"Tenía una emoción terriblemente contenida, me quedé adentro, ‘a ver si me caigo’, y cuando él entró yo lo abracé y le dije entre lágrimas: ‘Guido, mi nieto querido’, y él me dijo: ‘bueno, bueno, despacito’", relató la dirigente, al puntualizar cómo fue su primera reunión con Ignacio Hurban (Guido Montoya Carlotto), el miércoles, en la ciudad de La Plata.

A las puertas de su domicilio, en la localidad platense de Tolosa, la presidenta de Abuelas contó la intensidad de sus sentimientos al estar frente a frente con su nieto, secuestrado por la dictadura militar, y a quien buscó durante 36 años.

"El es muy reservado, es muy templado, no se le nota (la emoción); es como yo en eso que, para que llore, tiene que ser algo extremo como esto", subrayó.

La dirigente reflexionó que el joven "tal vez se está cuidando, es un ser humano, no me conoce, por otra parte" y deslizó que entre ambos "la relación hay que ir formándola y fortaleciendo". "Los demás nietos (víctimas de la represión) están enloquecidos; vamos a ver cuándo él conoce a sus compañeros del mismo drama", resaltó.

Ante una pregunta, Carlotto expresó que "con todo gusto", si se da la oportunidad, se reunirá con la familia adoptiva de su nieto, a quien su hija Laura -asesinada por la dictadura poco tiempo de dar a luz- le dio el nombre de Guido.

"Son gente de campo y si lo criaron bien, hay que agradecérselo", sostuvo la dirigente sobre los padres adoptivos del joven, pianista y director de la escuela municipal de música de nuestra ciudad.

Carlotto repitió que si tanto la mujer y el hombre que criaron a su nieto "tienen alguna responsabilidad" en cuanto a la apropiación de Ignacio/Guido "no somos nosotros para juzgarlos sino la Justicia".

La presidenta de la organización de derechos humanos dijo que, en su contacto con el joven, se interesó en saber qué "le gusta, qué lee, cómo fue su vida".

E indicó que le hará "los tallarines con tuco y los pollos al limón y ajo que hacía su abuelo".