La reciente irrupción en la gala del MET de Nueva York de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez con su demanda de impuesto a los ricos inscripta en un vestido de gala puso de relieve nuevos usos de la moda, una expresión que tiene más espacio en museos y colecciones editoriales especializadas, como la de Ampersand coordinada por Marcelo Marino, quien junto con la investigadora y socióloga Laura Zambrini y la artista visual Delia Cancela reflexionan para Télam sobre la relación entre la moda y el arte contemporáneo.

¿Qué significa considerar a la moda como fenómeno social y qué dice sobre los sentidos de una época? ¿Qué ocurre cuando la moda interviene como posicionamiento político, como lo que pasó con la diputada estadounidense? ¿Debe leerse la moda como una elección de pertenencia, un disciplinador del cuerpo? ¿Cómo confluyen la moda y el arte? Para Laura Zambrini, doctora y docente de sociología en la carrera de diseño de indumentaria y textil de la FADU/UBA, "la moda es un marco cultural".

La moda en el centro de las miradas: ¿el medio es el mensaje?

A mediados de septiembre la congresista demócrata por Nueva York (Estados Unidos) Alexandria Ocasio-Cortez llevó inscripto en su vestido blanco con letras bien rojas un mensaje político fuerte y claro: "Tax to the rich" (impuesto a los ricos). El lugar, la gala del Museo Metropolitano de Nueva York. La ocasión, "In America: A Lexicon of Fashion" (primera parte de la exposición del Instituto del Traje del museo), una noche para recaudar fondos entre las personas de alto poder adquisitivo. El vestido: de la diseñadora afrodescendiente Aurora James.

En su cuenta de Instagram, la diputada parafrasea a Marshall McLuhan con la idea de que "el medio es el mensaje": "¿Cómo poner en agenda conversaciones urgentes sobre nuestras comunidades, orígenes, raza, clase, cambio climático, en un evento que es uno de los mayores espectáculos de exceso en el mundo pero que tiene lugar y beneficia a una institución que sirve al público?", se pregunta como contradicción. En este caso la moda (fashion) es el medio para un fin político, algo que tuvo fuertes repercusiones en las redes sociales, o en palabras de la periodista española Marguerite Riviere el cuerpo es el mensaje y somos nuestro propio anuncio. En este caso, cuerpo y mensaje se hicieron carne.

Pero el "arte" y el "diseño de moda" suelen encontrarse y diferenciarse como otras disciplinas, fenómenos o prácticas sociales. Para Zambrini, lo del MET "es un espacio muy interesante de exhibición" y las declaraciones de Ocasio-Cortez son un disparador para hablar sobre moda y política "que no solo piensa en general de manera articulada", y que si se parte de la idea de la "moda es un discurso", dice, esto se hace visible en las campañas políticas con la vestimenta de los candidatos y una preocupación de los asesores de imagen.

"Pero la moda es un discurso de la época, nos habla de un marco cultural, un marco de sentido mucho más amplio. Por un lado la moda y la política dialogan específicamente en este sentido, pero también con todas las otras dimensiones que tienen que ver con lo tecnológico, lo económico, desde ya articulada con todos esos aspectos del sistema capitalista (de producción)", agrega la investigadora de Conicet.

Historiador del arte dedicado a la moda y radicado en Londres, Marcelo Marino dirige la colección Estudios de Moda en la editorial Ampersand y reflexiona sobre la ubicuidad de elegir el lugar donde se enuncia ese mensaje en una gala que recauda millones para el instituto de la moda del museo -"bancado por esos ricos que no pagan sus impuestos" a los que denuncia en su "propia casa"- , y como contraparte hay lugares que gestionan colecciones de moda que son precarias. También destaca que un uso así sería disruptivo si los que pisaran esa alfombra roja fueran pobres, inmigrantes, negros oprimidos por el sistema. "Me parece que hay grandes contradicciones en ese espacio o los mensajes pueden malinterpretarse o resonar con vacuidad". El mensaje alimenta "la maquinaria del antiguo show business que ahora será el show de los influencers", dice.

Arte y moda, una relación de múltiples interpretaciones

A su vez, pensar cómo confluyen la moda y el arte abre muchos temas, e interpretar al diseñador como artista es una vertiente, pero hay quienes "se autoperciben como artistas y otros que no" y se despegan del campo del arte, explica Zambrini.

"La moda y el arte en determinados momentos históricos, pienso específicamente en el momento de las vanguardias han dialogado y el arte le ha dado mucha materia prima en términos de creatividad a la moda. Ahora cuando la moda intenta definirse como un campo disciplinar autónomo ahí la discusión en relación a si la moda es arte genera otro tipo de debates", y agrega: "Más allá de toda la impronta del mundo del arte, la moda como tal tiene sus propios lenguajes, sus propios parámetros que la definen como campo autónomo".

