya disparado en una persona el deseo de conocer su propia identidad", dijo a FM 98 POP.

Al respecto, también subrayó que su deseo "fue rápidamente dilucidado ya que fue presentado hace muy poco tiempo". Tras ello, el abogado cree que sería conveniente "romper con esa lógica" con la que se ha venido trabajando desde hace mucho tiempo de pensar que "los hijos de desaparecidos fueron apropiados por determinado sector social y que estarían en una zona situada alrededor de donde funcionaron los centros clandestinos de detención. El caso de Olavarría debería servir para reformular esa lógica", insistió.

Preguntas

El colaborador del programa Verdad y Justicia sostuvo que "existe como una suerte de prejuicio en ese sentido, y este caso nos demuestra que no solo estaba a más de trescientos kilómetros sino que además no residía en un centro urbano sino que fue llevado a un campo del interior bonaerense".

Tras ello añadió: "nos hemos sorprendido con personas apropiadas que están en otros lugares y distantes de donde estuvieron sus padres en cautiverio. Y este es un caso".

Desde ayer, la gente se sigue preguntando cómo llegó Ignacio a San Miguel, ¿quién se lo entregó a sus padres y cómo se manejó el dato de su nacimiento y dónde ubicarlo?.

Las versiones fueron muchas. Se dijo que el propietario del campo en el que trabajaba su padre adoptivo habría sido quien le acercó al bebé luego de traerlo desde el Hospital Militar. El interrogante continúa puesto que no habría aún respuestas para otras preguntas. Hay cosas aún están sumergidas en una nebulosa, y más aún cuando algunos de los protagonistas centrales están fallecidos. El disparador para que Ignacio o Guido se llegara hasta Abuelas queriendo conocer su verdadera identidad habría tenido que ver con el comentario o la confesión -no se sabe- que le habría hecho alguien muy cercano relacionado supuestamente con el dueño del campo. Son cosas que ya se sabrán, pero para Villeres, las herramientas están. De los 300 casos que aún falta dilucidar en el país, "muchos conviven con sus apropiadores o con quienes se los hicieron llegar. Por eso bregamos por un proyecto de ley en el que el Estado se ponga sobre esto. En el proyecto que hicimos tocamos esta posibilidad territorial y la necesidad de quienes nacieron durante ese período (el de la dictadura) pueda ser entrevistado, siempre que lo desee y con un grupo especializado para que la persona pueda tener un tratamiento individual pero mediante un protocolo y una metodología general. Por lo pronto, con este caso salimos del presupuesto de que la persona apropiada podría encontrarse conviviendo con un estamento social determinado y en un sector cercano al lugar en el que sus padres estuvieron secuestrados. El resto será establecer si el mecanismo que se implementó con Ignacio fue el que se aplicó en la mayoría de los casos".

Luego recomendó atender la situación del nieto recuperado. "Como esta noticia se está festejando toda la sociedad argentina tiene una gran repercusión y tendrá un efecto en la persona involucrada. Seguramente se transformará en algo verdaderamente traumático para él que debe estar como bajo los efectos de una bomba atómica. Por eso tenemos que tener un gran cuidado sobre el, cerrar filas en torno suyo para que esta gran alegría social que nos toca no lo afecte negativamente".