"Soy el músico que era mi papá y el orador que era mi mamá"
"Hay gente en Olavarría que va a tener que explicar muchas cosas", dice. Y es duro con las complicidades. Pero está convencido de que "no se apropiaron de nada". "Todo este amor lo demuestra". Ignacio - Guido habla por primera vez en la ciudad.
Volviendo a la ciudad de a poco. Saliendo del hechizo de convertirse en una marea de alegría de la cabeza a los pies del país. Pero también en el terremoto que movió los cimientos de Olavarría. Ignacio "Pacho" Hurban, que será seguramente Ignacio Guido Montoya Carlotto, vuelve a reconocerse en el espejo. De a poco. Con un piso de cristales rotos a los pies. Y con un cielo en la cabeza de donde cae la lluvia buena, la que ayuda a crecer, a brotar, a ser. Así habló con EL POPULAR. Regresado a la tierra.
-Tratemos de reconstruir, hasta donde puedas y quieras, ese 2 de junio, día de tu cumpleaños, cuando alguien te habla de tu identidad.
-Fue la confirmación de alguien que sabía la historia, que yo era adoptado, que no era hijo de quienes me habían criado, y eso se fue desencadenando rápidamente y terminó en el resultado positivo del ADN y después en que era nieto de Estela y que, además de todo eso, la restitución de identidad fue total porque pude saber también el origen paterno. Encontrar toda una línea familiar que me lleva hasta Estela y la Tenchi (abuela paterna), que me han estado buscando tanto tiempo. Es un momento de muchísima alegría, de descubrir la familia...
-Cuando te lo dijeron, ¿lo hablaste con tus padres de crianza?
-Lo que pasó con mis viejos, cómo lo tomaron, eso forma parte de una intimidad que quiero preservar. Es muy importante para mí poder lograr que este acontecimiento sirva de alguna manera para ayudar a mucha gente que no sabe cómo se busca. Es muy importante para todos hablar con los padres de crianza, es fundamental que se sepa que no es la muerte ni el momento a partir del cual la relación se quiebra.
-Sí es una realidad que en algún momento a ellos los van a citar a través de la Justicia. ¿Cómo procesás esto?
-Esa es una cuestión que se va a resolver. Tengo una postura al respecto, pero me la guardo un poco para mi intimidad; yo quisiera que ellos no sufran ni pasen por demasiados traumas a pesar de que sé que van a tener que declarar y participar de todo este proceso de esclarecimiento. Aunque sí, en Olavarría, hay gente que va a tener que dar muchísimas explicaciones. Y esto va a servir también para la opinión pública de la ciudad, espero que la gente aprenda a cuestionar algunas cosas que han estado solapadas. Para que esto sirva no sólo para mi propia restitución, sino que también sirva para la restitución de más gente que anda por ahí con dudas, y es ése el mensaje que me gustaría plantear.
-¿Vos sos consciente de que la historia tuya provocó en la ciudad un sacudón infernal, de que Olavarría está cuestionándose los cimientos de su propia identidad...?
-Sí. Y la identidad de la ciudad tal vez tenga también que ver con estas cuestiones. No es que la ciudad sea culpable de nada. Pero Olavarría es una ciudad que se ha caracterizado en gran medida por mirar al costado en estas situaciones relacionadas con la dictadura. Y creo que todo esto va a servir para tener en cuenta que han pasado muchas cosas. Y que habrá que investigar lo que haya que investigar y que cada uno tendrá que hacerse responsable de lo que haya hecho. No es sólo una responsabilidad militar, sino que hay una enorme responsabilidad civil, una gran complicidad de los medios que en su momento no informaron ni investigaron nada, sólo dijeron cualquier basura, y cuando sucedió esta noticia, todos empezaron a tratar de investigar un montón de cosas y me parece bárbaro. Pero si hubieran sido tan incisivos 35 años atrás, hubiera sido diferente. Lo que están buscando, en todo caso, es la primicia y no la noticia que se construye a partir de investigar. Entonces ahí está el valor que tienen los medios. Y acá, en Olavarría, los medios locales en ese tiempo tuvieron un silencio cómplice que también es para pensar.
-¿Te acordás de cómo era Aguilar cuando vos eras chico?
-Aguilar venía poco al campo. Desde que falleció su hija Mercedes dejó de ir durante muchísimo tiempo y yo me fui también muy rápido del campo. La relación que tuve no era ni mala ni buena, no era nada.
-En la conferencia de prensa dijiste que estabas tocando el piano tranquilo, tomando mate y comiendo bizcochitos, y de pronto una llamada telefónica y el mundo que te da vuelta. ¿Cómo ha sido este tránsito vertiginoso de un mundo a otro?
-Fue difícil y, por otro lado, fue tan rápido que en esa velocidad no me dio tiempo a preocuparme, a pensar alguna estrategia, a preocuparme, nada. Todo esto se da con una velocidad constante, estoy conmocionado todavía... Pero hay una familia que te contiene. No sólo la familia nueva, sino una familia de amigos que me contuvo y me contiene. Me sentí solo en el primer instante, cuando me dan la noticia, esperás que todo esto pase, todo el mundo te llama y vos sentís que estás en el medio de algo que nadie ha vivido. La soledad la sentí en ese momento, en los primeros dos días.
-En 2010 empezaste a tener sospechas y coincide con una denuncia que se formuló en Abuelas...