En ese mismo sentido, Marino confirma que estando hace poco en Madrid, Lorenzo Caprile (uno de los diseñadores más conocidos) le decía: "El que te diga que la moda es arte está loco". Entonces, establecer un vínculo entre moda y arte genera problemas, refiere al tiempo que señala que "hay diseñadores que dicen que lo que hacen es arte y que no ven la diferencia".

El editor trae a colación a la crítica de moda italiana María Luisa Frisa, de la cual Ampersand publicó "Las formas de la moda" el año pasado: "Varias veces nos han preguntado si la moda es arte, si el arte tiene vínculos con la moda, hay tesis, libros escritos en abundancia sobre el tema. Los diseñadores, una gran mayoría, van a decir que el diseño de moda no tiene nada que ver con el arte".

Para Marino eso está relacionado con los sistemas y los fenómenos. "Si uno hace moda para un sistema de la moda, donde tenés que observar ciertas reglas, el consumo, vas a estar en una práctica del diseño más orientada a lo mercantil, quizás esté más alejada de lo que denominamos arte -en su definición tradicional de creación única-", advierte y señala que si está ligada a la producción en masa entonces si hay una diferencia.

En esta dicotomía están los "diseñadores que trabajan con diseños exclusivos y con una parafernalia visual" asociada al objeto de arte y los que no: "Es una pregunta que no tiene una respuesta".

Una manera de zanjar esta cuestión es considerarla como algo que no existe: "Después del desarrollo de las artes desde los años 50, 60 en adelante y de todo el siglo XX en adelante, preguntarnos si la moda es arte -o al revés- es hacernos una pregunta obsoleta" (cita a Frisa), porque "la moda y las prendas de vestir, y las prácticas de vestir llevan a interrogarse sobre uno mismo y sobre ellas mismas. Esta capacidad que tiene la moda de hacernos interrogar sobre nosotros mismos, de interpelarnos como individuos y como colectivo la hacen muy cercana al arte, y en ese sentido, la acerca a las prácticas, a las poéticas de las reflexiones artísticas", explica Marino.

"Frisa no está diciendo que la moda es arte, pero sí que hay actitudes, que hay sensibilidades. Estos fenómenos estimulan lo experiencial. La percepción, la sensibilidad, este cuestionamiento sobre la percepción de uno mismo, de las sociedades, la percepción visual de los demás que nos lleva a preguntarnos, me parece que la acercan al arte. No podría zanjar esa dicotomía de decir es o no es. El sabor de la respuesta está en la moda como un eterno interrogante, como un fenómeno que nos interroga eternamente", concluye.

Sobre la confluencia de la moda y arte, una actividad muy ligada con su práctica artística desde los 60 (arte, moda, diseño), la artista Delia Cancela reflexiona: "Las dos son dos manifestaciones visuales, trabajan con imagen. Según mi experiencia la diferencia es que son dos lenguajes diferentes y las dos tienen la misma importancia. Creo que hay gente creativa en la moda y gente creativa en el arte, y viceversa".

¿La moda nos dice cómo somos y nos da identidad? "No creo que la moda nos diga cómo somos, me parece que sería terrible. Si lo que pasa es que la identidad en tanto identificación con el otro es tan importante.... Y en el arte es lo mismo. En el arte la gente busca también ser parte de algo", dice y afirma: "La moda y el arte homogenizan".

Aunque le resulta difícil "decirlo en dos palabras", algo que imagina más accesible para un teórico, Cancela considera que "el arte puede homogeneizar como la moda, porque no es solo lo que te pones sino lo que pensás, que es lo más importante, también lo que sentís, lo que te acerca a los otros", reflexiona.

El cuerpo se expresa, delata discursos, se apropia o rechaza mandatos sociales, se iguala o diferencia socialmente, y la moda marca la pertenencia a un grupo o expulsa (no la moda, sino ese sistema del que es parte). ¿Y el arte? Ambos son parte de un sistema social, un mercado, consumo, líneas que fluyen y decantan saberes, como la vida.

La subjetividad y la moda, entre lo cambiante y lo eterno

La moda construye subjetividades desde un sistema de producción, disciplina cuerpos y contradictoriamente libera, acompaña procesos sociales en diversos contextos, resignifica usos y costumbres, y oscila entre lo efímero y lo eterno, según consideran Marino y Zambrini.

