Aunque pertenecen a distintos rubros, todo el sector comercial tiene un punto en común: el desafío de sostenerse en medio de una pandemia que sin dudas impacta en la economía, el consumo y los cambios de hábito en un contexto de "nueva normalidad".

No todos viven este escenario de la misma manera y depende mucho de cada actividad. Hay sectores que han podido repuntar de a poco y otros que intentan sobrevivir a un panorama que definen como "angustiante".

Sin embargo, coindicen en otro factor y apuntan a la poca ayuda estatal que ha tenido un sector que es un motor importante de la economía local. La última esperanza -dicen- se esfumó con el veto al proyecto que buscaba disminuir el impuesto municipal de Seguridad e Higiene.

EL POPULAR sondeó entre comercios de distintos rubros y todos asumen que transitan una época complicada, al tiempo que destacan el nacimiento de una agrupación que canaliza inquietudes, preocupaciones y necesidades, en referencia a Comerciantes Unidos de Olavarría y de la que los consultados forman parte.

Algunos son "esenciales" y no pararon nunca de trabajar. Otros debieron afrontar semanas complicadas a puertas cerradas. Sin embargo, todos aseguran que este contexto no es de los mejores.

Dueños de joyerías, de librerías y jugueterías, de venta de ropa, de autoservicios, fruterías y verdulerías remarcan que el consumo ha cambiado. Hay rubros que pueden posicionarse de mejor manera que otros. Y están aquellos que intentan sostenerse.

En este camino, gran parte de los comerciantes abrió nuevos canales de difusión y de venta. Hay quienes ofrecen servicios extra que nacieron bajo la premisa de la importancia de "quedarse en casa" y aquellos que debieron reconvertir su negocio.

El horario corrido al que apuestan en su mayoría, los nuevos hábitos, el consumo de aquello estrictamente necesario, las escuelas cerradas que también marcan el ritmo de determinadas actividades y un horizonte que todavía es incierto. La actividad comercial, sin dudas, está atravesada por la pandemia.

Realidades

Aunque la realidad no es igual para todos, nadie quedó exento de este nuevo escenario que marcó el 2020 y EL POPULAR ha reflejado esta situación en ediciones anteriores. Los corralones, por ejemplo, tienen una demanda importantísima pero asumen otro problema que se vincula a la falta de insumos que impide trabajar a pleno. La venta de motos también ha ido en ascenso, aunque la demanda se concentra en aquellas que son de baja cilindrada y por ende más económicas. Así, más ventas no necesariamente implican mayor rentabilidad.

O los restaurantes que en muchos casos han debido invertir fuerte en cuestiones sanitarias y de protocolos pero que han tenido que reducir la capacidad del local para poder trabajar.

Marcela Cabrera tiene 51 años y después de haberse quedado sin trabajo decidió emprender su propio local de ropa. Era enero y aunque ya se hablaba del Covid, en Argentina parecía algo lejano. Con ahorros que le ofreció su padre, la ayuda de un amigo que le hizo toda la estantería y su hijo que aportó la mano de obra para dejar el local impecable, abrió "Marilyn", un negocio de ropa femenina en Necochea al 3300, casi 9 de Julio.

Dos meses después tuvo que cerrar las puertas y un poco más tarde aprender esta nueva modalidad de ventas por delivery.

Hoy sostiene que el panorama "es muy duro". Con semanas de "caja en cero" afrontar cuentas, invertir en mercadería, renovar y vivir es toda una odisea.

"Es un rubro difícil porque no es esencial. Nos pasa que la gente ya no recorre. Y también está la cuestión de los protocolos porque si tengo a alguna clienta adentro, quizás una persona que en tiempos normales entraría al negocio a mirar ya no lo hace porque tiene que esperar su turno afuera. No es igual, la gente no anda distendida y ese es un factor importante en comercios del rubro", analiza la comerciante que propone indumentaria femenina con talles reales.

Debe afrontar el alquiler del local, el pago de los servicios y todos los costos que lleva un local a la calle. En este sentido, apuna contra la falta de reglamentación de los showroom que han mostrado un notable crecimiento en la ciudad. "Es muy difícil competir de esta manera", afirma.

Sin haber podido acceder a un ATP y con la necesidad de no endeudarse en un contexto que se presenta como desfavorable, "hago realmente un enorme esfuerzo para poder sostener esto", cuenta mientras espera que los próximas jornadas, ya con el Día de la Madre más próximo, las ventas empiecen a aparecer.

Reconversión

"En la librería tuvimos que reconvertirnos", afirma Ricardo De Beláustegui desde la tradicional esquina de Dorrego y Lamadrid, donde funciona Aladino.