-La sospecha la tuve cuando me enteré. Antes no tenía más que un ruido, era algo que no podía explicar, que estaba ahí. Después, Músicos por la Identidad son esas jornadas que organizó Abuelas para que los que estamos en ese rango etario pudiéramos entender. A partir de ahí tomé conciencia y me ayudó a encontrar herramientas para después poder enfrentarme a esto que vivo y estar preparado para empezar la búsqueda. Que en mi caso fue muy rápida y es siempre muy anónima, salvo que aquí alguien abrió la boca e hizo que yo tuviera que andar corriendo como un criminal para que no me agarraran.
-Cuando eras chico, ¿querías ver fotos de tu mamá embarazada? ¿Buscabas parecidos?
-De chico yo no tenía esas preguntas. Me aparecieron de grande. Yo creo que la pregunta apareció cuando yo estaba preparado para la respuesta. Recién ahí.
-Una cosa es saber que uno es hijo adoptivo. Otra que es apropiado y saber que tus viejos dieron la vida por un mundo distinto... ¿Cómo te cayó esa historia sobre la cabeza?
-Es una tristeza. Es algo que nos pasa a todos los nietos. Que somos mayores de lo que eran nuestros viejos. Es un descubrir. Es una cuestión íntima, que se descubre con la familia, que va apareciendo de a poquito y vas enterándote de quién es, de quién no es. Y hay cuestiones mágicas de la familia que... no sé... te conectan rápidamente. Si hay amor como hubo en mi crianza y hay amor como hubo en la búsqueda, es más fácil.
-¿Qué o quiénes te marcaron caminos para que fueras quien sos, con una huella genética insospechada?
-La música. La relación con el arte. La libertad que me dieron mis viejos para poder elegir la música como profesión. A partir de ahí, cambiar la cabeza y empezar a buscar. La vida es siempre una búsqueda. No de identidad, sino una búsqueda estética, y por eso es que la búsqueda siempre estuvo presente. Y va a seguir estando en mi vida.
-¿Cómo creés que va a ser tu vida de ahora en más?
-No sé, me estoy volviendo a reencontrar con las cosas de Olavarría. La música, mi casa... y esto viene a sumar. No es que el cambio sea eso dramático en lo que vos dejás de ser una cosa y pasás a ser otra. Soy el mismo que fui cuando salí de acá, pero ahora tengo una familia más grande, tengo primos y tíos, cerré algunas cosas que estaban haciendo ruidos ahí en el subconsciente...
-Pero sos el nieto de Estela Carlotto... te convertiste en un símbolo...
-Eso es para fuera. Eso lo ven los demás. Yo soy el nieto de Estela, que es mi abuela, y tiene una casita divina, me hace una pastafrola buenísima, es eso. Hay una gran diferencia entre lo que ven de afuera y lo que uno vive. Y esa diferencia es intransferible, no se la puedo contar a nadie. Yo sé que hay una iconografía muy fuerte. Y la voy a tener que llevar lo mejor posible.
-¿Te vas a llamar Ignacio Guido?
-Estamos ahí. Hay una posibilidad de que sea así. Todavía tengo que tomar esa decisión. Y el apellido sí lo tengo que cambiar. Es público y es legalmente así. Pero la identidad no tiene que ver con el apellido o con el nombre. Es cómo uno reacciona ante las cosas. Es un poco más profundo que simplemente el nombre.
-¿Estuviste hace diez años en la presentación del Informe de la Memoria, con Estela en el panel?
-Estela me lo preguntó y, la verdad, no sé si yo estuve. Lo que sí pudimos comprobar es que estuvimos a dos cuadras de distancia en Mar del Plata. Yo estaba en un festival de jazz y ella presentando algo muy cerca. Pero son cuestiones que se reconstruyen con visión histórica. La primera vez que yo la vi y ella me vio nos dimos un beso de abuela y nieto, y nada...
-¿Cómo vas a procesar que tanta gente con la que te cruzaste en Olavarría, a la que conocés por apellidos, tenga que ver con quienes se apropiaron de tu nombre, de tu apellido, de tu historia?
-No se apropiaron de nada. La prueba está en el amor que hay entre los Carlotto y ahora yo me meto en esa marea de amor de los Montoya y eso muestra que no se apropiaron de nada. Han suspendido una verdad durante un tiempo. Yo fui y de hecho soy el músico que era mi papá y que era mi abuelo paterno, y soy hasta el orador que era mi mamá. Entonces no hemos perdido nada. Le ganamos hasta a la propia muerte. Porque mi abuela paterna, cuando me ve, me dice "sos mi hijo. Te veo y veo a mi hijo por el parecido físico que tienen". Y yo le dije: "¿viste cómo los cagamos?". La verdad no se tuerce con nada, no se pierde nada, sólo se suspende por un tiempo. Y está bueno que vea esto la gente que tiene dudas. Porque la verdad sana como nada en este mundo. Y la abuela Estela no está usando bastón ahora... vos viste cómo sana.
-Ella decía en Olavarría hace diez años "no nos han vencido" y "este libro encierra la historia de ustedes". Cuando en realidad también incluía su propia historia y ella no lo sabía...
-Tanto restituir para los demás... ahora le toca restituir para ella misma. Y Estela está viviendo esto con una alegría inmensa. La recuperación de la identidad no viene a revolver, viene a resolver. En esa letrita está la decisión de que no repitamos nunca más y podamos criar a nuestros hijos en la más absoluta de las verdades.