Desde una mirada general, la moda entendida como sistema cultural se piensa "desde el surgimiento como un sistema vestimentario que introdujo la novedad, el cambio", relacionado con el "afianzamiento de la burguesía en Europa en diálogo con un sistema productivo que es el sistema capitalista", explica la especialista. "Cuando empezamos a analizar más en profundidad este sistema vestimentario vemos que la moda dialoga con fenómenos económicos, tecnológicos, políticos, artísticos".

En sus palabras, si se analiza la moda "como un fenómeno sociológico -que habla sobre los marcos, creencias, valores morales de una época-, existen dos fenómenos que se manifiestan con la moda que tienen que ver con la recreación de los significados culturales a partir del vestir: la pertenencia de clase social y los fenómenos de distinción social, lo aspiracional, y por otro lado los significados culturales de la construcción de lo femenino y lo masculino a partir del vestir, sobre todo una concepción binaria que se afianza en el siglo XIX".

Pero, por otro lado, Marino advierte que la moda "no es un sistema del que estamos excluidos, somos parte de ese fenómeno en constante transformación". Es decir, "no hay parte de la experiencia humana que no esté relacionada con la construcción de la apariencia (subjetividad) individual y de la colectiva. Pero esto no quiere decir que todo esto sea moda".

Si bien hablar de moda es de algún modo referirse a un disciplinamiento y control social de los cuerpos ejercido según el momento histórico, a su vez la moda "fue un espacio de liberación o de puesta en cuestión", y como ejemplo antagónico -explica Zambrini- "el uso del corset y lo que significó en términos de los cuerpos femeninos, y por otro lado la minifalda, y lo que significó que las mujeres pudieran mostrar en el espacio público las piernas y esto en diálogo con otros cambios sociales".

En este punto, Marino menciona a Valerie Steele -otra de las autoras publicadas por la colección de Ampersand- donde habla sobre el corset y cuestiona las lecturas "rápidas y fáciles que son lugares comunes" desde donde se define y banaliza la moda. "La moda junto con los gestos, las normas, es un gran disciplinador del cuerpo, por supuesto, pero no la moda o la vestimenta per se".

Volviendo al corset como gran disciplinador del cuerpo y la mirada de Steele, "más allá de inconvenientes, dolores y transformaciones corporales, la idea era transformar ese cuerpo femenino en un cuerpo poderoso. Lo mismo los tacos altos. Esta cuestión de ser víctima de las modas sin mirar los beneficios y los lugares de poder que muchas de estas cuestiones disciplinantes que tiene la moda proveen al que las lleva y las elige".

El editor también destaca que "los fenómenos que adjudicamos a la moda en esa coyuntura" como el construir la propia apariencia sean "masculinidades, feminidades, y todos los intermedios que puedan existir en cuanto a los géneros, es mucho más complejo que la moda", aunque lo que sí se puede adjudicar como sistema "es la idea orientada a un consumo específico donde operan reglas muy precisas".

La moda incorpora lo que surge en los márgenes de las convenciones sociales o grupos "opuestos a las normativas sociales", antisistema como los punk de comienzos de los años 70. Para Marino este es un momento de la historia de la moda muy claro porque aparece "todo un espíritu abatido de estos hijos de clase proletaria británica oprimidas, expresando esta sensación de que no hay futuro a partir de la ropa; lo que nosotros conocemos en los 80 como moda punk es una versión fagocitada por la moda como mercado".

Mientras que en relación a los movimientos y demandas sociales contemporáneas, Zambrini señala que "la moda es un espacio de interpelación desde los feminismos: el imperativo de belleza, de delgadez, de juventud eterna, todo esos van a ser cuestiones en la idea de la cosificación de los cuerpos femeninos, ahí los feminismos lo vamos a trabajar fuertemente. Y por otro lado estás demandas se van a articular con las preocupaciones ambientales y la puesta en jaque un sistema productivo industrial que ya estamos padeciendo hace mucho tiempo sus consecuencias".

Por otro lado, Marino advierte que hoy en día las grandes marcas se apropian de los logros de "colectivos feministas, trans, gays, y todos los colores del arcoíris y todas las formas de identidades, subjetividades" y "resignifican las apariencias, las formas o amplían ese repertorio normativo de cómo debemos vernos", dice Marino y apunta: "La moda como sistema de consumo, toma estas victorias y te las transforma en un producto y de esto hay que tener mucho cuidado".

Pero en la moda también existe otra contradicción, "hay modas que son mucho más conservadoras", que contradicen "la idea de cambio que impone la moda occidental europea (idea de cambio permanente)" como esa idea de "un reloj del tiempo la moda".

Se refiere a que "en otras sociedades hay otro sentido de la moda, más estático. como en las cortes imperiales y orientales, que aspiran a un sentido de representación más eterno y no tanto a marcar el cambio sino la permanencia. Lo inamovible también puede ser constitutivo de la moda", concluye.