"Anda menos gente y hay una situación preocupante en cuanto al rubro de los libros escolares. Los padres ya no compran, los fotocopian o los descargan en PDF que, aunque sea ilegal es una modalidad que existe. Se está muriendo la editorial, los autores de libros infantiles y eso es una pena", explica al tiempo que cuenta que "tuvimos que reconvertirnos en una librería artística y juguetería para poder pasar esta crisis".

En la misma línea se ubicó Carlos Torregiani desde la librería y juguetería Cervantes. Primero "estuvimos trabajando por delivery a cuenta gotas, apenas sirvió para pagar el alquiler y al empleado. Así fuimos ''tirando''. La verdad que mantenerse hoy por hoy es una hazaña".

Cuenta que las escuelas cerradas han impactado en el consumo. "Nos mantuvimos con lo que es juguetería y también muchas cosas de lo que es artística".

A la caída del consumo, Torregiani suma un condimento que no ayuda. "No hay ninguna planificación de ayuda al sector", exceptuando los ATP que han posibilitado en muchos casos mantener las fuentes de trabajo.

En este sentido, cuenta que las expectativas estaban puestas en el descuento al impuesto municipal de Seguridad e Higiene y que el veto al proyecto cayó como balde de agua fría.

Quienes pertenecen a este rubro tuvieron que acomodarse a los nuevos tiempos. Reinventarse para sostenerse y apostar a distintas alternativas. Pero no son los únicos que buscaron adaptarse a una realidad diferente y desconocida que obligó a generar nuevas herramientas para sostener sus ingresos.

Vaivenes

Omar Luna es un reconocido joyero de nuestra ciudad. Está al frente de la joyería que lleva su apellido desde hace tres décadas, pero 25 años antes su padre fue quien inició este camino.

En Necochea entre Vicente López y Rivadavia la situación tampoco es sencilla, "pero le hemos puesto muchas pilas en este momento donde la situación es inestable". Productos de relojería novedosos en el mercado y las redes sociales como vidriera indispensable frente a un movimiento en la ciudad que ha tenido vaivenes desde que comenzó la pandemia en el país, sirvieron de importante soporte en tiempos de crisis.

"Así vamos buscándole la vuelta. En el caso de personas mayores que salen solo en casos estrictamente necesarios, nosotros les acercamos la mercadería a sus casas. Falta ese movimiento donde la gente salía a mirar vidrieras y entraba a preguntar. El volumen de gente se ha achicado mucho", expone.

Whatsapp, Facebook, Instagram y hasta mercado libre. La virtualidad ya forma parte de Joyería Luna como de tantos otros comercios. "Así hemos podido mantener el negocio y a los empleados. No son épocas para ganar dinero, pero por lo menos está el intento de sostenerse hasta que esto pase".

Claro que "no todos los casos son iguales. Hoy en día los gastos fijos te superan y uno ve con mucho dolor que varios negocios han tenido que cerrar".

Algunos con más espaldas que otros. Varios que llevan largos años de experiencia y trayectoria, y otros que recién comienzan con todo el esfuerzo que implica convertir ese emprendimiento en una verdadera fuente de ingresos.

Ingenio, reconversión y mucha voluntad son parte de un sector que debe hacer frente a una realidad que todavía tiene un horizonte incierto. Mientras tanto, coinciden en que "se viven momentos complicados".

Lo "esencial"

Braian Juárez es dueño de un autoservicio en Loma Negra, es mayorista y tiene dos verdulerías y fruterías en Olavarría. Además, es socio de una importante distribuidora con sede en Tandil.

Pertenece a un rubro considerado esencial y quizás eso hizo que afrontara esta pandemia de manera diferente. "En líneas generales no sufrimos tanto, pero lo que sí notamos son las trabas respecto al dólar, el incremento de precios y las compras mayoristas", sostiene.

Aunque el consumo no disminuyó, la pandemia obligó a cambiar costumbres. "Antes por ejemplo, la gente quizás se llevaba un sobre de puré instantáneo que cuesta entre 70 y 80 pesos. Hoy con eso compra las papas y los insumos para hacerlo. Hay muchos ejemplos de cómo la gente ha cambiado su forma de consumir".

Juárez también hace una diferencia en cuanto a su situación personal. "No es lo mismo vivir de una despensa o de una verdulería, que eso sea la única fuente de ingresos. En esos casos no la están pasando nada bien aunque sean esenciales".

En este sentido, expone que "hay muchos productos que están muy caros y se hace complicado afrontar eso. Un comerciante me contaba que se había quedado sin queso cremoso y no podía reponer por su costo, una orma de queso cuesta unos 2500 pesos y se recupera la inversión en dos o tres semanas".

A esto se suma "el incremento de luz, gas y servicios que empeoran la situación". Para el comerciante, la situación "es realmente compleja".